Poema Al Oído de Margarita De Hickey Y Pellizzoni



HREF=»http://gigs.infase.es/cgi-bin/status.cgi?88779″ target=»_blank»> Déjame penetrar por este oído,
camino de mi bien el más derecho,
y, en el rincón más hondo de tu pecho,
deja que labre mi amoroso nido.

Feliz eternamente y escondido,
viviré de ocuparlo, y satisfecho…
¡De tantos mundos como Dios ha hecho,
este espacio no más a Dios le pido!

Ya no codicio fama dilatada,
ni el aplauso que sigue a la victoria,
ni la gloria de tantos codiciada…

Quiero cifrar mi fama en tu memoria;
quiero encontrar mi aplauso en tu mirada;
y en tus brazos de amor toda mi gloria.



Poema Praga, 1924 de Lourdes Gil



Quizás lees aun el canto de los sobrevivientes
Marina Tsvetayeva.
O rehaces
bajo la cimitarra de la luna
las viejas plazoletas de la ciudad
con telarañas que se escurren
por rajaduras del empedrado medieval.
Quizás andas aun por la Colina de Smijovski
y enciendes las bujías moscovitas
con trazos insomnes y cirílicos.

Todo parece abordar ese momento inútil
de las conversiones. El momento
de la rebelde despedida
que rehuimos en medio del tumulto.
Me asomo a tu pliego de papel
y te estremeces desde el oscuro fondo
de la capilla. Escribes (asediada todavía)
como el pánico rueda por tu pluma.
Escribes sin las retorceduras
de los códigos de hoy, naturalmente.
Escribes lo que luego tuvimos que aprender:
que la casa se derrumba
que el cielo de hojalata esta oxidado
que es una franja de acero el malecón
y la lluvia una melena vertical.
Se arrinconaban los augurios
tras los frescos altivos de San Jorge.

En tu oda (oda desmesurada) a Rilke
lo reclamaste del mármol de la muerte.
El fulgor de tu mente diviso su Poema del fin
el mismo fin de las adelfas de tu cuerpo
que fue un paisaje azul petersburgués
de sensaciones majestuosas.
En el espacio contiguo crecían pústulas
y en tus versos
las desarticulaciones de la elipse
se abrían como gavetas de amargura
como un manto egipcio de néctares secretos
resbalando hacia su nuevo reino:
heno llama enceguecedora herida
y sándalo aromoso.

Todo esta a punto de desentrañarse.
De desvalijarte Marina
de la capucha marrón en que realiza su viaje
la existencia.
La luna también crece
brilla su hoz siega a golpes tu melancolía
tus silabas preñadas de absolutos
de amenazantes negaciones.
Los fantasmas alargados de los peregrinos
conversan en los puentes
como lóbulos anclados bajo el hielo.
En la mas alta latitud
cuelgan inermes las cabezas de tus hijos.

Todo esta a punto de desmoronarse
a tu alrededor. Una visión de la guadaña
se desliza por frente de la luna
como por una montaña inusitada.
La montaña es el nuevo reino, dices.
Mas cuando el gigante imponente se desploma
dices que Dios es un árbol baobab
que se dilata.
Que hay otro dios encima que no vemos.
Rilke esta en la montaña. Su ceno
es un espejo de barro que tampoco vemos.

El río se esclarece, casi gorjea
en su sabiduría de murmullos
y elegías sepultadas de murmullos.
¿Traerá de nuevo en sus azogues transparentes
el espejo capaz de proyectar tu imagen
al espacio
para que puedas volver a componer el mundo
de acuerdo a tus designios?



Poema Propuesta de Gonzalo Osses A Vilches



Te propongo algo…
te propongo que imagines que llego a tu casa una mañana,
una mañana de invierno, una mañana con lluvia.
Imagíname de traje, con ese traje azul que te gustaba; con abrigo y con corbata.
Imagínate que soy un vendedor, tu me escuchas, tu me atiendes,
tu me sigues con las manos, con las voz, con la mirada.

Soy un vendedor,
pero vengo a dejar un producto que no encontrarás en el mercado ni en ningún otro lugar,
te vengo a señalar las ofertas, no vengo a vender, sino a regalar.

