Poema Incitación Al Vals De Un Poeta de Mahfud Massís



Tus hijos bebían sangre de ganso salvaje.
Tu pobre corazón dormía entre las moscas.
Sin embargo,
un día
te colgaron un trozo de cuero
en la solapa. Se te puso la cresta roja.
Caminabas con paso de gamuza por los corredores.
Pero tuviste que vender tus dientes.
El traje destinado a tu propio entierro.

Soñabas con el gran premio.
Besabas a los jurados, acariciabas sus tetas,
mientras dormías en la posada
del gato nocturno.

Quisiera detenerte, morderte una oreja.
Pedirte que vuelvas a tu oficio de hombre,
Inventes el fuego y juntes piedras.
Y que estalles cuando aparezcan los enmascarados
de la noche, les vueles el trasero
antes de que lleguen los muchachos de la prensa.



Poema Romance De Gerineldo de Romancero Y Cancionero Anónimo Hasta El Siglo Xv



-«Gerineldo, Gerineldo,
el mi paje más querido,
quisiera haberte esta noche
en este jardín sombrío».
-«Como soy vuestro criado,
señora, os burláis conmigo».
-«No me burlo, Gerineldo,
que de verdad te lo digo».
-«¿A qué hora, mi señora,
complir héis lo prometido?»
-«Entre las doce y la una,
que el rey estará dormido».
Tres vueltas da a su palacio
y otras tantas al castillo;
el calzado se quitó
y del buen rey no es sentido,
y viendo que todos duermen,
do posa la infanta ha ido.
La infanta, que oyera pasos,
de esta manera le dijo:
-«¿Quién a mi estancia se atreve
¿quién a tanto se ha atrevido?».
-«No vos turbéis, mi señora,
yo soy vuestro dulce amigo,
que acudo a vuestro mandado
humilde y favorecido».
Enilda le ase la mano
sin más celar su cariño:
cuidando que era su esposo
en el lecho se han metido,
y se hacen dulces halagos
como mujer y marido:
tantas caricias se hacen
y con tanto fuego vivo,
que al cansancio se rindieron
y al fin quedaron dormidos.
El alba salía apenas
a dar luz al campo amigo
cuando el rey quiere vestirse,
mas no encuentra sus vestidos:
-«Que llamen a Gerineldo,
el mi buen paje querido».
Unos dicen: «No está en casa».
Otros dicen: «No lo he visto».
Salta el buen rey de su lecho
y vistióse de proviso,
receloso de algún mal
que puede haberle venido:
al cuarto de Enilda entraba
y en su lecho halla dormidos
a su hija y a su paje
en estrecho abrazo unidos.
Pasmado quedó y parado
el buen rey muy pensativo,
pensándose qué hará
contra los dos atrevidos:
-«¿Mataré yo a Gerineldo,
al que cual hijo he querido?
Si yo matare la infanta,
mi reino tengo perdido!».
En tal estrecho, el buen rey,
para que fuese testigo,
puso la espada por medio
entre los dos atrevidos.
Hecho esto, se retira
del jardín a un bosquecillo.
Enilda al despertarse,
notando que estaba el filo
de la espada entre los dos,
dijo asustada a su amigo:
-«Levántate, Gerineldo,
levántate, dueño mío,
que del rey la fiera espada
entre los dos ha dormido».
-«¿Adónde iré, mi señora?
¿Adónde me iré, Dios mío?
¿Quién me librará de muerte,
de muerte que he merecido?».
-«No te asustes, Gerineldo,
que siempre estaré contigo:
márchate por los jardines,
que luego al punto te sigo».
Luego obedece a la infanta,
haciendo cuanto le ha dicho,
pero el rey, que está en acecho,
se le hace encontradizo:
-«¿Dónde vas, buen Gerineldo?
¿Cómo estás tan sin sentido?»
-«Paseaba estos jardines
para ver si han florecido,
y vi que una fresca rosa
el color ha deslucido».
-«Mientes, mientes, gerineldo,
que con Enilda has dormido».



Poema Solícito El Silencio de José Manuel Caballero Bonald



Solícito el silencio se desliza por la mesa nocturna, rebasa el irrisorio
contenido del vaso. No beberé ya más hasta tan tarde: otra vez soy el tiempo que me queda. Detrás de la penumbra yace un cuerpo desnudo y hay un chorro de música hedionda dilatando las burbujas del vidrio. Tan distante como mi juventud, pernocta entre los muebles el amorfo, el tenaz y oxidado material del deseo. Qué aviso más penúltimo amagando en las puertas, los grifos, las cortinas. Qué terror de repente de los timbres. La botella vacía se parece a mi alma.

