Poema Perdí Mi Corazón de Juan Bautista Arriaza



Perdí mi corazón -¿lo habéis hallado,
ninfas del valle en que penando vivo?-
ayer andando solo y pensativo,
suspirando mi amor por este prado.

Él huyó de mi pecho desolado
como el rayo veloz, y tan esquivo
que yo grité: «Detente, ¡oh fugitivo!»
y ya no lo vi más por ningún lado.

Si no lo conocéis, como en un ara
arde en él una hoguera, y cruda herida
por víctima de Silvia lo declara.

Dadlo, por vuestro bien, que esa homicida
lo hizo tan infeliz que donde para
mi corazón, ya no hay placer ni vida.



Poema Danza De Narciso de Pier Paolo Pasolini



Estoy negro de amor,
ni ruiseñor ni muchacho,
todo entero como una flor
deseando sin deseo.

Me he levantado entre las violetas
mientras aclaraba
cantando un canto olvidado
en la noche serena.
Me dije: «¡Narciso!»,
y un espíritu
con mi rostro
oscurecía la hierba
al claro de sus rizos.

De «La mejor juventud» 1941-1953

Versión de Delfina Muschietti



Poema Letanías Enfermas de Juan Egaña



Alma romántica, alma inquieta ,
Deja tus sueños sin hilar;
Deja tus sueños… su silueta
Ya no da sueños que soñar.

Alma, despierta, y sé discreta
Y sé secreta en tu llorar…

Amor, que como en fatuo fuego
Me iluminaste el corazón
Y me llevaste como a un ciego
Por tus senderos de ilusión…
Único ideal… ¿por qué tan luego
Te fuiste de mi corazón…?

Heroica lágrima perlina
Que de dolor se consumió;
Suprema lágrima divina
Que iba a caer y no cayó;
Tú, que hubiste de deslizarte
Por mis tesoros de interior,
Tú, que has sabido deslizarte…
Engárzate en mi corazón.

Alma, despierta y sé secreta
Y se poeta en tu llorar
Porque tus sueños… su silueta
No irradia sueños que soñar…

Corazón, alma, llanto heroico
Que pudo caer y no cayó,
Formad vosotros el estoico,
El grande alcázar de mi yo.
Oculto dentro, en lo profundo,
Haremos vida sin igual:
Descubriremos otro mundo
Y otro motivo, y otro ideal.
Haré un altar de primaveras
muertas, y de desintención;
y entre cenizas de quimeras
pondré a dormir el corazón.



Poema La Gran Soirée De La Elegancia. de Julio Herrera Y Reissig



LA DANZA DE LOS MESES Y DE LAS HORAS GALANTERÍAS ETERNAS

Decoración: La sala semeja una floresta
Unos faunos sensuales persiguen a una driada,
Cantos de aves sinfónicas hace vibrar la orquesta.
(Pajes, Arqueros, Duendes y gente uniformada.)

Los Dioses del Olympo todos se hallan presentes.
(Emblemas, jeroglíficos, toisons, panoplias, cuernos)
Inmensa muchedumbre de silenciosas gentes;
Santos del Paraíso, reyes de los Infiernos.

El viejo Tiempo se halla sentado en su gran solio.
(Heraldos y sirenas, dragones, sagitarios)
A un lado el Laberinto y al otro el Capitolio.
La Parca está rezando sus credos funerarios.

Alcen contempla a Diana. Pan toca su bocina;
Un centauro y un sátiro se cuentan sus lujurias;
Hidras, peces biformes. (Plutón y Proserpina).
Tritones y Oceánidas y Náyades y Furias.

Lohengrin y el Cisne. Cadmo transformando una piedra;
(Pontífices, Mikados, Sultanes, Caballeros)
Margarita en su rueca, Minos hiriendo a Fedra.
(Damas de corte, brujas, nobles y mosqueteros).

Cristo y Mahoma charlan de asuntos de la tierra;
(Se alzan el Vaticano, la Alhambra, Meka y Roma)
Millones de esqueletos surgen en son de guerra,
Etcétera… Posdata: la Esfinge se desploma.