Entro en tu casa,
tu estás huraño, porque no te gusta el invierno, porque no te gusta la lluvia,
sabemos en la agencia que prefieres el verano.

Yo te extiendo un catálogo de colores, un compendio con ventajas y ganancias.
Te muestro las razones y motivos por los que tendrías que volver a estar conmigo.

Es un producto de probada calidad,
trabajo de chilenos, cien por ciento fabricación nacional.
Viene con muda de ropa y manual de instrucciones en idioma desconocido,
incluimos una lista de clientes satisfechos y un libro entero con poemas que te he hecho.

Un producto de alta fidelidad,
programado para amarlo, adiestrado para nunca más defraudarlo…
y creado especialmente para usted, porque conoce sus carencias, porque vive de sus sueños.

Hará el amor en el día y en la noche, gritará su nombre entre gemidos, pedirá perdón, vibrará con sus latidos y le dirá ?Te quiero?, de la noche a la mañana y de lunes a domingo.

Damos seis meses de prueba, para su uso exclusivo, sin ningún tipo de compromisos.
si al cabo de ese tiempo usted se muestra descontento, lo aceptamos de regreso y devolvemos su dinero.

Si le interesa, no acepte imitaciones y recuerde que éste bien es perecible.
Analice costo y beneficio, verá que no pierde nada con probar,
siempre hay tiempo para volver a empezar, sólo hace falta una segunda oportunidad,
una chance de volver a estar contigo.

¡Vamos, anímese!
Dése cuenta que no hay nada que perder y mucho que ganar,
Además, no es tanto lo que pido,
sólo que me de una esperanza, una clave, una señal, algo que me indique,
sin posibilidad de interpretar,
que usted quiere volver a estar conmigo.

Si lo quisiera hacer, le llevamos el producto a domicilio, con 99% de descuento,
y de regalo estas líneas, o si prefiere este poema,
que más bien parece un cuento.



Poema A Través Del Espejo de Jaime Gil De Biedma



Como enanos y monos en la orla
de una tapicería en la que tú campabas
borracho, persiguiendo jovencitas…
O como fieles, asistentes
-mientras nos encantabas-
al santo sacrificio de la fama
de tu exceso de ser inteligente,
éramos todos para ti. Trabajos
de seducción perdidos fue tu vida.

Y tus benos poemas, añagazas
de fin de juerga, para retenernos.



Poema Realidad Y Sueño de Ali Chumacero



Náufrago de mi propio sueño,
como si transportara en la flor de los labios
el silencio desnudo,
más que la sangre muda de hospital
muerta en el abandono;
con la tristeza del que viaja
por un aire sin viaje,
reducido al silencio
bajo un olor de rosa no pensada,
cuando el jardín no sabe
si la flor es un sueño
o la esperanza presentida;
fijo en mis latitudes
con el límite sueño entre las manos,
en su cauce la sangre detenida
y el temor de que llegue hasta mi tacto
la presión más efímera
o la más fina flor ya derribada;
límite y carne, sueño ilimitado
bajo la sábana, tan blanca,
por la que corre sangre
como la vena rota
en la piel de una virgen;
amigo de mí mismo
igual al hombre que presiente
la altura de su sombra
a la hora del último camino,
cara al ángel que viaja hacia mi encuentro
con la blancura íntima del niño aún no nacido,
me recuesto en mis venas
doloroso y sediento, sin mis nervios
ni el recuerdo inicial,
aquel primer encuentro con la muerte
tan clara, pura y sombra.
Siento que un mar lejano,
hundido como puerto bajo niebla,
hasta mí llega, cuando poso mi mano ávida
sobre el temor de mi sombría piel,
igual que un río inmóvil camina por los campos,
y de la sombra de mi aliento,
lento y desnudo, fiel a mi destino,
con mi sangre en el hielo,
más fría que la estatua bajo el agua,
con el frío en las manos
y la desnuda voz enmudecida,
hacia mi sombra vuelvo,
retorno a mi naufragio.



