Poema Cien Sonetos De Amor de Pablo Neruda



Soneto LXXVII

Hoy es hoy con el peso de todo el tiempo ido,
con las alas de todo lo que será mañana,
hoy es el Sur del mar, la vieja edad del agua
y la composición de un nuevo día.
A tu boca elevada a la luz o a la luna
se agregaron los pétalos de un día consumido,
y ayer viene trotando por su calle sombría
para que recordemos su rostro que se ha muerto.
Hoy, ayer y mañana se comen caminando,
consumimos un día como una vaca ardiente,
nuestro ganado espera con sus días contados,
pero en tu corazón el tiempo echó su harina,
mi amor construyó un horno con barro de Temuco:
tú eres el pan de cada día para mi alma.



Poema Suspiro Germánico de Blanca Andreu



Limpio y claro como una gota de agua
como una lágrima
tu amor
como una gota de agua transparente
como una lágrima
es transparente
limpio y claro
como una lágrima
tu amor
y como un beso.

«La tierra transparente» 2001



Poema Ofelia de Arthur Rimbaud



I
En las aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lirio,
flota tan lentamente, recostada en sus velos…
cuando tocan a muerte en el bosque lejano.

Hace ya miles de años que la pálida Ofelia
pasa, fantasma blanco por el gran río negro;
más de mil años ya que su suave locura
murmura su tonada en el aire nocturno.

El viento, cual corola, sus senos acaricia
y despliega, acunado, su velamen azul;
los sauces temblorosos lloran contra sus hombros
y por su frente en sueños, la espadaña se pliega.

Los rizados nenúfares suspiran a su lado,
mientras ella despierta, en el dormido aliso,
un nido del que surge un mínimo temblor…
y un canto, en oros, cae del cielo misterioso.

II
¡Oh tristísima Ofelia, bella como la nieve,
muerta cuando eras niña, llevada por el río!
Y es que los fríos vientos que caen de Noruega
te habían susurrado la adusta libertad.

Y es que un arcano soplo, al blandir tu melena,
en tu mente traspuesta metió voces extrañas;
y es que tu corazón escuchaba el lamento
de la Naturaleza –son de árboles y noches.

Y es que la voz del mar, como inmenso jadeo
rompió tu corazón manso y tierno de niña;
y es que un día de abril, un bello infante pálido,
un loco miserioso, a tus pies se sentó.

Cielo, Amor, Libertad: ¡qué sueño, oh pobre Loca! .
Te fundías en él como nieve en el fuego;
tus visiones, enormes, ahogaban tu palabra.
–Y el terrible Infinito espantó tu ojo azul.

III
Y el poeta nos dice que en la noche estrellada
vienes a recoger las flores que cortaste ,
y que ha visto en el agua, recostada en sus velos,
a la cándida Ofelia flotar, como un gran lis.



Poema Posesión de Vicente Aleixandre



Negros de sombra. Caudales
de lentitud. Impaciente
se esfuerza en armar la luna
sobre la sombra sus puentes.
(¿De plata? Son levadizos
cuando, bizarro, de frente,
de sus puertos despegado
cruzar el día se siente.)
Ahora los rayos desgarran
la sombra espesa. Reciente,
todo el paisaje se muestra
abierto y mudo, evidente.
Húmedos pinceles tocan
las superficies, se mueven
ágiles, brillantes; tensos
brotan a flor los relieves.
Extendido ya el paisaje
está. Su mantel, no breve,
flores y frutos de noche,
en dulce peso, sostiene.
La noche, madura toda,
gravita sobre la nieve
hilada. ¿Qué zumos densos
dará en mi mano caliente?
Su pompa rompe la cárcel
exacta, y la pulpa ardiente,
constelada de pepitas
iluminadas, se vierte.
Mis rojos labios la sorben.
Hundo en su yema mis dientes.
Toda mi boca se llena
de amor, de fuegos presentes.
Ebrio de luces, de noche,
de brillos, mi cuerpo extiende
sus miembros, ¿pisando estrellas?,
temblor pisando celeste.
La noche en mí. Yo la noche.
Mis ojos ardiendo. Tenue,
sobre mi lengua naciendo
un sabor a alba creciente.