Aramis el noble, gentil bastonero,
Le pide su cetro magnífico a Ulises;
(Adornan la sala lujosas cariátides,
Regios artesones y un áureo florero
En el que hay hortensias, anémonas, lises,
Adelfas, orquídeas, lotos y clemátides)

Y ordena la danza. Las Hadas del Día,
Que son doce, se ponen en rueda.
(Hay espejos, luces, cuadros, pedrería,
Bibelots, Cupidos, oro, mármol, seda…)

Un reloj semeja la alfombra bordada;
(Ornan los tapices regias hipsipilas;
La Venus de Ictinius se muestra enflorada:
Lucen crisantemos, nelumbos y lilas).

Hay aves exóticas. Exóticos frescos
Muestran con sus barbas a los Viejos Siglos.
(Hay fou-kousas, pieles, jaspes, arabescos,
Biscuits, kakemonos, dioses y vestiglos).

Aramís sonríe con una señora
De ciertos remilgos de unas soberanas.
(Hay cenefas, biombos, telas de Bassora,
Consolas, estatuas, joyas, porcelanas).

Las arañas forman chispeantes burbujas,
Burbujas inquietas de vinos dorados.
(Hay regios encajes de Chantilly y Brujas,
Panneaux deslumbrantes y flordelisados).

Las damas ostentan aigrettes elegantes,
De plumas que fingen rizos de flambeau
(Los regios joyeles y polvos brillantes
Que ostentan las reinas de un bello Wateau).

Hechiza en las faldas la seda argentada,
Y nieva la red de las finas puntillas.
(Las caladas medias de seda rosada
Brillan de celosas en las pantorrillas).

Un bouquet de estrellas sus fulgores quiebra
En el encendido sol de los aceros;
Valiers recamados de ojos de culebra
Ornan la elegancia de los caballeros.

Irisados peces, raros colorines,
Fingen las soberbias condecoraciones;
Y gardenias blancas son los brodequines,
Y serpientes de oro son los cinturones.

Un obispo cuenta las cuentas de espuma
Que hay en una copa de fino Bohemia.
(Hay lacas, mosaicos, jarras de Satsuma
Divanes de Persia, sillas de Academia).

Las Horas ostentan primorosos trajes,
Grandes abanicos, mágicas pelucas.
(Hay platos chinescos, cisnes y paisajes,
Gente armada, pajes y doncellas cucas).

(Se oyen pasos). Entran con largos turbantes,
Emires, profetas y viejos Kalifas.
(Los pajes alcanzan sorbetes, picantes,
Café, arroz, tabaco, pipas y alcatifas).



Poema Aquí Empieza La Historia de Carlos Sahagun



Aquí empieza la historia. Fue una noche
en que se habían puesto las palomas
más blancas, más tranquilas. Como siempre
salí al jardín. Alrededor no había
nadie: la misma flor de ayer, la misma
paz, las mismas ventanas, el sol mismo.
Alrededor no había nadie: un árbol,
un estanque, ceniza de aquel monte
lejano. Alrededor no había nadie.
Pero ¿qué es este viendo, quién me coge
el corazón y lo levanta en vilo? Una
muchacha azul en la orfandad del aire
ordenaba los pájaros. Sus manos
acariciaban con piedad el árbol,
y el estanque, y aquel lejano monte
ceniciento. El jardín ardía al sol.
La miré. Nada. La miré de nuevo,
y nada, y nada. Alrededor, la tarde.



