Poema Cuando El Mar Te Regrese de Santiago Azar



A Cecilia

Cuando el océano respire hondo sobre tu alma,
y la luna recoja el tesoro que dejaron tus ojos sobre la tierra,
Ay! subirás las escaleras con tus libros bajo el brazo
y entrarás a una biblioteca a conversar con la sabiduría,
volverás a ser tú la misma muchacha del cabello caído,
la que partió al fondo del mar a encontrar una caracola,
la que obsequió la vida repleta de luces en kilómetros de arena,
y en tu casa la madre se pregunta a veces por qué,
por qué la niña liberó su dulce corazón en la sal del mar.
Ay! yo no sé, sólo desde mi mundo te ofrezco flores,
ofrezco mirarte aparecer en las noches como una sirena,
prometo sentarme en la arena, amiga, y cantarte fuerte,
para que reconozcas esos días reunidos bajo la tarde
danzando en la espuma furiosa de un licor.
Prometo sacar la sal del océano para verte entre las olas
y que tus cabellos sean cada alga que las aguas nos regalen.
Amiga, envíanos besos y abrazos a través de la espuma,
envíanos tus manos en las plumas de una gaviota,
tráenos tu aliento fresco debajo de alguna roca,
porque aquí te estaremos esperando, yo a lo lejos,
tu madre con una mesa repleta y recién servida,
aquellos compañeros con un almuerzo en el casino.
Amiga, todos te regalamos un suspiro que te trae nuevamente:
tu bolso sobre el hombro, tu mirada de primavera,
tus pasos que quedaron marcados para llegar a la vida.
Amiga, aquí te esperamos, todos los vivos y los muertos,
cuando el mar te regrese y diga tu nombre muchas veces,
cuando el mar te regrese y hagas flores con tus sueños.



Poema Con Cien Pesos En Las Manos de Santiago Azar



Otra vez la lágrima,
de pie a cabeza me recorre la nostalgia,
de las rosas doradas de nuestros ojos.
Mis queridos compañeros,
les pido que junten cien pesos
en cada mano y levantemos dos cervezas,
así un brindis de espuma y calor,
desfilará como primavera entre los sueños.
Volverán nuestras risas de tarde en tarde,
los juegos y el caballo de bronce en el polvo;
las historias jamás terminadas.
Yo me traje de todos un poco,
el tren desde Santiago venía despacio
y no alcanzó a devorarse los recuerdos.
Me traje tus camisas, Edgardo,
tus botas que gritaban, Diego,
tus páginas y revistas, Oscar;
me traje toda una vida revuelta,
porque éramos tantos y sólo uno.
Fueron muchas las noches de sueños con versos perfectos,
muertos que volvían de sus tumbas a saludarnos,
porque la poesía nos conocía y nos besaba.
Nosotros éramos un poema que quedó inconcluso.
Volverán las cosas, las risas, los llantos,
tras los años en una lejana puerta,
ese dichoso abrazo de fuego;
un amigo en la distancia: un lucero.
Tras los años, en alguna puerta lejana,
la propia juventud tras nuestras canas;
tras los años en alguna casa lejana,
con cien pesos en la mano y
el eterno brindis de seis muchachos
entre espuma, calor y sueños.