Poema Habitaré Tu Nombre de Jorge Ruiz Dueñas



Cuando la ruina y el silencio lleguen
como la sombra maléfica
y la respiración se prolongue en el viento
cuando el desastre corporal
sea dueño de lo incierto
y aun de la última hoja
caída como ángel en desgracia:
habitaré tu nombre
refugio final
convicto ya por mi entusiasmo
bajo el signo del perdón
y la gratitud festiva de tus ojos
atrio de la lluvia incinerada
Entonces el sentimiento dormirá
como mendigo
y desde tu nombre mismo
en busca de indulgencia
reconstruiremos pasajes no advertidos
y el sustento de nuestra magra carne
será una sábana limpia
zona de encuentro de la
existencia fallida
en el siseo de los segundos
prolongado por la agonía animal
sobre una tierra yerma
y un mar cenizo y desafortunado.

Será en el ocaso cuando ese refugio de tus letras
anime la voluntad final
frente a cantores ebrios
en medio del desastre inevitable
y de la prosperidad de la hiedra
sobre mi escalfada conciencia
como muros tutelares
o baluartes cedidos al enemigo
será
que los signos de tu nombre
como alabanza de maitines
en la emoción de nuestro presidio
muden de forma y voz
lapidando mi cuerpo
ensordecido por la proximidad de himnos
que prometen el renacimiento.

Pero nada importará sino tu nombre
residencia de mi nombre y de mi cuerpo
después de la última alborada
después del llanto reprimido
después de tanta minúscula batalla
arropados de follaje
de pinares
centinelas deformes donde la luz trasciende
donde el trino del ave martirizada
después de los riesgos de mi debilidad
después de tanta sangre desbordada de ti
después de la inmisericordia
y de la luz anegando las espigas tribales
de nuestra descendencia
después de tanta molicie
prendida en los clavos del olvido
importará sólo tu nombre
tu alabanza fértil como los granos jóvenes
importará la intensidad de los recuerdos en las cosas
y la lectura perdida de la noche bíblica
importará la mano fortuita
sobre tu carne agotada
plena de sabor y lustre
tu sonrisa en busca de leves comisuras
a quien heredar el gesto de la ternura
y la apertura oral de la satisfacción confesable.

Importará tu nombre
como la mar habitó mis entelequias.

Importará porque sí
y ese estallido en el último hilván
esa caída al dolor
entumecida provincia
disolverá mi espacio
amedrentado por la expiación
y entonces sí
no será tarde ni temprano
será el momento
ni será todo ese amor
sino el Amor
el vértigo añil de los días totales
rendido tributo al sol y a la vida
a la postrer melancolía
a la inútil percepción de los actos olvidados
a la complicidad de las palabras
será tu nombre ropaje amoroso
será otra vez
sólo una vez más
el agotamiento ascendente como maleza
será la sensación del nuevo arpegio
será la basílica o su reflejo
en las aguas de genciana
como invernal anuncio
en el último vibrato de tu cuerpo
en el espejo brumoso al registrar el vuelo
de impensables palomas
restos bruñidos del último sol
será tu desnudez
habitando mi morada que es tu nombre
tutelado por el deseo insomne
que entonces ya será lacayo viejo.

Sólo un nombre habitar
sólo un silencio
sólo un grito desgarrado y enfermo
sólo saber que llegó el momento
sólo eso pedir
y estar ahí
habitando aún
tibio el cuerpo
con la lenta agonía que recorre humillante
las torturas finales
y desear y tener
una navegación postrera
una bruma entre los seres
aparecidos en las esquinas
vagarosos y silentes
un beso desvanecido
bajo la elipse del tiempo
y tu nombre y tu abrazo
soportando la levedad de mis vestigios
sin más nada que el retorno
y el lamento fugaz
y el nombre
y el arcano
y de nuevo el nombre
y mi quejido prolongado
perplejo bajo mar
quedo murmullo
el nombre
invadido de ti
ahí
en tu nombre
habitado por ti o por mi muerte.



Poema Tu Nombre de Antonia Álvarez Álvarez



Voy perdiendo tu nombre
por caminos y plazas,
por cristales sin vidrios,
por resquicios
sin sol;
hace frío en mis ojos
?era hoguera tu nombre?,
y una lluvia de olvido,
sin querer,
lo apagó.
Todo lo era tu nombre:
los sabores, la fruta,
el color de la tarde,
la caricia,
la flor…
Sólo quedan dos letras
que tiritan, perdidas,
en desvanes sin dueño,
esperando
el adiós.