Poema Quizá de Francisco Alvarez



Percibo tu presencia sin estar a mi lado,
y oigo tu breve paso hallándote tan lejos;
siento tu escalofrío sin haberte tocado,
y aún cerrando los ojos me ciegan tus reflejos.

Veo pasar las sombras y en ellas te adivino;
cuando me roza el aire sé que son tus cabellos;
si me azota la lluvia, tus besos imagino,
y por ti son mis sueños inmensamente bellos.

Pero no reconozco tu risa entre las risas,
porque amarga tristeza te cubre con su manto;
y en el tropel de gentes ruidosas y con prisas
no estás, porque te encuentras en soledad y llanto.

Un aura te rodea solemne y misteriosa
que fascina mis ojos aunque nunca te han visto;
es quizá la nostalgia gentil y silenciosa
que permea tu vida y en que yo mismo existo.

No obstante, ambos sabemos que ha de llegar el día
en que la luz disipe la sombra en que vivimos;
y al resurgir pujante nuestra innata alegría,
hemos de ser de nuevo como otro tiempo fuimos.

Tú encontrarás un hombre que te bese y te cante,
y no habrá en vuestra entrega ni exigencia ni ruego;
yo volveré a mis sueños, inventando una amante
y escribiéndola versos, sentado junto al fuego.

Y al mirar al pasado desde el nuevo presente
de ilusiones azules y de esperanzas verdes,
una estrella en el cielo y una luz en tu mente
musitarás mi nombre? y quizá me recuerdes.



Poema Función Superestructural de Félix De Azúa



Literatura es la forma de historia
como si hacer poesía fuera la leyenda de una sola palabra
monasterios helados la tinta fue sacada con pólvora
desde el puente de mando o ante las ruinas
nadando para cruzar el río o unidos a naciones extrañas
meditativos -la aristocracia es la esencia de la literatura-
al borde del río y del sepulcro.
Una forma de historia muy sutil
no por eso menos unida a la guerra y los dioses
enamorada de lo imperecedero -soberbia, sí-
( oh Señor Dios de los ejércitos )
fragantes y coquetas cuando los nobles cortesanos
unían ambos polos largas colas y puños esmaltados
buenos tiempos para volver a Anfriso y Galatea.
La gran forma de historia Tod ist Freude madre
atlantes rubios antropófagos.
Al disfraz de método y sistema
medio ciegos mezclados hacia dentro hacia fuera
descubiertos en sucios barrios conocidos cuartos
detenidos junto a bacantes y corruptos senadores
subidos en el veloz camión hacia la cárcel
tan arrepentidos como inocentes. Literatura es la historia
letra de historia donde la lupa puede ver los sistemas
en frases que se muerden la cola
rastrear entre palabras victoriosos términos
capítulo final antes de abrir epílogos de la materia.



Poema Primera Impresión de Julio Leite



En Buenos Aires
los edificios
son árboles
cargados
de pájaros
muertos.
Mirando el techo.

Un descascarado
caballo de ajedrez
relincha desde el cielo
a la humedad
que avanza las paredes,
en el tablero
del silencio
el corcel de ladrillo
presiente como yo
que en esta casa
está en jaque
la esperanza.



Poema Variaciones Sobre Una Mujtathth De Al-sharif Al-radi de Hugo Gutiérrez Vega



Pasaré la noche con el inmenso desierto
que hay en mí y el estar contigo
.

I

Hay una extensión cercada por el cielo,
una inmensa planicie descubierta por la luna,
un campo de flores pálidas
sitiadas por su propio perfume,
una casa en el bosque de los grandes abetos de la noche,
un camino entre los pinos,
el otoño de planetas cercanos,
el lago de orillas blanquísimas,
el violeta tenue en la madrugada del mar,
la pulpa entregada de un fruto
que sobrepasa la medida de la mano,
la noche de la selva,
la madrugada de la altiplanicie
y el corazón de todos los niños de la tierra.
Todo eso, Al-Sharif, todo eso
y ?pasaré la noche con el inmenso desierto
que hay entre mí y el estar contigo?.

