Poema La Isla De La Cintura de Pedro Enríquez



La armonía del círculo nos enlaza
perfección de lo desconocido
surco de un espacio donde los labios
siempre inventan amapolas

Avanzas y es el mundo el que retrocede a su origen
huyes y arrasas este dominio de palabras

Amor si eres poema no quiero nombrarte
sentir la lepra que devora el tiempo
la fiera zarpa de la fantasía los minutos enredados
la solitaria idea de la presencia el abrazo sin final
los portales desnudos que un día cruzamos juntos
esta caracola donde puede adivinarse el alba

Arrojo estelas de un poema laberinto en el fuego
y me quema los dedos el humo de la ausencia
y en la manos vacías aún duerme el perfume
pero es una llaga abierta otra dimensión el pensamiento
paisaje el sueño donde esconde su látigo la monotonía
y el insomnio es caballero errante de la noche
y los molinos de viento son tu pelo enredándose
lanza rota mi voluntad estrellada en el cielo primero

En el alba se abren otros ojos párpados horizonte
el vaso entre los libros el cristal frío el ron quemando
incendio de lámparas
el sándalo violeta
y puedo escapar de la constelación que me asfixia
para encontrar tu nombre en el país de las maravillas
donde son verdad los cuentos y nunca las rosas hieren

La música se repite
me salva
avanzo por las escaleras
vuelvo a las puertas de madera y entro sin llamar
imágenes en los cristales donde busco un hueco
imborrable
allí duermes y controlas el abismo del olvido
las manos que conocieron otras raíces otra salida
la grieta por donde la pasión empuja
hasta arrancarnos las ropas
y rodar desnudos sobre las arenas
buscando la postura de los barcos solitarios
navegando sin rumbo
acariciando la lluvia perdidos en el misterio
atracando al fin en un muelle abandonado
sol único la presencia
los mismos pájaros picoteando
la piel que la luz descubre
la isla de la cintura
lentamente mapa
recreado
dibujado
amado
uno a uno el rojo de la
granada
vencido
paseante de las calles
sin decir la palabra que temo

(del libro EL ECO DE LOS PÁJAROS)



Poema El Eco De Los Pájaros de Pedro Enríquez



Bajo la sombra fiera de las cornisas

(acaso la luz un día rasgó el blanco

de los ladrillos moribundos)

cómo decir las palabras sin nombrarte

las manos acelerando la vida

las ruedas deteniéndose en las plazas vacías

otros viajan veloces y atraviesan anónimos el olvido

pero somos dos precipitados sobre el asfalto

sintiendo como el tiempo nos engaña

lento el viento cortando los cuerpos

sólo una mano dirige la muerte y la vida

la otra busca el fuego

giro sobre el vacío y de nuevo la misma calle

los labios no engañan

ahonda con tu mano en el futuro

esta es la codicia del segundo

he perdido la costumbre

mañana volveré a este lugar de ventanas cerradas

es la noche habitándonos

son los pájaros vete cantarán la madrugada

mañana se agita en el eco

mi espalda agujereada así tan cercanos

dirección prohibida

un misterio los dos puntos en la piel

dos cuerpos y un signo

estoy detenido sobre el vacío

la lengua gira se descubre sin palabras

estas son las tijeras del recuerdo

a veces no basta la memoria

tampoco la certeza

nadie conoce no conozco no conoces

ellos no comprenden nadie el segundo perseguido

se cierran las luces las ventanas las puertas desconocidas

imagíname un gesto lejanísimo

de nuevo cruzo los muros sellados

las árboles me descubren la soledad

Comienza el ciclo del polen

mascarillas para el silencio

(del libro EL ECO DE LOS PÁJAROS)



Poema Dedicatoria6 de Pedro Enríquez



-Dedíqueme usted esta flor de arena.

(Levanta la mirada

luz en la costumbre de la pluma

piensa

sonríe acaso infinitamente

tristeza

pájaro de ilusión

veintitrés siglos

dibuja una granada el sueño).

-Hace muchos años…

-No importa

yo recuerdo desde el otro olvido del agua.

(Se inclina

traza un signo de estrellas sobre los versos

formas de humo).

-Fue casi ayer…

-lentamente murmura la sombra

que se aleja.

(Del libro Historias de Arena)



Poema Coplas Que Hizo Teniendo El Amor En El Estrecho Que Aquí Dize de Pedro De Cartagena



La fuerza del fuego que alumbra, que ciega
mi cuerpo, mi alma, mi muerte, mi vida,
do entra, do hiere, do toca, do llega,
mata y no muere su llama encendida:
pues ¿qué haré, triste, que todo m?ofende?
Lo bueno y lo malo me causan congoxa;
quemándome el fuego que mata, qu?enciende,
su fuerza que fuerza, que ata, que prende,
que prende, que suelta, que tira, que afloxa.

¿A do yré, triste, que alegre me halle,
pues tantos peligros me tienen en medio?
Que llore, que ría, que grite, que calle,
ni tengo, ni quiero, ni espero remedio:
ni quiero que quiera, ni quiero querer,
pues tanto que quiere tan rauiosa plaga;
ni ser yo vencido, ni quiero vencer,
ni quiero pesar, ni quiero plazer,
ni sé qué me diga, ni sé qué me haga.

Pues ¿qué haré, triste, con tan gran fatiga?
¿A quién me mandáis que mis males quexe?
¿Qué me mandáis que siga, que diga,
que sienta, que tome, que haya, que dexe?
Dadme remedio, que yo no lo hallo
para este mi mal que no es escondido;
que muestro, que cubro, que sufro, que callo,
que biuo me mata y no puedo dexallo,
por donde de vida ya soy despedido.



