Poema Madreselvas Para Martín Adán de Pedro Granados



Ahora que somos
sombra y paso,
mirada y desvío,
sermón y pecado.
Ahora que el mudo muda
por enésima vez de expresión
y hecha humo la impasible chimenea.
Ahora que quizá rubricarías
como hace ya algunos años:
Con viva gratitud
por el envío de
sus bellos poemas
.
Y yo no soltara el mango
de esa sartén
aunque harto quemara;
y fuera de pronto,
siendo apenas un muchacho,
un adulto ya, ya un anciano.
Un muchacho solamente, Martín,
no un poeta. Un muchacho
de la ancha base, Martín,
de sobrio segundo
y de mamá por cocinera.
Ahora que me espera la muerte
tal como a mí. Tal como a ti
no
porque eres la enredadera.
La enredadera sobre la vid
y hasta lo alto del muro.
La enredadera sobre la más imponente higuera.
Tal como a ti no
porque eres la madreselva.



Poema Hojita Delicada… de Pedro Granados



Hojita delicada
de papel. Lacerada hermana.
Sobreviviente. Anónima.
Fría sobre el vidrio
de este escritorio. Cerrada.
Evasiva muchacha que en día.
Muchacho que un día.
Violentada. Presa. Rota.
Confidente hermana.. Beldad
nocturna. Franja
de la espuma de la playa.
Tú que eres estos ojos..
Tú que eres mi puerta, mi puerto,
mi compañera.
Tú que sopesas esta masa de amor negro
que es mi alma.
Tú que devuelves el dardo
y asimismo la aljaba.
Oh torre silenciosa.
Oh silencioso pinar.
Oh mi hermanita, mi igual,
mi paisana auténtica. Mi hija
generosa. Mi castísima beata.



Poema Estás Muerto…. de Pedro Granados



Estás muerto. Muertísimo.
Hecho todo un cadáver.
No lo niegues.
Muertos tus recuerdos.
Muerto el amor
desde hace mucho tiempo.
Mano que se abre
y exhibe las entrañas.
Mano que se cierra
y escribe.
Has dosificado las palabras.
Pero tu corazón gira
sobre la estepa. Va dando tumbos.
Pero ahora es sólo la muerte.
Te llamo porque me muero.
Te digo adiós para siempre.
Juntos y disciplinados
todos. Calzados incómodamente
para esta nueva civilización.
Te llamo desde una ventana.
El Perú ha sido una trampa.
Trampa para los afectos,
para dejar la lengua
a la intemperie.
No amo al Perú.
El Perú no existe.
Tus manos tan sólo
a estas horas.
Y un muro de barro
con el tatuaje de un arcoiris.
En ese muro yo quisiera
penetrar. A ese altorrelieve
fundirme.
Qué fácil sale la poesía
de la muerte.
Te he llamado
pero aún no te lo he dicho.
Y no hay derecho alguno.
Y no hay pie sin bola.
Y nos la hemos pasado detrás.
Tristes ya y mareados
y exhaustos. Sin despachar el palo
ni pegar el balonazo.
Te he llamado para perderte.
Te he llamado
desde esta máscara de muerte.
Colmillos, mandíbula,
grandes cavidades oculares
de muerte.
Te he llamado
para ser un muerto.
Para desde los pies a la cabeza
ser un muerto.
Para que me des, querido mío, esta dádiva
y este consuelo.

Poema inédito proporcionado por el autor



Poema En Vez De Moscas… de Pedro Granados



En vez de moscas, lagartijas;
en vez de polillas, murciélagos;
en vez de hormiguitas, hormigotas.
Así es mi habitación, aquí,
en Santa Cruz de la Sierra.
Y sin embargo, uno a todo se adapta.
Y el zapato izquierdo va bien en el pie derecho
en el apuro. Y las dos manos son diestras
a la hora de comer.
En vez de vasos blancos de yogurt, mulatas;
en vez de hispanic, cholos, negros y chinos
simplemente.
Y sin embargo, uno que trabaja
no como una hormiguita,
sino como una hormigota.
Uno que anda prendido al amor
no como una polilla,
sino como un murciélago.
Y uno que anda ahí remando más bien
como una lagartija.



Poema Contra El Secreto… de Pedro Granados



Contra el secreto
de la interpretación. Lloro.
Hace días. Hace tiempo
que llorar quería.
Tanto tiempo que no entiendo.
Tantas horas que constituyen
ahora mismo mis pasos.
Mi cara de perro asomándose
en cualquier esquina.
Mi hermano Eduardo falleció hace un mes.
Murió como pobre, pero sin deudas.
Murió como pobre, pero sin dudas.
Sus manos no tenían dudas.
Tampoco su voz. Ni su amor.
Mi hermana Elena pagó los gastos
del crematorio. Y Lucy, su viuda,
guarda por nosotros las cenizas.
En todo esto, yo no participé sino
poniéndole los ojos en blanco
a una morena. Chivilla y blanquísima de ojos
mi negra. Igualita a la muerte.

Poema inédito proporcionado por el autor



Poema Confrontado Ante La Poesía… de Pedro Granados



Confrontado ante la poesía
y ante mí mismo. Hondos
costados los del mar. Oscuros
sus sobresaltos.
Una herbívora gaviota lo sobrevuela,
me sobrevuela.
Confrontado con mis seres queridos,
con mis queridas amistades.
Haberlos traicionado a todos.
Menos en la desnuda lágrima.
Menos en el deseo incandescente.
Yo soy otro hombre ya.
Alguien que abre puertas
y se marcha. Algún otro que no busqué.
Que vino así y me fue tiñendo
desde los calcetines hasta el gorro.
Alguien que abre su puerta
y se va. Que ya se marcha para siempre.