II

Esta lejana gloria de Al-Andalus,
lejana la tarde de las montañas de Córdoba.
Colocamos todos nuestros bienes,
un puñado de cosas entrañables,
sobre la frágil estructura
que levantan los hombres en la tierra.
Todo está tan lejano, Al-Sharif.
Queda este enorme cansancio,
la débil certeza de no saber nada,
de no querer ya nada,
de conformarnos con esta tarde en la playa
y con los ojos pálidos del mar,
los que no ven,
los hechos para ser contemplados.

III

Era el tiempo en que se nos abría el paraíso
en todos los minutos del día.
Días de minutos largos
de palabras recién conocidas.
El ojo de la magia les daba una iluminación irrepetible.
Y sucedió después que el paraíso era un engaño de la luz,
que a los amigos les bastaba un segundo para morirse,
que los amores llevaban dentro una almendra agria.

En la noche el paraíso sigue abriendo su rendija,
un fantasma de la luz,
el que hace que los amigos estén siempre aquí,
que los amores se conformen con su almendra agria,
que el corazón no rompa a aullar en la montaña.

IV

Esa noche escuchamos el graznido de los cuervos del destino presagiando la partida.
Esa noche que, aunque siendo de verano, nos impidió pasar las horas en el terrado escuchando la voz del poeta joven.
Esa noche los lobos anduvieron cerca de la casa y al inicio de la madrugada las flechas sombrías se clavaron en la puerta.
Se escuchó el gemido de las gacelas perseguidas por la sombra y se agrió la leche en los pechos de las madres.
Rodearon los presagios el lecho de la madrugada y el nuevo día nació llorando.
El viento dijo que la separación se acercaba a la puerta.
Los cuervos no graznaron en vano:
antes que el sol descubriera una pequeña parte de su rostro la casa quedó vacía.
Desde el terrado te vi correr hacia la montaña. Ser fue perdiendo la música de tus ajorcas.

Ahora la pena ocupa nuestro lecho.

Cómo encontrar reposo durmiendo sobre los guijarros de la soledad no deseada.

Cómo vivir con la certidumbre de que la ausencia ha puesto sitio a nuestra casa ya en sombra.



Poema La Inquietud Del Rosal de Alfonsina Storni



El rosal en su inquieto modo de florecer
va quemando la savia que alimenta su ser.
¡Fijaos en las rosas que caen del rosal:
Tantas son que la planta morirá de este mal!
El rosal no es adulto y su vida impaciente
se consume al dar flores precipitadamente.



Poema Responso A Verlaine de Rubén Darío



Padre y maestro mágico, liróforo celeste
que al instrumento olímpico y a la siringa agreste
diste tu acento encantador;
¡Panida! Pan tú mismo, con coros condujiste
hacia el propíleo sacro que amaba tu alma triste,
¡al son del sistro y del tambor!
Que tu sepulcro cubra de flores Primavera,
que se humedezca el áspero hocico de la fiera
de amor si pasa por allí;
que el fúnebre recinto visite Pan bicorne;
que de sangrientas rosas el fresco abril te adorne
y de claveles de rubí.
Que si posarse quiere sobre la tumba el cuervo,
ahuyenten la negrura del pájaro protervo
el dulce canto de cristal
que Filomela vierta sobre tus tristes huesos,
o la armonía dulce de risas y de besos
de culto oculto y florestal.
Que púberes canéforas te ofrenden el acanto,
que sobre tu sepulcro no se derrame el llanto,
sino rocío, vino, miel:
que el pámpano allí brote, las flores de Citeres,
¡y que se escuchen vagos suspiros de mujeres
bajo un simbólico laurel!
Que si un pastor su pífano bajo el frescor del haya,
en amorosos días, como en Virgilio, ensaya,
tu nombre ponga en la canción;
y que la virgen náyade, cuando ese nombre escuche
con ansias y temores entre las linfas luche,
llena de miedo y de pasión.
De noche, en la montaña, en la negra montaña
de las Visiones, pase gigante sombra extraña,
sombra de un Sátiro espectral;
que ella al centauro adusto con su grandeza asuste;
de una extrahumana flauta la melodía ajuste
a la armonía sideral.
Y huya el tropel equino por la montaña vasta;
tu rostro de ultratumba bañe la Luna casta
de compasiva y blanca luz;
y el Sátiro contemple sobre un lejano monte
una cruz que se eleve cubriendo el horizonte
¡y un resplandor sobre la cruz!



Página siguiente »


Políticas de Privacidad