Poema Historia Antigua de Vicente García



A Víctor Botas

Ni siquiera la cita más humilde,
Esa gracia que a veces conceden a los idos.

Cuando llegó, ya estaban ocupados los asientos.
Cuando llegó la hora de sentarse, él no supo o no quiso.
Quedándose a las puertas,
Viendo cómo los otros empujaban,
Viendo cómo salían en silencio.

Ya nada importa ahora. Igual que antes
Ni focos ni altavoces en su ausencia.
Sólo un puñado de lectores fieles
A unas pocas palabras verdaderas.



Poema En Medio Del Camino de Vicente García



I

Ahora
Comienzas a vivir de otra manera.

Días que terminaron para siempre,
Caminos que se pierden en la noche…

Y es justamente ahora
El antes y el después en la vida de un hombre.

Un cambio, sólo un cambio.
Ni ganancia, ni pérdida.
No temas al futuro que se acerca.

Sombras que vienen, sombras que se van,
Cómo se pierde un mundo cuando pierdes a alguien.
Y vas entrando en otro territorio.

II

Que se acaben los sueños.
La juventud con ellos se termina.
Buenos tiempos, aquéllos,
Con gente que te quiso y que querías…
Ha llegado la hora de cruzar la frontera.

De atravesar un puente.

Si los demás llegaron, nosotros llegaremos.
Es cuestión de paciencia.

No tienes vuelta atrás.
Has quemado las naves.
Has perdido el camino de regreso.

III

…porque su vida fueron las palabras.
G. Suárez

Para qué las palabras
Si no consiguen darte la alegría
ni llenan el vacío.

Imagínate
un mundo sin palabras.

Días que han terminado para siempre,
Caminos que se pierden en la noche…

Con la verdad te encuentras,
Después de tantos años de ceguera
Detrás de unas palabras.

IV

Caminamos a solas por el mundo.
Caminamos a solas.

Quisimos encontrar el porqué de las cosas.

Si somos algo, somos
Una generación cuyo destino
Es recorrer las calles en silencio.

Mil calles que no van a parte alguna.



Poema En La Noche de Vicente García



En la noche, la música lejana,
La amistad silenciosa de los astros,
La sensación de estar en otro mundo,
El mundo del poema.



Poema En La Encrucijada de Vicente García



Ves que apenas te quedan
Algunas esperanzas por cumplir.
Has quemado los años de la vida
Mejores para ti.

Hablemos del presente, lo que importa
En este día gris
En que todo parece haberle dado
La espalda al porvenir.

Dentro de algunos años, será tarde
Para empezar a hablar.
Si de poco nos sirven las palabras,
De poco servirán.

No pierdas la esperanza, acepta siempre
La vida como va.
Porque quizá cambiemos de destino,
Como puede cambiarse
De nombre y de ciudad.



Poema En El Día De Su Muerte de Vicente García



Un sincero homenaje, como exige
La muerte de un poeta que nos deja tan joven :
Hagámosle. Que brille el epitafio
Para aquel cuyo nombre se escribió sobre el agua.

Pero eso sí. Quemad todas sus ropas,
Papeles y demás. Arrancad las ventanas
Y rascad las paredes de esta casa maldita.

Que la tuberculosis se aleje de nosotros.
Que no vuelva a venir otro poeta.



Poema Después De Tantos Años de Vicente García



Después de tantos años,
La lluvia te ha calado hasta los huesos
Y tú sigues en pie bajo la lluvia.

Con la esperanza, al menos
De hallar en las palabras
No tan sólo hermosura, sino ánimo,
Aunque a veces encuentres el desánimo,
Aunque a veces encuentres la tristeza.



Poema Como El Primer Poema de Vicente García



Como el primer poema
Quebrando
El blanco de la página y la vida
Tantos años atrás,

Como el primer amor
Que por completo
Fue pasto del olvido y se mantiene
Tan sólo en un rincón de la memoria,

Como el primer amigo,
Como el primer regalo,
Como el primer encuentro
Con el rumor del mar,
Así quisiera
Volver a hallar momentos
De goce inesperado, de esa mágica luz
Que llega al corazón
Y sin remedio,
Cuando menos lo esperas, te deslumbra.



Poema Canción De Otoño En Primavera de Vicente García



La vida
No volverá a ser sombra o paraíso,
Sino tan sólo un orden
En el que no serás feliz ni desdichado,
Acorde con los años que te quedan.

Como una biblioteca arrinconada
Cuyos últimos libros
Verás casi por alto,
Sin esperar ningún deslumbramiento.

Aunque tal vez en eso
Esté lo que tú buscas, en la paz
De la rutina y de la certidumbre
Ajena a la aventura.
Serán días monótonos
Que vayan preparando
La sorpresa final que los disuelva.



Poema Primera Epístola De Mí Mismo de Vicente Gaos



¡Mi cenicienta juventud, mis años baldíos!…
Soy hombre.
Quisiera ser gacela inocente o el león carnicero
que do not lie awake in the dark and weep for their sins.