Poema Canto De Dolor Y Muerte A Las Viudas De Lota de Santiago Azar



Llora Chileno, llora de suelo a los ríos,
porque nuevamente han vuelto los gritos a las calles.
Hay sangre negra que se comió el mar,
hay picotas que se quedaron liquidadas en la batalla,
a las palas les cayó una guillotina de oscuridad y espanto.
Fueron veinte, veinte soldados de la jornada,
cuarenta brazos que levantaban el sol y
lo escondían como tesoro en la minas.
Fueron veinte las sonrisas que se acabaron,
y son millones los ojos que se derrumban.
Otra vez, otra vez, la muerte te alcanza en la victoria,
en la victoria del sudor y a las manos desnudando la roca.
Otra vez, otra vez, la lágrima se levanta como bandera.
No llores mujer, porque el minero ya vuelve,
no llores madre, pues tu hijo bajará a la mina a buscar
los huesos de su padre con una risa y silencio.
No llores Lota, porque piedra a piedra,
carbón a carbón, hoy quiero subirte a los caballos del aplauso.
De pie, viuda! Aún no acaba la miseria,
aún te queda ese trozo de tierra que arrancaste al Sur de Chile.
Canto de dolor y muerte, de pupilas disparando terror
es lo que hoy se me viene a la mente,
pues se me cayó un territorio de corazón que tenía
en ese peón del castillo de uvas de piedra.
Ay! viuda, promete que dejarás que bese,
promete que me traerás a tus niños,
para recitarles mis versos más tristes.
Me ha recibido una bala de carbón tras la cabeza.
Sabes Chileno, sabes sureño,
fueron veinte y cien los que regresaron de sus tumbas de años;
fueron veinte los que aquella tarde
jamás regresaron con el pan a su mesa.
Fueron ellos los que dieron el beso en la mañana
a las hermosas mujeres de sus sueños,
para dar el último regalo de sus vidas.



Poema Trabaja de Santiago Anguizola Delgado



Abra el surco en la gleba tu misma mano;
que el sudor de su rostro fecunde el suelo;
lanza cada semilla con un anhelo
y siembra una esperanza con cada grano.

Trabaja cuanto puedas, que bajo el cielo
nadie ha hecho ninguna labor en vano:
hay siempre una conquista por cada vuelo
y una América oculta tras cada arcano.

Lucha, que aún es tiempo y la vida corta,
la faena comienza, que nada importa
lo fatigosa y larga que ella te sea.

La cosecha es el premio de lo sembrado:
el hombre su sustento debe al arado
y su progreso el mundo debe a la idea.



Poema Manos de Santiago Anguizola Delgado



Manos que son seráficos señuelos
para ceñir las almas con cadenas;
manos finas, y suaves, y morenas,
que provocan fantásticos anhelos.

Manos que son retazos de los cielos,
por el azul procero de las venas,
como alas de arcángel, siempre llenas
de la gracia de Dios en los hoyuelos.

Manos donde el milagro se presiente
de verlas transformadas en estrellas
cuando se abren sus dedos blandamente;

Manos encantadoras y tan bellas
como para pasarse eternamente
acariciando el corazón con ellas.



Poema Ya Toda Me Entregué de Santa Teresa De Jesus Sanchez



Ya toda me entregué y dí,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó herida,
en los brazos del amor
mi alma quedó rendida;
y, cobrando nueva vida,
de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.



Poema Villancico de Santa Teresa De Jesus Sanchez



Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
«Que muero porque no muero».

Esta divina unión,
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero:
que muero porque no muero.



Poema Tras De Un Amoroso Lance de San Juan De La Cruz



Tras de un amoroso lance
y no de esperanza falto
volé tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.

Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino
tanto volar me convino
que de vista me perdiese
y con todo en este trance
en el vuelo quedé falto
mas el amor fue tan alto
que le di a la caza alcance.

Cuanto más alto subía
deslumbróseme la vista
y la más fuerte conquista
en escuro se hacía
mas, por ser de amor el lance
di un ciego y oscuro salto
y fui tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.

Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba
dije: No habrá quien alcance.
Abatíme tanto tanto
que fui tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.

Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo
porque esperanza de cielo
tanto alcanza cuanto espera
esperé solo este lance
y en esperar no fui falto
pues fui tan alto tan alto,
que le di a la caza alcance.



Poema Super Flumina Babilonis de San Juan De La Cruz



Encima de las corrientes
que en Babilonia hallaba,
allí me senté llorando
allí la tierra regaba,
acordándome de ti
¡o Sión!, a quien amaba.
Era dulce tu memoria
y con ella más lloraba.
Dejé los trajes de fiesta
los de trabajo tomaba,
y colgué en los verdes sauces
la música que llevaba
poniéndola en esperanza
de aquello que en ti esperaba.
Allí me hirió el amor
y el corazón me sacaba.
Dícele que me matase



Poema Llama Del Amor Viva de San Juan De La Cruz



¡O llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,
¡rompe la tela de este dulce encuentro!

¡O cauterio süave!
¡O regalada llaga!
¡O mano blanda! ¡O toque delicado
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida has trocado.

¡O lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
color y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!



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