Poema A Mi Hija (silvia Elena Regalado) de Silvia Elena Regalado



Si hija,
quisiera ser
la madre más normal del mundo
para vos.
Aunque me veas siempre
pateándole la cola
a mis sueños
corriendo
ensimismada
agotada
loca y feliz
a pesar de tanta angustia.
Mi sueño más dulcito
sos vos
y
quisiera fugarme
en esta mañana de trabajo
a saltar caballito tun-tun
tomada de tus manos
a plancharte el uniforme
darte la comidita calientita
dejarte en la puerta del colegio
y que me des un beso
y me digás hasta la tarde mamá
como la mayoría de las niñas
y yo te diga hasta la tarde mi amor
con la cotidianidad
de una mamá normal
en un día común
sin sentir hecho nudo
el corazón.



Poema Isabel La Caótica de Severo Sarduy



El coro de sopranos pintarrajeados
entona tu loa:

«Te comiste un Zohar
te comiste un Corán.»

Y de tu mano de azogue
bendijiste las cabezas cortadas con tu mano de azufre
y plantaste jazmines en ellas.

Te goteaba la rodilla de San Ignacio,
diste el zapatazo de Santa Teresa.

Te retorciste toda, te rompiste los huesos,
pintada de oro, incrustada tu piel de joyas diminutas
para formar la inicial de un evangelio.

Saltaban a tu alrededor
-cofias de ojillos verdosos-
tus hidrocéfalos, tus mongoles,
tus negros y eunucos:

«Te comiste un Zohar
te comiste un Corán.»

Que ardas per secula seculorum,
con tus biblias y tus brújulas.



Poema Harley Red de Severo Sarduy



El sueño no:
la pérdida.
El blanco roedor,
que ciega.
Pierdo pie. Todo es compuerta.
Mira:
el muro sangra.



Poema Black And White de Severo Sarduy



La raya negra y el batello,
el monte siamo tutti,
el barco blanco sobre el agua blanca
y la fijeza
de los pájaros sobre la Salute.
Pase,
il fait beau del otro lado
del otro lado, digo,
del río.
Estamos todos



Poema Big Bang de Severo Sarduy



Las galaxias parecen alejarse unas de otras a velocidades
considerables.
Las más lejanas huyen con la aceleración de doscientos
treinta mil kilómetros por segundo,
próxima a la de la luz.
el universo se hincha.
Asistimos al resultado de una gigantesca explosión.



Poema Ya Lo Ves: De Aquella Brasa de Severo Sarduy



Ya lo ves, de aquella brasa
cuyo ardor te calcinó,
saciado, sólo quedó
dispersa ceniza escasa.
Muda inconstancia que abraza
el aparente sentido
del cuerpo obscuro y prohibido
-o del tuyo en el espejo
de la otra piel-. No me quejo
de arder. Ni de haber ardido.



Poema Tu Cuerpo Se Recortaba de Severo Sarduy



Tu cuerpo se recortaba
contra la persiana oscura
trazando una línea pura
-la del torso- que ondulaba
con tus gestos. La chilaba
-una línea paralela-
en el espejo, una vela
y la curva de una fruta
eran la doble voluta
que estructuraba la tela.



Poema Tanto Arder, Tanto Valor de Severo Sarduy



Tanto arder, tanto valor
tanto ataque y retirada
ante ese umbral en que nada
alivia más el dolor
que su incremento. O mejor:
hay un punto en que el exceso
-y que mediten en eso
los mesurados- bascula
en su contrario. Calcula:
ir más allá es un regreso.



Poema Se Esforzaba. Su Jadeo de Severo Sarduy



Se esforzaba. Su jadeo
ante el jardín clausurado
era el de un ciervo asustado.
La furia -más que el deseo-
de penetrar, era el reo
que lo impedía… Que ejerza,
según la torre se tuerza,
jaque anexo, desviada,
y cifre, en esa morada:
«más vale maña que fuerza».



Poema No Porfíes. No Rememores de Severo Sarduy



No porfíes. No rememores
que no se olvida el olvido
ni su embriaguez: lo que ha sido,
es y será. Sinsabores,
dramas discretos y amores
sin nombre, van a la quema
final, como un torpe emblema
de eternidad. No perdura
más que el goce y la textura
de un instante: ése es mi lema.



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