Poema Espesura de Tomás Segovia



Me fui yendo
Adelantando un poco
Y otro poco
Pensando cada vez que era el último trecho
Que ahora ya volvería
Me fui alejando sin sentir
De donde estaban todos
No sé por qué ni adónde
Ni menos todavía para qué
Me fui yendo sin saber sin ganas
Lento inconstante bobo
Nada tenía que buscar allá
ni allá ni en sitio alguno (tal vez por eso)
Me fui viendo perdido
Incongruente en medio de lo extraño
Ya no se oía o se veía a nadie
Comprendí de repente que era ya inencontrable
Sollocé que el camino regresara
Pero el camino por el que he venido
No era como un camino
Era como una historia
No hay regreso
El rumbo que he perdido
No era el rumbo del mundo
Era el mundo



Poema En Las Fuentes de Tomás Segovia



Quién desteje el amor
Ése es quien me desteje
No es nadie
El amor se deshace solo
Como la trenza del río
destrenzada en el mar
No estoy de amor tejido
Estoy tejido de tejerlo

De sacar de mis íngrimos telares
Este despótico trabajo
Eternamente abandonando
el fleco que se aleja
A la disipación y su bostezo idiota
Y sólo escapo de su horror
Recogiéndome todo sin recelo
En el lugar donde nace la trama.



Poema El Extranjero de Tomás Segovia



No le toques los pechos Extranjero
A esta sombra con fiebre que esta noche
Anocheció tan hembra
Por los linderos de los residentes
Todo el verano es de ellos
Escúchalos dichosamente extraviados
Sin saber cómo hacer
Para entender bajo sus propias voces
Este lamento de la plenitud
Que tan claro se oye en tu silencio
Y tienes que vagar a solas
Por las quietas afueras de su fiesta
Y poner sólo ecos distantes
En tu ramo nocturno en la sombra cortado
Y bañarte tan solo en murmullos de espumas
No saben que su amo
Tiene en ti un siervo más
Que también el verano te devuelve un rato
Tu corazón con llaga
Nadie sabe aquí el nombre
De tu amor extranjero
Y tienes que alejarte al borde de la noche
A decirlo a sus muertos
Que duermen allá afuera y que piensan en ti
Tras sus pesados párpados cerrados.



Poema Dos De Mayo de Tomás Segovia



2 de mayo

No pierdo nunca mi noción de amor
Sé todo el tiempo de qué lado queda
Del lado que mi rostro
Lleva la piel más encendida
El alma va segura con los ojos cerrados
A su manera ve
Como la piel del ciego
Informada
besada.