De «Laberinto de fortuna» 1984



Poema Casi de Roxana T. E. Beltrán Velásquez



Tengo una contorsión inverosímil
de un verso irreverente que me duele?
Tengo un impulso atorado
a medias de la palabra razón cuando razono?
Tengo una canción de protesta
que no logro escuchar cuando la canto?
Tengo un poema entre ceja y ceja
agrietando la impasividad de mi hora cotidiana?
Tengo una muerte que no quiere existir todavía
y me extraña; una libertad tras la reja de la fantasía?
Tengo tres puntos suspensivos para apagar las luces
y seguir hablando a tientas?
Tengo una agonía en la respiración de mi no-boca
que me dices que me amas desesperadamente?
Tengo una inexistencia entre tantos años
ordenados como libros?
Tengo una ternura que cae desde tu cabeza a mi pecho
en la crisis de sabernos semidioses de cristal?
Tengo el grito de un silencios de una semidespedida
desnuda e inverosímil?
Tengo grietas nebulosas con el sabor al niño que escondes
en tu imagen de Dios.
Tengo una deshilvanización de mi fuerza
en la línea que has escrito en mi miedo silencioso?
Tengo una presión en las manos que se enraiza a los versos
que estoy por escribirte?
Tengo una piedra brillando en una situación oscura
que traduzco a un espacio inaudito?
Tengo tres puntos suspensivos enlazados a tres puntos suspensivos
entre el origen y el final de una frase que lo explica todo?
?Tengo casi un sueño hasta la muerte en exageración!



Poema Me Espera de Leopoldo De Luis



Aquí, en la habitación, sobre la cama,
me está esperando un muerto que aún respira.
Mira, como mirar, ya no me mira.
Mirar, como llamar, sí que me llama.

La luz apenas roza su figura
como un pájaro breve que si vuela
es sólo porque pone aire en la tela
que le cubre de frío y de blancura.

Me está esperando y sabe que es seguro.
La luz manda su sombra contra el muro
y hay en la habitación un vaho yerto.

Sabe que llegaré tarde o temprano.
Creo que me señala con su mano.
Me está esperando aquí en el cuarto un muerto.



Poema Ventanas de Juan Ramón Mansilla



Carnales tras las últimas casas, ebrias
a las tres en un bar, errantes
en la marcha de un tren.
Quizá alguien busque un petirrojo
en la enramada, huellas en el barro,
lugares más allá de la distancia.
Alguien con otra forma de mirar,
otro fondo de escena y la misma sospecha
de estar equivocado mientras la noche
cae y se enciende una luz
dejándonos indeciblemente solos.



Poema Arveja Negra de Verónica Viola Fischer



Tengo un problema:
arranqué los ojos de mi muñeca
y ya no ve. Desde el noveno piso
lancé con ímpetu al patio interno
de mi vecina un ojito, el izquierdo.
En una alcantarilla, único
ojo abierto que permite
entrar a la imagen hecha cuerpo;
es de saliva poderosa
seduce agresiva cualquier intento
de entrega externa, la convierte
en interna destrucción. Allí
abandoné el otro ojo que rodó
como una arveja negra.
Mi muñeca: muñón del alma mía
no está ciega, es simple
no tiene en la cara ojos
y su cabeza recuerda
pequeño el patio que se agiganta
a gran velocidad, un agujero.
Yo le muestro
determinada cantidad de dedos, ¿cuántos
hay? le saco la lengua, me burlo
lloro en silencio y no lo nota, la amenazo
y nunca tiembla: Ojos que no ven
corazón que no siente. Necesito
dos ojos, o un corazón
autosuficiente. Mi lágrima no sabe
parir otros, mi problema es
operar en el hueco
de la mirada. No,
caer en él.



Poema Canción De La Partida de Camilo Pessanha



A mi corazón un ancla pesada
he de colgarle en un quiebro del mar.
A mi corazón un ancla pesada…
y lanzadla al mar.

Quien va a embarcar y embarca desterrado,
males de amor no quisiera llevar…
Marineros, moved el baúl pesado,
lanzadlo al mar.

He de comprar un candado de plata.
Mi corazón es el cofre sellado.
Con siete llaves: hay dentro una carta…
la última, anterior a tu noviazgo.

Con siete llaves, ¡la carta encantada!
y un pañuelo bordado… que he de usar,
para mojarlo en el agua salada
el día en que, al fin, deje de llorar.

Versión de Amador Palacios



Poema Barcarola de Luis Llorens Torres



Déjame, niña, bogar,
en el esquife de un verso,
por el oleaje perverso
de tus pupilas de mar.
Quiero en ellas desafiar
las rachas de tu ilusión,
y que una ola de pasión
me envuelva en sus espirales,
me ahogue entre sus cristales.
y me hunda en tu corazón.



Poema Nota En Un Libro De Historia de José Coronel Urtecho



Mientras hojeo historiadores y toma notas
un pajarito canta entre las hojas de una rama
y su canto
un silbido, tal vez una llamada
me saca de la Historia.



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