Poema Ruego Del Navegante de Tomás Segovia



Qué otro ruego ferviente
Sino el de contar siempre con la espera segura
De un lugar animoso de descarga y de tregua
No un bastión no un refugio
No otro domicilio
Que el designado en pleno aire mudable
Por el amor de la mirada
Tibio lugar de espera no porque nadie llame
No porque clame la impaciencia
Lugar de espera porque en él entramos
Con el rostro de paz del esperado
Como el barco acogido
Sin proclama en el puerto atareado
y contra un firme espacio
Atracando en el tiempo en movimiento
En una hora de escala
Hecha suelo de lentos desmbarcos
Y fondeadero azul de la memoria
Entre los pocos hace mucho acostumbrados
A conocer de lejos nuestras velas
Y a ver mecerse nuestro casco ocioso
En la pereza de esos muelles
Y sino el de volver a veces
A ese revuelco límpido de afanosa camada
Trayendo de muy lejos hasta su centro mismo
Alguna pura lumbre en la mirada
Que allá en su soledad
Ha sotendio a solas la de las sirenas.



Poema Pechos de Tomás Segovia



A veces, solo en la calma
de la alcoba, me estremece
la evocación. En la palma,
como entonces, me parece
sentir el trémulo peso
de tus pechos, que en el beso
me ofrecen, para que muerda,
todo el bulto de la vida.
¿Ves tú? La memoria olvida,
pero la carne se acuerda.



Poema Onírico de Tomás Segovia



Despierto:
con su anzuelo imantado
me pesca el día
desde el fondo de las corrientes
perdidas
donde estaba viviendo
(había un bosque submarino
mecido por oscuras marejadas
en su rincón más sombrío
había una gruta
en la gruta
había una mujer
en la mujer
había una gruta…)



Poema Nostalgia De Un Lenguaje de Tomás Segovia



En toda área de paz danzaban las palabras
No había una figura viva
En las confusas zonas de mi historia
Que una vez no se hubiera revolcado
Con mi lenguaje de insaciable ardor.

Así iba yo poblado
Abrazado lamido mordisqueado untado
Por mil viejos amores indistanciablemente
Todos fieles y todos cálidamente vivos
Palpados bajo aquel manto sonoro
Tan sutilmente enumerado
Tan sutilmente enamorado
Que hacía mío todo lo de la vida mía
Que yo para vivir necesitaba.



Poema Masculino Femenino de Tomás Segovia



Mi ser gris te redime
De tu bella cadena de contrastes
Mi lenta fuerza gris
Mi fluido peso extenso

Tu vida que se atrasa
Cosechando tus huellas
Belleza cuesta arriba
Y teje para luego
Tu vida y yo cuchicheamos
Un escalón abajo de tus ritos

Soy la alegría de una luz de un gris
Mira de cuánto ocio te descargo
Yo digo aquí lo que te sobra
Para hacer más lugar en tu memoria
La hora desasida que te guardo
Es tuya cuando quieras

Con mi ser gris te envuelvo toda
Borro el tajo brillante donde de un lado y otro
Te opones a ti misma
Impregno el lado de tu noche
De la luz que nos ciega en tu otro polo.



Poema Manos de Tomás Segovia



Las manos, mientras habla el hombre, no se duermen no se
mueren, no se rinden. Melodiosas, al margen, sin dejar de
echar una mano cada mano a lo que habla, roban también lo
que se dice, lo usan de otro modo, manos desasidas que saben
desdecirse y corrompen la igualdad letal de las palabras. A
ellas se acoge la reserva insobornable del humano que no cesa
nunca del todo de estar callado un poco en su elocuencia
misma, en ellas sigue entonces el hilo ininterrumpido del silen-
cio que no sabe disentir porque palpita, y si pesáramos con
ellas sobre el suelo cuando hablamos, se nos saldría el alma
por la boca en las palabras, ladridos de unas fauces de odio
alucinado, Pero , hermanas del mundo, las manos siguen al
orgullo en marcha de la lengua sin querer saber del todo, sin
salir enteramente de la sombra con las señas que empujan. Por
ellas no nos confundimos con aquello que sale de nosotros, y
por sus manos libres y pesadas puede el hombre pensar sin que
se anule el mundo.