Poema La Canción Del Pordiosero de Pedro Correa Vásquez



Y fue en vano el grito de dolor

que lanzó en medio del Desierto

Su alma era un depósito de oscuros recuerdos.
Su calma, sólo una forma de fingir.

Miró a todas partes:
nadie acudía a salvarlo.

Una inmensa ola, nacida en el infierno,
lo arrastraba y ya no sentía dolor.

Mejor era el placer de saberse ido,
borrado de la faz de la Tierra.
Y en medio del abismo que esperaba a su angustia, pensó:

si la flor hubiera sido eterna…

Y luego, todo cesó.



Poema Cuentan De Un Sabio, Que Un Día de Pedro Calderon De La Barca



Cuentan de un sabio, que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas yerbas que cogía.
«Habrá otro», entre sí decía,
«más pobre y triste que yo?»
Y cuando el rostro volvió,
halló la respuesta, viendo
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó.



Poema Cantarcillo de Pedro Calderon De La Barca



Ruiseñor que volando vas,
cantando finezas, cantando favores,
¡oh, cuánta pena y envidia me das!
Pero no, que si hoy cantas amores,
tú tendrás celos y tú llorarás.
¡Qué alegre y desvanecido
cantas, dulce ruiseñor ,
las aventuras de tu amor
olvidado de tu olvido!
En ti, de ti entretenido
al ver cuán ufano estás,
¡oh, cuánta envidia me das
publicando tus favores!
Pero no, que si hoy cantas amores,
tú tendrás celos y tú lloraras.
HREF=»http://gigs.infase.es/cgi-bin/status.cgi?88779″ target=»_blank»>



Poema A La Noche(calderon De La Barca) de Pedro Calderon De La Barca



Esos rasgos de luz, esas centellas
que cobran con amagos superiores
alimentos del sol en resplandores
aquello viven que se duele de ellas.

Flores nocturnas son: aunque tan bellas,
efímeras padecen sus ardores,
pues si un día es el siglo de las flores,
una noche es la edad de las estrellas.

De esa, pues, primavera fugitiva,
ya nuestro mal, ya nuestro bien se infiere;
registro es nuestro, o muera el sol o viva.

¿Qué duración habrá que el hombre espere,
o que mudanza habrá que no reciba
de astro que cada noche nace y muere?



Poema La Vida Es Sueño – Jornada I – Escena I de Pedro Calderon De La Barca



Sale en lo alto de un monte Rosaura en hábito de hombre, de camino, y en representando los primeros versos va bajando.

ROSAURA

Hipogrifo violento,
que corriste parejas con el viento,
¿dónde, rayo sin llama,
pájaro sin matiz, pez sin escama,
y bruto sin instinto
natural, al confuso laberinto
de esas desnudas peñas
te desbocas, te arrastras y despeñas?

Quédate en este monte,
donde tengan los brutos su Faetonte;
que yo, sin más camino
que el que dan las leyes del destino,
ciega y desesperada,
bajaré la cabeza enmarañada
de este monte eminente
que arruga al sol el ceño de la frente.

Mal, Polonia, recibes
a un extranjero, pues con sangre escribes
su entrada en tus arenas,
y a penas llega, cuando llega apenas.

Bien mi suerte lo dice;
mas ¿donde halló piedad un infelice?

Sale Clarín, gracioso.

CLARÍN

Di dos, y no me dejes
en la posada a mí cuando te quejes;
que si dos hemos sido
los que de nuestra patria hemos salido
a probar aventuras;
dos los que, entre desdichas y locuras,
aquí habemos llegado,
y dos los que del monte hemos rodado,
¿no es razón que yo sienta
meterme en el pesar, y no en la cuenta?

ROSAURA

No quise darte parte
en mis quejas, Clarín, por no quitarte,
llorando tu desvelo,
el derecho que tienes al consuelo;
que tanto gusto había
en quejarse, un filósofo decía,
que, a trueco de quejarse,
habían las desdichas de buscarse.

CLARÍN

El filósofo era
un borracho barbón; ¡oh, quién le diera
más de mil bofetadas!
Quejárase después de muy bien dadas.
Mas, ¿qué haremos, señora,
a pie, solos, perdidos y a esta hora,
en un desierto monte
cuando se parte el sol a otro horizonte?

ROSAURA

¿Quién ha visto sucesos tan extraños?
Mas si la vista no padece engaños
que hace la fantasía,
a la medrosa luz que aún tiene el día
me parece que veo
un edificio.

CLARÍN

O miente mi deseo,
o termino las señas.

ROSAURA

Rústico nace entre desnudas peñas
un palacio tan breve,
que el sol apenas a mirar se atreve.
Con tan rudo artificio
la arquitectura está de su edificio,
que parece, a las plantas
de tantas rocas y de peñas tantas
que al sol tocan la lumbre,
peñasco que ha rodado de la cumbre.

CLARÍN

Vámonos acercando,
que éste es mucho mirar, señora, cuando
es mejor que la gente
que habita en ella, generosamente
nos admita.

ROSAURA

La puerta
(mejor diré funesta boca) abierta
está, y desde su centro
nace la noche, pues la engendra dentro.

Suena ruido de cadenas.

CLARÍN

¡Qué es lo que escucho, cielo!

ROSAURA

Inmóvil bulto soy de fuego y hielo.

CLARÍN

Cadenita hay que suena,
mátenme, si no es galeote en pena;
bien mi temor lo dice.



Poema La Vida Es Sueño – Jornada Iii – Escena Xix de Pedro Calderon De La Barca



SEGISMUNDO

Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad