¿Por qué lloramos dos veces
por dolor, rocío y agua?
¡Agua y rocío de auroras
que nunca se terminaban!
Las nubes son de la virgen
y de las frescas mañanas,
como el halcón de tus besos
es de la noche callada.
Se ahoga mi voz de nardo
entre lagos de palabras,
mientras la tuya, en la cera
de blancos cirios resbala.
En el pastizal hoy duermen
ángeles de blancas alas,
el tiempo sueña que nace
borracho de amor y canta.
Estoy cansado, ¡lo sabes!
no eres la fresca mañana
que despuntó en el ayer
sobre mis ratos de calma.
Eres fruta malherida
por los aires en borrasca,
y por fantasmas y luces
que tiemblan de amor y pasan.
El ave con sencillez
bate sus frágiles alas
y se remonta a los cielos
donde libremente vaga.
Mi corazón, en la bruma
que brota de tus palabras,
se queda inmovilizado
temblando de amor, y calla.
Como niño pordiosero
tiritando en la mañana,
busco tu cálido abrigo
y aquella paz que me dabas.
Tendida sobre la arena
miro tu imagen de plata,
y al percibirte distante
mi voz en dolor se inflama.
No me busques esta noche,
porque tú, estás emplazada,
los faunos de caras tristes
tienen contratada tu alma.
Ellos no quieren que vengas
a ver mi noche estrellada,
y tú no quieres venir
a mis mares de palabras.
Volverás fortuitamente
como vuelve en la baraja;
ansiada reina de sotas
cuando ya no da ventaja.
Y te diré que no pases,
pero al cerrar la ventana,
tu cara muerta de frío
temblará dentro de mi alma.
¡Te perdonaré de nuevo
como antes te perdonaba!
porque amo tu voz tranquila
de inocencias y de dramas.
Porque tú y yo somos notas
en escalas separadas
ya que tu vida comienza
donde la mía se apaga.
Cuando esté por fin tranquilo
en la calidez más santa,
en la calidez que sólo
el sepulcro nos depara.
En mi rima transparente
el embrujo de tu magia
como un barco de papel
flotará con risa amarga.
Humberto Garza (México)