Poema Dime Mujer de Tomás Segovia



Dime mujer dónde escondes tu misterio
mujer agua pesada volumen transparente
más secreta cuando más te desnudas
cuál es la fuerza de tu esplendor inerme
tu deslumbrante armadura de belleza
dime no puedo ya con tantas armas
mujer sentada acostada abandonada
enséñame el reposo el sueño y el olvido
enséñame la lentitud del tiempo
mujer tú que convives con tu ominosa carne
como junto a un animal bueno y tranquilo
mujer desnuda frente al hombre armado
quita de mi cabeza este casco de ira
cálmame cúrame tiéndeme sobre la fresca tierra
quítame este ropaje de fiebre que me asfixia
húndeme debilítame envenena mi perezosa sangre
mujer roca de la tribu desbandada
descíñeme estas mallas y cinturones de rigidez y miedo
con que me aterro y te aterro y nos separa
mujer oscura y húmeda pantano edénico
quiero tu ancha olorosa robusta sabiduría
quiero volver a la tierra y sus zumos nutricios
que corren por tu vientre y tus pechos y que riegan tu carne
quiero recuperar el peso y la rotundidad
quiero que me humedezcas me ablandes me afemines
para entender la feminidad la blandura húmeda del mundo
quiero apoyada la cabeza en tu regazo materno
traicionar al acerado ejército de los hombres
mujer cómplice única terrible hermana
dame la mano volvamos a inventar el mundo los dos solos
quiero no apartar nunca de ti los ojos
mujer estatua hecha de frutas paloma crecida
déjame siempre ver tu misteriosa presencia
tu mirada de ala y de seda y de lago negro
tu cuerpo tenebroso y radiante plasmado de una vez sin titubeos
tu cuerpo infinitamente más tuyo que para mí el mío
y que entregas de una vez sin titubeos sin guardar nada
tu cuerpo pleno y uno todo iluminado de generosidad
mujer mendiga pródiga puerto del loco Ulises
no me dejes olvidar nunca tu voz de ave memoriosa
tu palabra imantada que en tu interior pronuncias siempre desnuda
tu palabra certera de fulgurante ignorancia
la salvaje pureza de tu amor insensato
desvariado sin freno brutalizado enviciado
el gemido limpísimo de la ternura
la pensativa mirada de la prostitución
y la clara verdad cruda
del amor que sorbe y devora y se alimenta
el invisible zarpazo de la adivinación
la aceptación la comprensión la sabiduría sin caminos
la esponjosa maternidad terreno de raíces
mujer casa del doloroso vagabundo
dame a morder la fruta de la vida
la firme fruta de luz de tu cuerpo habitado
déjame recostar mi frente aciaga
en tu grave regazo de paraíso boscoso
desnúdame apacíguame cúrame de esta culpa ácida
de no ser siempre armado sino sólo yo mismo.



Poema Como El Primer Día de Tomás Segovia



Como el primer día
de mi llegada aquí,
a veces la memoria se me pierde
y me encuentro yacente por el suelo
sin hueso ni contorno
ignorando qué vida de qué mundo
de qué recuerdo es ésta.

-Pero tú no me olvides,
dulce tierra sin rostro
cuyo recuerdo pierdo a cada instante,
cuyo sabor me escapa,
cuyos ojos de amor no reconozco.

Oh, no me olvides, me memoria es viento;
me disuelvo en la noche día a día
si tú no guardas algo
de este turbio latido
que derramado apenas humedece
tu vasta frente donde la memoria
es oscura y sin fin como un olvido.



Poema Ciclo de Tomás Segovia



Para qué
A quién le va importar
Ni siquiera a uno mismo
Y la espera de quién se colmaría
O contra quién alzarse
Para imponerse contra qué amenaza
Y la altivez de no cejar
A quien enorgullece
A quién sino al orgullomismo
Que vive de engañarnos
Y para qué el orgullo
O la humildad
O para qué la lucidez
Para qué saber esto
Y para qué el orgullo de callarlo
O para qué haber escrito estas líneas
Pero cómo podrías
Ahora ya
Desleerlas.

(31.5.69)



Poema Cantata A Solas (42-recitado) de Tomás Segovia



Ocioso entumecido
Jornalero de amor desempleado
Sólo despiertas ya brumosamente
Cuando te atreves a mirar con vértigo
El boquete abismal de lo perdido
Qué hiciste pues de tu fortuna
En qué usaste tus títulos de amor y de milagro
Dónde has puesto las llaves de las arcas
Qué no habrás traicionado
Qué don no habrás malbaratado
Qué radiante cometa no habrás desatendido
Ves ahora aflojándote
Cómo el invierno baja su alta espada
Pero no sube en ti la savia
Poco a poco el deshielo
Va dejando de nuevo a descubierto todo
Tú sigues ocultando las manos en tus ropas
Te has vuelto adicto del exilio
Te has hecho dependiente de la turbia añoranza
Drogas tu sangre para que nadie entre
Prefieres por tu mano dosificar la muerte
Darte tú el método y la garantía
Antes que hacer la corte a la temible vida
Pero sigue rodando el año tiempo abajo
Invierno distraído
Decepcionante déspota
La tolerancia deja desplanchado
Te terso manto inexpugnable
Presiento ya que un día venidero
Añoraré también esta añoranza
Añoraré el rigor irreprochable
En que viví contigo
Tu tribunal helado no me rehabilita
Resistí hasta el final y otra vez se derrite
Tu afilada sentencia sin cesar aplazada
No fui bastante fuerte para ser tu discípulo
Desfallecí y no te has vengado
Adónde iré sin tu castigo
Si a tu vez desfalleces
Esta pueril flaqueza para entrar en tus filas
Para volver mis armas contra mi estirpe apartida
No habrá de devolverme la hermandad denunciada
Enmudezco en tu casa y no vuelvo a la mía
Toda la rebeldía desemboca en errancia
Todo el deshielo escurre un charco de aguachirle
Después del grito sollozante
Viene un casero sonar de narices
Había que salvarse
No salir sano salir salvo
Haber sobrevivido no me salva
La salvación de nuevo se queda en salvamento
¿O es que no hay salvación
Es que no saldré nunca
De esta torpe estructura de sofoco y alivio
De berrinche sanguíneo y enjugación de lágrimas
Con que pendularmente
Me echo a perder la vida y la escritura?



