Poema Recuerda de Rosa Romojaro



Esas copas que brillan como llama
y que laten al tacto de metales
ligeros -tantas copas-; esa trama
que, sobre cal, dibujan, verticales,

las hileras de libros en tapices
de olvido -tantos libros-; todos esos
atajos y caminos de matices
parejos que descubre la luz, presos

entre los montes -tantos-. Tantas cosas
iguales y cercanas, ordenadas
y juntas son, más aún que las rosas,
más aún que el reloj o las azadas,

recados de la muerte: faltará
tiempo para vivirlas todas ya.



Poema Ratas En El Jardín de Rosa Romojaro



Allí estaba entre ramas. Sigilosa.
Oscura sobre el blanco de la cal.
Luego, corriendo en la cornisa. Luego,
el cerco de su ojo, amarillo en la sombra,
saliendo del macizo. Y allí, otra vez, los dos,
con las manos cogidas, sabiendo que una rata
sola no hace septiembre, mirándonos perplejos.



Poema Dánae de Rosa Romojaro



Chispean los minutos como lluvia
de oro en el espejo azul de la consola.
Mediodía de un jueves soleado
en soleante seducción del blanco cuerpo
retenido en la cámara.
La bella
se desteje limosa en los sueños del lino
y, mecida, no sabe si la mano es un pez
bajo liviana ola, o medusa riente
en un brazo de mar.
El cobre del cabello
se derrama cubriendo el cabezal de ascuas
encendidas.
En el cenit el sol arde la fronda.
Y la bella despierta al fervoroso tacto
de la líquida fibra,
y en el espejo mírase,
despeja la espesura
y, sabiamente, ámase.



Poema Tsunami (ii) de Rosa Lentini



El tsunami, despliegue de dudas,
las casas, las personas,
los animales y las aceras,
vacío en el rastro
de la doble ola en las arenas,
leías.

Lugar, suspiro del agua,
de urgencia y desolación
el primer sueño antes del desorden,
viaje alterado.

En fila india para morir.



Poema Tsunami (i) de Rosa Lentini



Espera, espacio al que nacemos,
codicia de las aguas previniéndonos,
obligados a imitar las ciudades
que erigen muros de contención
y puentes cruzando esos muros
aún después de largos años de calma.

El cálido sur hacia mí
impone esa barrera
y el sur-a-mi o la devastación
que arrastra la quietud.

Diez metros de piedras levantadas
no nos protegerán.



Poema La Parte Teórica de Rosa Lentini



Luego llegaron los carros
de otros desheredados
que se dirigían a nosotros
como si tuvieran la única respuesta,
como si fuera suya la última pregunta:

«¿Es ésta la frontera?»

y yo les contesté

«¿Es vuestra la frontera?»

Ningún mapa celeste cuando se ha alzado
un muro tan alto como la amenaza.,
y aún, excavando despacio,
hay voces en las corrientes marinas que se olvidan
o me traen una muerte pequeña,
redonda, como el óvalo de la miniatura
que cuelga silenciosa,
a la entrada de la casa,
con mi voz absorbida
por las esponjas en sus manos:

«¿Qué veis en mi voz?» pregunté,
la O y la Z parecieron bambolearse
ligeramente y rebotar en la pared de enfrente.
Ahora mi cuerpo cuelga de alambres
secándose al sol,
despejando de las palabras
un olor a humedad,
y la familia, más real, más cálida bajo la linterna,
ya sus cabellos blancos en el bosque
lejos de los bloques de hormigón,
cabellos blancos de la mujer que mira
y desde el otro lado de la calle nos sonríe,
la calle que conduce hacia otra necesidad,
como el curso de un río que nos avisa:
«Esta es tu obra,
estas palabras miden tu voz,
y este lugar vacío tu sueño.»



Poema El Camino A Casa de Rosa Lentini



«Dentro no hay distancia ?dice una voz?,
aquí abajo, pulso a pulso,
se sucede el bombeo del alimento.
Ese instante antes del comienzo
en el que aún todo es posible.
El caos tranquilo y uno,
cabeza, tronco y extremidades en formación,
luego el cuerpo que se desmiembra en el viaje
y vuelve, pero cambiado.»
Todo en ese movimiento ante-primero: dedos,
aletas ocultándose en viejas oquedades,
algas adhiriéndose a los cabellos,
la sordera bajo la arena,
este abrazo del mar más profundo.



Poema Sé Que Me Voy de Rosa Cruchaga De Walker



Sé que me voy. Me voy retrocediendo
como el salmón que vuelve cuna arriba.
No alcancé nunca al mar, estando viva.
No llegaré a las cumbres, falleciendo.
Sé que te vas, te vas y no queriendo:
como una esponja amarga y fugitiva.
Hasta el fondo del mar con tu saliva,
sobre la arena rosa oscureciendo.

Sé que te vas de mí. Que nada queda:
ni un rastro ni algún sauce que nos pueda
llorar de bruces arañando el río.

Yo nunca llegué al mar. Yo nunca: siendo
que aquel morir inmerso era lo mío.
Y que. me voy, te vas. Nos vamos yendo.



Poema Noches En La Madre de Rosa Cruchaga De Walker



Noches de nifia; siempre en su costado,
como lluvia en la lluvia, iba y venía.
Un levántate escondo, como Lázaro
que arrebatan de madre en piedra tibia.
No alcancé a ser su sangre: sólo el pálido
néctar que la nutrió y empobrecía.
Yo era un bulbo profundo: allí llegaron
por las venas auroras encendidas.

Y había de nacer: antes descanso
me procuró en sus fosas sumergidas.
Martirio que inminente me signaba
y en profundos laureles me ceñía.

Que yo quiero esta vez madre sin labios,
duro pecho que no traspasaría.
Me gesto ancíana y nifia para el mármol,
alud rojizo, cicatriz de orillas.



Poema Despierten de Rosa Cruchaga De Walker



No le culpen en pecho sino en roca.
No le tomen el eco por latido.
No es hijo: es un deshielo en que se esponja
cima en que no cabía ya más frío.
No le hablen que la espiga tiene roja
médula que las uvas ya palpitan,
porque él viene de un mar, vértigo y boca
donde la vida emerge y cae hundida.

No le canten: se acuerda de su siega,
cuando un tallo cortó que estremecía.
Que aliente al oír pasos en sus venas,
pasos de vuelta a mar ya sin orillas.

No despierten las lluvias esa yesca
de mi carne arrasada en un diluvio.
Muera sin sed: por no beber se muera
sin el agua culpable y sin el fruto.



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