Poema Luna De Verano de Tomás Segovia



En esta calle a oscuras que boquea amordazada
Bajo el negro sofoco
Sólo la luna y yo

Marcho hacia ella y retrocede
Me quedo quieto y se detiene
Atónita y curiosa

Tan blanca tan redonda tan grande tan de hielo
En la espesa engrura amroatada
No sería creíble fuera de este momento

Pero en este rincón confuso
Tan ardorosamente extraviado
Tan lejos ella y yo de todos y de todo
Naufragados de un mundo irrecordable
Espiando mutuamente nuestros cursos
No pensamos en eso.



Poema Leyes De La Perspectiva (canciones Fugitivas, 5) de Tomás Segovia



También el hombre que partió a un retorno
Que hizo con pulso firme el equipaje
Y tomó de la mano a su mirada
Para llevarla allá
A que beba de nuevo
Lo que ella y no ve que bebió un día

También ése retorna
Y si volver tiene aún la fuerza
De callar largamente
Ante la noche tácita y traslúcida
Y enseñarse con ella
A pensar en su propio corazón
Como en un horizonte remoto y taciturno
Que rumores distantes y hálitos invaden

Entonces verá acaso
En una prodigiosa ligereza del tiempo
La doble suspensión
De su doble antiquísimo extravío

Y limpiamente ahondarse
Como noche traslúcida
La pertinaz bizqera de su memoria turbia

Y cesar la agonía de aleteos
Que agitó desde siempre su mirada
En su estupor de ser la presa de una urdimbre
Y no el lúcido vuelo que la abarca

Nada habrá de curarlo
De haber caído en un doblez del mundo
Que lo sostuvo envuelto y sin alzarlo
Que sin darle la llave del centro lo acogía

Y si ninguna muerte cura de haber nacido
Ni ninguna pisada repetida
igualará un retorno a otro retorno
Lo que le enseña el intocable tiempo
Es a rendir por fin sus ojos
Como a un destino que hurta siempre su mirada
Al puro abismo de la transparencia
En cuyo seno la visión se trama.



Poema Fin De Jornada de Tomás Segovia



Cae la tarde flotando en la tibieza
Como un gran trapo en unas aguas quietas

El mundo desvaría de fatiga
Hasta los niños saben que a esta hora
Nada ya que se haga o se diga o se piense
Dejará algún vestigio en ninguna memoria
Ni rastros en ninguna arena

La gente vuelve a sus rediles
Con ecos en sus voces de esquilas melancólicas
y tribales balidos

Hay que juntarse y recogerse
Hay que soltarlo todo de las manos
Y dejar allá lejos y a oscuras las tareas
Para que duerman solas
Con la vaga certeza conformista y leal
De que todo regresa con cada nuevo día
Sin ánimo bastante para que no nos baste
Siempre saber que volveremos
Aunque nunca por qué

Pero es que la fatiga misma
Que apaga las preguntas es también
Un modo que tenemos de saber en silencio
Que sólo quien no hubiera de regresar ya nunca
Preguntaría de verdad perdido
En la noche sin fuego ni esperanza.



Poema Esta Noche de Tomás Segovia



La escala de este día me ha traído
A esta altura nocturna
Me ha exaltado a este trono emocionante
Sólo la sombra es diáfana
Sólo la noche se compara en altura a la noche
Sólo en el aire glacial de las cimas
Despliega del todo el pulmón sus ardorosas velas
Se han corrido los velos se han disuelto los muros
No hay fuerza que vencer ni con la cual vencer
Estoy en el espacio sin rasgarlo
Soy sin abrir las alas todo vuelo
En las estrellas miro las puntas de mis dedos
El silencio se escucha con mi oído
Estoy en lo alto de la torre más alta
Lo tengo todo a mis pies esta noche
Estoy listo
Esta noche podría suicidarme.



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