Poema Transmutación de Julia De Burgos



Estoy sencilla como la claridad…
Nada me dice tanto como tu nombre
repetido de montaña a montaña
por un eco sin tiempo que comienza en mi amor
y rueda hasta el infinito…
¡Tú…!
Casi paloma erguida
sobre un mundo de alas
que has creado en mi espíritu.
Tú lo dominas todo para mi claridad.
Y soy simple destello en albas fijas
amándote…
Ningún viento agitado seduce mi reposo
de ternuras naciendo y apretándose
entre tu mano
y mi sollozo.
Una afluencia de ríos por nacer, y golondrinas mudas,
se estrecha contra mí
allí donde tu alma me dice al corazón
la palabra más leve.
Mis pies van despegados de rastros amarillos
y escalan techos infatigados de mariposas
donde el sol, sin saberlo, se ha visto una mañana,
deslumbrante…
Para amarte
me he desgarrado el mundo de los hombros,
y he quedado desierta en mar y estrella,
sencilla
como la claridad.
Aquí no hay geografía para manos ni espíritu.
Estoy sobre el silencio y en el silencio mismo
de una transmutación
donde nada es orilla…



Poema Barca Nerudiana de Luciano Castañón



Barca, aunque tu quilla quebró el agua,
hoy varada permaneces
porque el tiempo imperturbable
pasa.

Mientras el patrón que estrenas
embadurna la comba a estribor de tu cadera,
evidencias en la rambla
tu suciedad destartalada.

Fíjate, hay a tu vera
hombres
que te ofrendan sus miradas
y palabras elogiando
tus venturosos días,
?cuando volabas?.

Ponte seria y vanidosa
porque trasciendes importancia
pese
a tu valor misérrimo en monedas,
a tu borda mordiscada
ya las ranuras ?cuchillos de luz?
que agrietan la curva de tu panza.

Sin toletes, sin timón. ..
pero con corazón y alma.

Residual barca en paz
que alimentas la esperanza
de tu casi mendigo nuevo dueño,
mereces ?aunque no pesques, aunque naufragues?
una oda nerudiana;
dada tu inevitable muerte
(si el patrón quisiera ver
vería que es evidente),
¿hallarás quién te la haga?



Poema Isi Yo No Pido Tanto! de Ana Inés Bonnin Armstrong



¡Si yo no pido tanto!
Amor es lo que pido.
Briznas de amor para esta sed del mundo,
tan grande y tan sumisa.
Un diminuto amor, pero constante,
que dé su mano al que su mano tienda,
que limpie las miradas y los ojos
llene de dulcedumbre.
Algo de amor en esos corazones
que no aman a los niños,
que son capaces de cegar a un pájaro,
de aplastar las hormigas.
Algo de amor; apenas un murmullo
de amor en cada pecho de criatura
hacia todos los seres,
hacia todas las cosas.

¡Si yo no pido tanto!
Briznas de amor para esta sed del mundo.



Poema Prince Street de José María Fonollosa



Debiera liberarse la mujer
de la opresión en que la tiene el hombre.

Bien es verdad que algunas son verdugos
que sin piedad castigan a sus machos.
Mas, por lo general, es la oprimida.
No cuenta como igual individualmente.
Se la ha apartado a un lado y asignado
las funciones higiénicas más bajas:
es cubo de basura de los hombres.

Resulta incomprensible su obediencia
a unas normas injustas desde siglos.
Parece resignada o adaptada,
incluso unas contentas, a estar presa
de algún dictadorzuelo cruel e imbécil
que la veja y le exige una sonrisa.

Sus razones, supongo, habrá tenido.
O, acaso, ha sido un simple experimento
ese dejar hacer. Mas comprobado
de manera exhaustiva que los hombres
no logran resolver la convivencia,
debiera liberarse la mujer.
Y asumir, ella, el mando de la especie.
Nosotros ya tuvimos nuestro tiempo
y hay que reconocer que fracasamos.



Poema La Siembra de Margarito Cuéllar



A Vicente Quirarte

A diario riego el árbol de mis poemas. Corto su fruto dulce, amargo o con espinas. Le podo las licencias marchitas, lo libero de larvas y quistes. Los catadores reclaman lo mal que anda mi siembra. Definitivo: retiran mis versos del firmamento. Yo miro transitar ríos de saliva, escucho las detonaciones de sus balas de salva, preparo abono con mierda de vaca y huevos de avestruz, afilo las tijeras de podar. Sé que algo nacerá, aunque no llueva.



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