Poema Cantata A Solas (38-recitado) de Tomás Segovia



Sal a la liza envidiosa condena
Me arrojo de cabeza sobre tus pretiles
Me precipito al fondo
Dejo caer todo mi peso inerme
En el desprestigiado pozo en ruinas
De la nostalgia de imposibles ojos
No renuncio ya a nada
Todo lo que ha sido mío es mío
Todas mis agobiantes trashumancias
Perdido de avidez y de no pertenencia
Todo el metódico descorazonamiento
Mi sorda espera mi hosca delicadeza
Y este amor asfixiante de la vida
Que me impide vivir
Nada de eso está muerto
La prohibición no mata desfigura
Con todo ello hablo
Todo vuelve a ser mío si me atrevo
a no tomar en serio sus disfraces
A mencionar su amor contradiciendo al miedo
Lo proclamo en voz alta
La vida siempre ha estado ahí
Festejando a ojos vista
Entregada a sus dramas sin ningún disimulo
Impúdica impecablemente
No menos bella e imborrable
Cuando no me hace caso
Siempre he seguido siendo su mirón
Espiando su belleza mal tapada
Sus abrazos con otros sus dones prodigados
Su emocionante tenebrosidad
Su risa inapropiable sus sofocos
Su gracias de inspirada ineducable
Fascinadora apasionada e inconstante
Puta adorada
Indomable hechicera
La incorruptible que jamás se deja
imponer juramentos
Siempre fui su voyeur cuando no fui su amante
No es verdad que jamás la perdiese de vista
Nunca estuve de veras del lado de sus jueces
Sé que está aquí muy cerca ahora mismo
Sólo una frágil lámina de hielo amenazado
Me separa del viento de sus alas
Confesaré a qué sabe su ausencia
Más que a la amarga náusea de su olvido
Sabe el asombro de que fuese mía
Cuesta creer que fuese yo aquel mismo
Que medía la anchura del presente
Con las claras zancadas animosas
De los descubridores de islas vírgenes
Yo aquel que tuvo siempre
Todas sus barcas sin amarras
El que lo esperó todo del deseo
El que jamás regateó una hora
A las ensoñaciones manirrotas
El soñador incorruptible
El santo niño iluminado



Poema Cantata A Solas (37-cantado) Canción De Otoño de Tomás Segovia



Desperdigados pájaros ociosos
A pie por la lodosa hierba
En la que día gris
Deposita en silencio
Un leve sedimiento de luz turbia
Tan tenue dicha interminablemente
Ahora que no nos mira el mudo cielo
Y sólo ahora lo sabemos
Por un rato apeados del estruendo
A estirar nuestros miembros a aclarar los pulmones

En el ligero frío liso
Sin cenit y sin hora
En el lago de tiempo redimidos
Por un rato seguros de que un día
Ya curados por fin de esta torpeza
Para soltar los bultos
Que la avidez abraza
Empujando al deseo entristecido
Un día oscuro y frío
De tenue conmoción interminable
Bajo un cielo borroso de igualadas horas
Volveremos a casa



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