Poema Ven, Méteme Mano de Emilio Prados



Ven, méteme mano
por la honda vena oscura de mi carne.
Dentro, se cuajará tu brazo
con mi sombra;
se hará piedra de noche,
seca raíz de sangre…

Coagulada la fuente de mi pecho,
para pedir ayuda
subirá a mi garganta.

¡Niégasela si es vida!
¡Clávame más tu brazo!…
¡Crúzamelo!
¡Atraviésame!

Aunque me cueste el árbol de mi cuerpo,
condúceme a ti, muerte.



Poema Arden Las Palabras de Muhammad Al-magut



Poesía, inmortal cadáver, me aburres.

Líbano arde,

Brinca cual yegua herida al borde del desierto

Mientras yo busco a una chica robusta

Para rozarla en el autobús,

A un hombre de rasgos árabes

Para derribarlo en cualquier sitio.

Mi país se desploma,

Tiembla desnudo cual cachorro de león

Mientras yo busco un rincón retirado

Y a una aldeana desesperada para seducirla.

Diosa de la poesía

Que penetras en mi corazón cual cuchillo

Cuando pienso que compongo poemas

A una chica desconocida,

A un país mudo

Que come y duerme con cualquiera.

Puedo reírme hasta que la sangre

Fluya por mis labios.

Yo soy la flor letal,

El águila que golpea a su presa sin piedad.

Árabes,

Montañas de harina y placer,

Campos de balas ciegas,

¿queréis un poema sobre Palestina,

sobre conquista y sangre?

Yo soy un hombre extraño:

Tengo el pecho de lluvia

Y en mis ojos ausentes

Hay cuatro naciones heridas buscando su muerte.

Estaba hambriento,

Escuchando la triste música

Y dando vueltas en la cama cual gusano de seda

Cuando saltó la primera chispa.

Desierto: tú mientes.

¿Para quién es esta muerte púrpura

y la flor recogida bajo el puente?

¿Para quiénes son estas tumbas

inclinadas bajo las estrellas,

esta arena que nos das

cada año cual cárcel o poema?

Ayer regresó este héroe de labios delgados

Acompañado por el viento, los tristes cañones

Y su larga lanza brillando cual puñales desnudos.

Dadle un anciano o una prostituta,

Dadle estas estrellas y las arenas judías.

Allí

En medio de la frente

Donde cientos de palabras agonizan

Quiero la bala de gracia.

Hermanos,

He olvidado vuestros rasgos,

Aquellos seductores ojos.

¡Dios mío!

Cuatro continentes heridos en mi pecho.

Creía que conquistaría el mundo

Con mis ojos azules y mi mirada poética.

Líbano: mujer blanca bajo el agua,

Montañas de pechos y garras.

Grita, mudo,

Alza los brazos

Hasta que estallen las axilas

Y sígueme.

Yo soy el barco vacío,

El viento cubierto de campanas.

Sobre los rostros de las madres y los cautivos,

Sobre los versos y metros decadentes

Verteré fuentes de miel,

Escribiré sobre árboles o zapatos,

Rosas o muchachos.

Aléjate, desgracia,

Bello muchacho encorvado.

Mis dedos son largos cual agujas

Y mis ojos son dos héroes heridos.

Desde hoy no habrá versos.

Cuando te derriben, Líbano,

Y se acaben las noches de poesía y frivolidad

Dispararé la bala en mi garganta.



Poema Sus Ventanas de Ramon Lopez Velarde



A Artemio de Valle-Arizpe.

Sus ventanas floridas,
que miran al oriente,
llevan buena amistad con las auroras
que, como primicias fúlgidas, esmaltan
al campo de victorias de su frente.

Aquella madrugada
apareció el Amor tras de su reja
y la dejó lavada
con el cristal cerúleo de su pozo…
¡Y todavía, adentro
de mi alma, hay un gozo
fluido, de mujer madrugadora
que riega su ventana y la decora!

Ventanas que rondé
en la alborada de mis mocedades;
rejas con caracoles
en que Ella gusta de escuchar el sordo
fragor de las marinas tempestades;
rejas depositarias
de aquellos soliloquios de noctívago
y de mi donjuanismo adolescente;
que yo os mire de nuevo
¡oh ventanas abiertas al oriente!



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