Poema inédito proporcionado por el autor



Poema Cartagena De Indias de Pedro Granados



Aquí me tienes
otra vez disponible
al poema.
Sentado en un lugar ideal
esperando el poema.
Un lugar ideal y tranquilo
entre el ir y venir de la gente
y el poema no viene.
En este sábado por la tarde
en pleno centro de Cartagena
el poema no viene.
Entre la calle del Porvenir
Y la calle de la Soledad
no viene el poema.
Y larga y poderosa es la tromba
y la trompa del deseo.
Y total es la sinceridad.
Y auténtica la zozobra.
Y contenida la desesperación.
Y el poema no viene.
Muy alto es el cielo sobre esta ciudad,
vasto el mar
y anchísimo el continente.
Más fácil es hacer poemas sobre el exilio
en los Estados Unidos;
mucho más fácil la elocuencia de una ciudad
como Buenos Aires o Madrid.
E incluso ahora que estoy con una maravillosa mujer
–la más linda de todas, la más misteriosa,
la más cartagenera– ignoro si ella es precisamente
una llave.
Todavía no sé si es necesaria una llave
para entrar a Cartagena.
Quizá el muy alto aire
y el muy vasto mar nos hablen
–a escondidas–
entre algunas de estas estrechas calles.
Quizá Pedro Claver se anime
a interpretarnos la soledad y el porvenir de su gente
(pienso en Pedro Claver –enfermo y ya gastado–
observando atentamente la bahía).
Tal vez algún día un andino del Perú
sea asimismo caribe.
Es muy fácil hacer poemas sobre el exilio
en los Estados Unidos,
muy fácil predecir el deterioro
y la posterior destrucción.
Pero escribir algo digno sobre Cartagena
no es tan fácil. No es tan predecible.
Bocachica es la pobre
y Bocagrande ?lógico– es la rica,
y aquí se ubican los burdeles. Pero,
a la orden estoy.
Con mi corazón andino y mi deseo africano.
Alto cielo y vasto mar de la costa
por ahí me voy a encontrarlos.



Poema Yo Te Puedo Poblar, Soledad Mía… de Pedro Garfias



Yo te puedo poblar, soledad mía,
igual que puedo hacer rocas y árboles
de estas oscuras gentes que me cercan.
¿Cómo, si no, llevar sobre los hombros
la ausencia? El ágil viento me conoce
y ayuda en mi trabajo: cada día
cuelgo del monte nuestro cielo limpio,
planto en el lago nuestra rubia era
y el ancho río de corriente pródiga
vacío lentamente…
Allí donde los pinos y los álamos,
donde la encina sólida y el roble
el claro olivo de verdor de plata.

Y sobre el culto césped
el triunfo de la espiga.
El sol muy en lo alto, fatigando
el aire con sus alas,
en el cenit su vuelo detenido.

Cómo su gracia y limpidez los ojos
me abrasan con su luz… No lo soñara
la torpe mano que me arrebatara
mi blanca Andalucía.



Poema Yo Sé Que Ya Mi Voz Se Va Perdiendo… de Pedro Garfias



A Pedro Camacho

Yo sé que ya mi voz se va perdiendo,
yo sé que ya mis ojos vuelan poco,
sé que de tanto ya sentirme loco
loco me estoy volviendo.

Sé que mi amor sé fue sin haber sido,
que mi vida se va porque así quiere,
y que mi anhelo de vivir se muere
en pasmo convertido.

Sé que esto ya no cuenta y que no es cuento
ni el velo ni el desvelo de la noche.
Apenas siento deslizarse el río.

Al corazón pongo el oído atento.
Como Rubén siento pasar un coche
y pasa por mi carne un largo frío.



Poema Porque Te Siento Lejos… de Pedro Garfias



Porque te siento lejos y tu ausencia
habita mis desiertas soledades,
qué profunda esta tarde derramada
sobre los verdes campos inmortales.

Ya el Invierno dejó su piel antigua
en las ramas recientes de los árboles
y avanza a saltos cortos por el prado
la Primavera de delgado talle.

Por el silencio de pendiente lenta
rueda la brisa en tácito oleaje
y apunta la violeta su murmullo
al pie del roble y de la encina grave.

En las aguas inmóviles del lago
anclan nubes y luces vesperales
y tiende el bosque sus flexibles redes
al vuelo prodigioso de tu imagen.

El sol azul con cuidadosas manos
rayos y brumas teje en noble arte
hasta dejar de tu color, amada,
la piel inmaculada de la tarde.

Te miro recostada sobre el césped,
agua verde y verdor claro tu carne,
tu rumoroso pelo embravecido
y el bosque de tu risa palpitante.

Alrededor de tus tobillos breves
ciñe la luz minúsculos collares
y abrazan a tus brazos poderosos
los tallos y las ramas verde antes.

Pulsan las finas cuerdas del silencio
tus voces y los pájaros locuaces;
el cielo en plenitud abre sus venas
de calurosa y colorada sangre

¡y alza mi corazón su pesadumbre
como un nido de sombras un gigante!



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