Poema Mayo Hundió Treinta Y Un Garfios En Mi Espalda… de Román Luján



MAYO HUNDIÓ TREINTA y un garfios en mi espalda
Cómo explicarlo: el mundo
solía esperarme a la vuelta de la esquina
deseable por lejano inmerecido
futuro aún en su cáscara
justo antes de pudrirse

Pero una tarde ?certeza de lo inmóvil?
el hastío del mismo ocaso mismo puño mismo nombre
mismos aparadores celando la belleza
irrumpió con su enjambre de silencios
con su discreta furia

Cada golpe
fue exacto paciente irreversible:
el ansia por ejemplo y sus relámpagos
sacudieron el cielo de la alcoba
devastaron
senderos vírgenes de tanta incertidumbre
Superado el incendio
cierta angustia
fue esparciendo mandíbulas de acero en el follaje
de aquel mes carnicero
y una a otra gotearon mis entrañas
en su espiral nocturna

Mayo hilvanó un collar de rostros un rosario
colgado entre las fauces de una hiena
que en sueños me persigue
sórdido bufón que exuda miedo
en las fisuras más tiernas de mi sombra
hasta volverme ajena la sintaxis
el pan del hambre asir una cuchara

Y ahora a pocos meses
de reunir las costras
dispersas en la almohada
de emerger ya sin córneas
que resistan el peso de la aurora
a poco de fingir
que el miedo cicatriza en mis costados
y apretar el mango del grillete
para no caer sin furia en qué morirse
hundo mi pie en el aire
reconozco
el mismo polvo ardiente en mi esqueleto
el mismo borrador abandonado
la fuerza que adelgaza en sus extremos
esta vacilación creciente de la sangre
que a ratos pacifica ?robustece?
antes de volverse la resignación
del que no haya su reflejo
en el charco después de la tormenta



Poema La Daga Verdadera Es Microscópica… de Román Luján



LA DAGA VERDADERA es microscópica, no tromba en filos ni sangre en estampida. Lo sabes, Alejandra; anticipas los nudos, me recorres. La luz puede albergarse en la rendija que un párpado extiende ante el objeto de su miedo. Detrás de mis cristales inauguro las venas mortecinas de tu árbol, tus lágrimas de herrumbre, la pizarra en tu fulgor de seconales. Migajas de licores y algún feto descienden por tus piernas, los folios se interrogan sendos crímenes: poemas. Bathory abre sus garras maternales. Un cadáver no venga las injurias ?Blake lo sabe? ni el cielo del infierno en matrimonio. Al fin la piedra demencial ha germinado, la palabra deseo relumbra en tus cartílagos. Has llegado: la noche ya gime en tu mirada. ¿Qué harás con el miedo?

a Alejandra Pizarnik, in memoriam



Poema Flebas de Román Luján



El polvo cumple su final descanso.
A lo lejos, insectos antiquísimos,
cadáveres que flotan al arbitrio del cenit.
La ceniza de flores, nunca antes mancilladas
por la vista o el olfato, urde serpientes
que al chocar entremezclan sus perfumes,
su nostalgia de pétalos. En la arena
el sol deja morir fulgores líquidos,
señala con desgano el paradero de la brisa,
la púrpura mortaja que extiende la marea.
Una libélula incuba su progenie
en la oreja del náufrago; sobrevuela esa boca
repleta de sargazos y feroces astillas.
En el torso, la canícula esparce
larvas que destruyen los desiertos,
cicatrices en un álbum de pupilas.
En esta procesión de luces reventadas
en dunas, como en senos amargos,
la sangre tiene forma de murciélago.



Poema Basta Un Guiño De Pezón Para Que El Ansia… de Román Luján



BASTA UN GUIÑO de pezón para que el ansia
me traicione un devaneo cachondo en el perfume
el asomo furtivo de algún hilo dental
asfixiado entre hemisferios donde el sol
no se ponga
para lanzarme a pique
ciego de mí fortuito apenas sin conciencia
en franca expedición hacia el capullo
palpitante en las ingles de cualquiera aguardándome
el ombligo carnívoro la almohada sin grilletes
puro néctar y voces confundidas
en un mismo escabeche
es decir el jolgorio
sudor recién horneado fluyendo por la espalda
sin bolero sin rosa ni pliego de quejumbres
sin pedir el teléfono
es decir la tempestad alada y sin rencores
producto de una fiesta sin corbata ni holanes
brindemos con saliva
y si te veo mañana
?de antemano te ruego me disculpes?
juro pasar de largo



Poema Autocensura de Román Luján



No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas
Oliverio Girondo

No escribo nada

Llevo noches corrigiendo balbuceos
podridos desde el útero
alimentando de palabras al reptil
que gira en mi cerebro y lo envenena

Aborto ideas antes de concebirlas
en tanto el primer verso
devora a los siguientes
en un afán caníbal de silencio

Debajo de mis párpados
los sueños
justo antes de soñarlos se vuelven pesadillas
que jamás recuerdo
y me despiertan
temblando
sin memoria
inquilino de un cuerpo
que disuelve la noche
sin saberlo



Poema Atravieso El Dolor… de Román Luján



ATRAVIESO EL DOLOR
doy vuelta a la ola del espanto
a esta página de furia carmesí
porque mis venas se cansaron de invocarte
porque mi frente ya no apunta sino al ángulo en que ondulas la sonrisa
ese pañuelo moribundo

a ciegas lo atravieso
como si fuera una sustancia
gelatinosa
ensayo torpemente el balbuceo
que se obsequia en todos los andenes
y a pesar del invierno abro los ojos
para que el viento cicatrice tus perfiles

Atravieso el dolor
imbécil
como si el dolor pudiera atravesarse
semejante al que salta por un aro en llamas
y pretende
no llenarse el aura de cenizas
al náufrago que olvida las noches sin respuesta
al divisar la proa

y como nada puedo atravesar
rasgo los muros
con los nudillos de esta voz roída despojada
de obscenos sustantivos
de tu cuerpo
onomatopeya de la luz entre mis brazos
de esta voz que ya no sabe atravesarte
de esta voz en la que sobrevives como un nombre
que desde hoy designa al aire y mi camisa
al espejo y lo que esconde
al café humeante al sacrilegio
del aura sin orillas
a tu silueta
al sol



Poema A La Salida Del Bosque de Rolando Sánchez Mejías



I. M. St. Mallarmé

Habría, a la salida del bosque, algún pensamiento virgen. Cierta
sonoridad de plata, o blancura, conseguida, a duras penas, con el
esfuerzo del cuerpo (de M. y los demás). Cierta pena, sobrevivencia
del alma, por el esfuerzo. Y la Luna, que señala los vestigios de la
lucha. También la inclemencia, sobria, de los árboles, blanqueados,
el dorso, por esa Loca de la Casa, allá en lo alto. Cierta sonoridad
de plata
, o romántico murmullo, al final, apenas inteligible, el pobre.
Y el cuerpo, un viva por el cuerpo, se lo merece.



Poema Día De La Madre de Rolando Revagliatti



Mamá merece un lavarropas nuevo
y una multiprocesadora de 400 vatios de potencia
y una más moderna licuadora

Mamá merece también una tostadora eléctrica
de última generación
y un secavajillas con cinco programas y tres temperaturas

Mamá es muy buena
No hay como mamá

Mamá merece una lustraspiradora
con barral cromado rebatible y tres cepillos flotantes
¿Qué menos que una máquina de coser
con quince funciones de puntada
merece mamá?

Mamá es muy buena
Merece esto y mucho más

Mamá merece una cocina con paneles autolimpiantes
y puerta visor con doble vidrio
Mamá merece una plancha con capacidad
de tanque para 320 mililitros

Mamá es muy buena
Queremos mucho a mamá
Demos de una vez en el blanco
de las principales
necesidades de mamá.



Poema Amadeo Modigliani de Rolando Revagliatti



Madame Pompadour y su puntualidad a la hora de la ironía
vino áspero en el vaso del compañero
amigas atravesándote con sus enyesados fuegos recónditos
amigos en los trazos de ternuras y vigores

Y tu Juana Hébuterne también ella gestando.



Poema Al Medio Y Por La Mitad de Rolando Revagliatti



Fuego sagrado tú
enviudé con astucia y placebo

Neo-cerbatánico
escupo monogramas
endilgo inagotables iniciales
lacro por lo que dure esta disipación
tartamuda de linajes y otras señas

Estamos en la niebla de paso
reprimo besos
y te invento bondadosamente

Contigo tomate partido al medio
y milanesa partida al medio
y huevo duro por la mitad:
sensorium y perceptum:
tú del pan lactal
yo, de las cebollitas de verdeo

Aire en grumos siendo desalojado de mi pecho:

chamusca, carajo, la niebla
sin embargo.



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