Mi cenicienta juventud, mi miércoles continuo sin sello alguno
en la frente,
salvo el del sol glorioso, el de la segura sabiduría incipiente, la
cruz del orgullo,
sin recordación postrimera;
la frente vana que se alza con pura alegría, con inmortal certeza
de una mañana radiante,
sin atisbo alguno de ocaso, de cercana finitud, de arrugas-
igual que el mar azul de la niñez remota, de la promesa
incumplida.
Time writes no wrinkles on thy azure brow.

Y ahora estoy hastiado de surcos, de renglones torcidos, de
noches en vela,
de invisibles señales, de impenetrables señales, de vasos de
agua en lo oscuro,
de tumbas y cruces, polvo, protectoras ausencias.

¡Mi polvorienta juventud, mis días estériles!…
Mis noches sin nada y sin nadie excepto el llanto, el lamento,
el desvelado monólogo sobre mi condición, el prurito de
orinar, la sed, la fatiga,
el cigarrillo intempestivo del insomnio, el frío sudor sobre la
lisa frente de antaño.

Soy hombre.
Quisiera ser el árbol, la hoja agradecida
a la brisa, a la caricia de mayo, al rumor del río
que no va a dar en la mar, que no es símbolo de lo efímero.
Solamente un sonido, un frescor, un júbilo,
un estremecimiento de vida en la savia ignorante.

Quisiera ser aún más, piedra. Piedra sorda, muda. Perfecta
concentración de la nada, piedra indiferente
a todo destino, a todo origen, honda
agresiva, o juguete en manos del niño
que la arroja a la superficie del agua, estremeciéndola en aros
concéntricos, en anillos fugaces
(Time writes no wrinkles…);
o materia de construcción para alzar esas casas,
esos precarios refugios que habitamos los hombres,
como si cuatro paredes pudiesen protegernos del muro final,
como si un techo doméstico fuese cobijo eficaz contra la
inmensa bóveda de los astros,
o con astros, contra el dosel cifrado de la noche,
de nuestra vida a la intemperie de Dios, de nuestra vida al raso,
al raso.

Memoriam, entendimiento y voluntad. ¡Memoria!
¿Quién no suspira a veces por la flor del loto,
por su olvidadizo milagro, por su borrón y cuenta nueva,
proyecto nuevo,
renovada esperanza
(destinada, ay, a esfumarse como las ostras, a convertirse en
nueva flor marchita)?
¿Quién tiene la vanidad de asumir todo su pasado
sin sentir arrepentimiento, decepción, orgullo
tronchado por el soplo del viento malo? ¡Caña pensante
que te yergues con cotidiana ilusión sobre un mundo en ruinas
sobre un fracaso de cristales,
desatendiendo espejos, sueños, agendas ajadas,
álbumes de amarillenta otredad, insalvables abismos!

Nadie regresa de la ulterior ripa.
La citerior ripa.
Pues cada día tiene su orilla.
Cada jornada su puesta de sol.
Cada tarde su afán trivial.
Cada noche su memento mori.

Y la memoria disminuye si no se ejercita.
Y el olvido nos cala hasta el hueso.
Y la suerte está echada
Y la vejez nos acecha desde la cuna.
Desde la tumba.

Soy hombre.
Quisiera ser árbol, el álamo venturoso
que no pregunta nada al agua que fluye, que ignora su huida,
que no sabe que el río desemboca en su manantial
y tiene su nacimiento en el mar. ¡Río inmóvil
donde el hombre se baña eternamente en su corriente extática!
El movimiento y el reposo
son lo mismo, lo mismo, una ficción diáfana.
Y lo mismo también la luna menguante y la luna creciente,
la luna llena del verano monótono,
la luna nueva del monótono invierno.

Y en este mundo sublunar
repaso ahora retratos abandonados, desvelos inútiles, trajes
deshechados,
dioses extintos, libros no leídos, mujeres amadas
y olvidadas, cartas, papeles, sillas que crujen, espirales de
humo,
dolores intercostales, visitas incómodas, luces mortecinas,
relojes que señalaron un tiempo, saetas
que hirieron mi corazón, lo hirieron.
Soy hombre.
Y mucho de lo humano me es ajeno.
Y ni puedo decir que me conozco a mí mismo.
Pues no sé nada. Sólo
que ahora quisiera ser la gacela inocente o el león carnicero
que no yacen despiertos en lo oscuro llorando por sus pecados.
Que quisiera ser el mar de mi niñez, tú, mar.
Pues el tiempo no inscribe arrugas en tu ceño azul.
Que quisiera ser el árbol, la piedra.
Que quisiera…

Pero es de noche. Es hora de acostarse, hora de apagar la
lámpara
Out, out, brief candle!



Poema No Quiero Melodía… de Vicente Gaos



No quiero melodía. Ruedan suaves,
sin melodía, las esferas. Giran
inmelódicas, suaves. ¿Ruedan, giran?
Tácito vals de las esferas suaves

Oh luminoso vuelo de las aves,
silencio de la luz. ¿Mis ojos miran
ascender a las aves? Sí, las miran
mis pupilas inmóviles. Las aves,

las esferas… No quiero melodía,
sí luz, sí luz, sí música, sí alas,
inmelódica luz, música inmóvil,

música sideral, sin melodía,
luz de las aves, luz sobre las alas…
Música y luz, hermoso mundo inmóvil.



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