Poema Copa En Celo de Víctor Redondo



Abril ha llegado con el atraso de las hojas

el susurro del arco en la vena de la medialuna

la cabeza que arde en el eco del infierno.

Si llegas a saber quién soy

o esperas que te nombre entre tanta ruina

pondré un beso en el nadie que se existe.

Partida en mi deseo, cereza de carne,

la que me nombra en mí es la muerte en el espejo

lo nocturno que roe la palabra

en el espejo muriendo.

Y desnudamos la piel, la horca

del que pende de la aurora y del sueño



Poema Canción Para Laura de Víctor Redondo



Un país donde el mar y la carne fueran un
[templo
donde el cuerpo y el agua al unirse
donde la partición de los ojos enamorados
dieran luz a un palacio inmenso

Un pájaro de lunas abiertas, ensangrentado,
desatara el inusitado fervor
la baraja de lo Inesperado saltando como un
[ácido
dieran luz a un palacio inmenso

La transpiración del mar este alcohol
la fiebre que bordea los espejos
la risa inocente como un aullido
dieran luz a un palacio inmenso

Una mariposa negra desde el abismo del techo
una araña crucificada que canta su sombra
insecto cuerpo, sacromonte
dieran a luz un palacio inmenso

querer aquí la vida
esta mano este cuello estas bocas
este deseo bajo la mirada del tigre
dieran

El círculo de tiza en la máscara brillante
la herida en la más abierta acabar
acabar
dieran luz

Un país Un país comarca encendida
el húmedo paisaje donde la luna roja se estrella
y bendice la unión de dos cuerpos bajo las
estrellas
dieran a luz un palacio insomne

La puerta que se abre sin estar cerrada el
[murmullo
de las paredes desprende una palabra
[incomprensible
que cubre de misterio el desierto arrasado del
[amor
dieran luz a un palacio inmenso

aquello que no supimos pronunciar con
[nuestras palabras
aquello que reclamó palabras nuevas para su
[fiesta
aquello que rima con alegría y espanto

como certeza en lo blando
risa en lo oscuro
huesos de diamante
dieran luz a un palacio inmenso

También los años que se abren paso como un
[asesino perfecto
las bocas vacías quebradas mudas que han de
[darse
al vidrio donde duerme la espuma blanca
[dieran luz a palacio

el amor diera luz
el abrazo diera luz
la entrega diera luz
y en un gran concierto de glorias y derrotas
dieran luz a palacio inmenso.



Poema Blues Para Clara de Víctor Redondo



¿Dónde hay un cuerpo para habitar?

Estos tristes duos no significan el amor,

solo la parte que sobre de cada uno.

¿Dónde un cuerpo abierto en lo estrecho?

¡Entramos a las ciudades con maletas vacías,

arrojamos el corazón

al fuego de la incertidumbre!

¡Somos espuma seca, navaja sorda, pirañas del cerebro!

¿Dónde tu cuerpo cayendo por la arena

levantando el alcohol del dolor

sobre los pies borrados del viento?

¡Fijación del deseo, gato perdido!

El mar no borda el pecho de los locos,

tampoco borra nuestra sed

¿y el amor mueca imbécil

no no no?

El mar nos rodeaba de sal, de sed.

Así la distancia

hasta no estar.

La gran historia de amor

¿Es ella cuerpo destruido?

¿Es ella la que habla?

¿Es ella la que canta máscara negra?

Con tu frente recorre ciego bebido en la fuente del día

la ropa desesperadamente mojada

danzando ?¿es así como debo hacerlo?? mientras se desnuda

en la habitación donde precavidos entramos

con la belleza de sus ojos

clavada en el animal

tampoco frente al amor aislado

la humedad del ardor brillaba en los espejos

tan amplia

con la dignidad de los elefantes que mueren en el mismo lugar

leche de la noche pesadilla de gusanos

el feroz ya no sacia las fuentes

ahora las alegrías más oscuras, demonios arrepentidos bajo el fuego

ese cielo bajo sirve para escarnecer

cuando los ocultos amantes ignoramos la luz

que se paga con la muerte

tu cuerpo en el espejo, tu edad, tu bella

ola que se busca enloquecida

aquí canta el tiempo

enamorado de

destruir

retornando

del espejo a tu cuerpo

solemne como un altar

puta sagrada

ola salvaje con forma de flor

con forma de cuerpo destruido

con forma de espejo reflejando una espalda que nos abraza

feliz fertilidad al caer el día

hada encarnada

en la inocencia

entrégate al feroz resplandor de los cuerpos

cuando un hombre te ama

alternas con la noche

en este estreno solitario

te has pintado, has lavado lentamente

tu sexo -sintiéndolo por primera vez- brillar

y tus ojos arrebatados

avasallada

dominio insomne que se rebela

te amo

agua en tu vientre

por una risa

un gesto sádico, ademán morboso, sensual

con el polvo oscuro

y el viento frío

donde los asesinos exageradamente

te aman, escándalo mudo

amor sin demonio

un dios

un proteo de magníficas tetas

una gitana

una india

una peruana

una amazona

¿sabes sin que lo sepas

la boca de tu vagina la soledad

más dulce?

Hasta el límite

en que el lenguaje siga siendo el lenguaje

diga desaparecer



Poema Tango Para Engañar A La Tristeza de Víctor Jiménez



A la ausencia, al olvido, a la nostalgia
mi corazón les pone letra y música
de tango algunas noches, tú lo sabes:
veinte años no es nada. Aunque, a las claras,
bien sabe a quién engaña pretendiendo
engañar, como a un necio, a la tristeza.



Poema San Bernardo 10 de Víctor Jiménez



Donde hoy una ventana,
hubo ayer una puerta
de par en par abierta
al sol de la mañana.

Donde hubo una campana
tocando a vida cierta,
hoy sólo se despierta
mi pena y se desgrana.

Ansiar tanto el encuentro.
Correr sin que se acabe.
Llegar bajo la luna.

Y está mi infancia dentro.
Y he perdido la llave.
Y no hay puerta ninguna.



Poema Puente Aéreo de Víctor Jiménez



Como raudas torcaces invisibles
uniendo con sus alas lejanías,
sobre la mar brumosa del olvido
mis pensamientos cada noche cruzan
el tiempo que separa, para siempre,
nuestras islas hundiéndose en las olas.
En sus anillas llevan temblorosos
mensajes que son brasas, que son labios,
que son besos soñados hondamente.
Si alguna vez, ilesa, una paloma
alcanza las arenas de tu pecho,
por los veneros de mis venas suben
pleamares de incendios y de soles.
Otras veces, perdidas, su destino
no es otro que las garras del azor
de la desesperanza y la tristeza.
Mas qué importa morir en la penumbra
cuando nada se espera ya del día
y un recuerdo es tan sólo el horizonte.



Poema La Vida de Víctor Jiménez



Del alba a la agonía
la vida es duda. ¿Acaso
pena? No viene al caso
hablar de la alegría.

Solo o en compañía
lo mismo, paso a paso:
mañana, tarde, ocaso?
y nada cualquier día.

Del alba a la amargura
hay tal vez lo que dura
sólo la primavera.

Después la vida pasa
de todo. Y no se casa
con nadie aunque la quiera.



Poema La Dicha de Víctor Jiménez



Tal vez la dicha sea, entre otras cosas
cotidiana y hermosamente simples,
venir, como esta tarde, a recogerte,
a la salida del colegio, ¿sabes?,
y bajo el sol dorándose en tu pelo,
llevarte de la mano y sorprenderme,
como si del olvido regresara,
de ver que ya me llegas justo al pecho
y de lo mucho que a ella te pareces;
y al aire nuevo de la primavera,
pasear por el parque y de palomas
llenarme el corazón y la mirada
cuando alegre me cuentas que sacaste
un siete en Naturales y que Bea
te ha invitado a su fiesta de cumpleaños.
Acaso sea la dicha, como tú,
una niña traviesa que se esconde
detrás de una caricia o de la puerta
de esta cafetería donde estoy
merendando contigo mientras Laura
Pausini, tu cantante preferida,
se pregunta en estéreo ¿POR QUÉ NO?



Poema La Arriada de Víctor Jiménez



Mana recuerdos tibios
la tarde de noviembre
mientras sobre la cama
me acostumbro a la muerte.
Acodado y absorto,
un niño, desde el puente,
contempla, al sol, las barcas.
Con ojos transparentes
el niño mira, y tiembla
el agua en las paredes.
Con las aguas del río,
del mar y de la fuente,
con las aguas del cielo
lo que se fue nos vuelve.
Sigue lloviendo y sigo
haciéndome a la muerte.
Con la lluvia verdean
los recuerdos de siempre.
Humeante y veloz
pasa un tren bajo el puente
y en su estela de humo
a lo lejos se pierde
sin dejar lejanía.
En mi pecho inocente,
de niño, qué milagro,
qué alegría, qué suerte
no saber cuánta vida
se nos va con los trenes.
Y después, cuánta lumbre
apagada en la nieve.
Como un perro de sombra,
¿quién una, algunas veces
no dejó vagabunda
el alma en los andenes?
Se empañan los cristales
del recuerdo. Me vence
el sueño. El niño va
cayendo en la corriente.
Nada. Nada después
más triste. Lentamente,
en las aguas del tiempo,
como el gozo fue hundiéndose.
La lluvia va amainando,
apenas casi llueve.



Poema Flor De Un Día de Víctor Jiménez



Si siempre ha sido flor
de un día la esperanza
y hasta la piel que tocas
mañana será nada;

si todos somos nadie
y nadie supo nunca
que fuera más que sombra,
que fuera más que duda;

si ni siquiera sé
si aún nos queda tiempo,
¿qué me quieres pedir?
Para darte, ¿qué tengo?

Por no decirte amor,
dolor, ¿te digo olvido?
Por no decirte vida,
herida, ¿qué te digo?



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad