Poema Bajo Los Aires De Primavera (ii) de Víctor Corcoba Herrero



Primavera es un aire que serena,
y una sombra que asombra y sosiega.
Primavera es una luz que no ciega
y un timbre de tonos que se ordena.

En primavera la pena no es pena,
porque brota el amor y la entrega.
Rosa entre las rosas, nadie la niega,
todos quieren sus labios por condena.

Llena de alma y de suavidades viva.
Llena de Dios y de amor profundo.
Llena de luna, su faz me cautiva.

En su cristalina mirada me hundo,
y que el poeta lo escriba y reviva,
que primavera ha llegado al mundo.



Poema Bajo Los Aires De Primavera (i) de Víctor Corcoba Herrero



Nívea de fragancias y esperanza
nos despierta las ganas de vivir,
nos renace el amor y su latir
de versos, nos dona etérea danza.

Un dulce albor de vida se nos lanza
en primavera, sólo hay que sentir
la voz del Creador, y el alma abrir
a la estela de luz, que nos alcanza.

Nos retoña el amor entre las flores,
y las flores nos donan la alegría,
el gozo de los altos miradores.

Horizonte que nos renueva el día,
ante el animoso viento de amores,
que nos resucita en la poesía.



Poema Ante Deseos Envenenados de Víctor Corcoba Herrero



Descompensadas pasiones
se apoderan del mundo;
deseos de poder y podar,
de dominar y domar,
de someter y arremeter.

Adormecida la humanidad,
nada es lo mismo,
ni el amor sabe a rosa,
ni la rosa a poesía,
ni la poesía a vida,
ni la vida a manantial de luz.

Hacen falta corazones abiertos
al amor de los amores,
al amor de Dios,
en un tierra que entierra
la sonrisa de los niños
y se ciega a dar palos a los sordos.

Se precisan labradores
que cultiven labios de alma,
para que sus besos cautiven
el orbe y el urbe, el ser y el estar.

Si tú eres uno de ellos,
escríbelo en el aire,
abracemos miradas
y ciñamos corazones,
para que el poema de vivir
vuelva a la vida,
y en la vida viva y nos reviva.



Poema Yo de Víctor Botas



Este asombro de ser apenas una
parte del universo, y ser sin duda
tan vasto como el orbe, y ser gemido,
e instante, y eco, y dardo sin destino
ni otra cosa que un rumbo me depare.
Este ser una sombra que no sabe
ni puede comprender, que olvida acaso
porque es su condición. Este atareado
afán, que no concibo, del complejo
mundo por explicar las causas, cierto
de que no hay explicación o hay tantas
que es vano todo empeño. Esta insensata
costumbre de mirarte en la secreta
certeza de saber que no hay respuesta…



Poema Vía Crucis de Víctor Botas



No te engañes: no hay más que dos caminos.
Mas puedes escoger, así que deja
tu estameña y el cuenco de las gachas
y cúbrete en silencio de orgullosa
púrpura, suave lino, azul diadema,
o de húmedas guirnaldas palpitantes,
y avanza como un rey o como un toro
que inmolaran los flámines a Júpiter.
No te engañes: no hay más que dos caminos.
Y por los dos irás al matadero.



Poema Verano de Víctor Botas



El instante es azul
El mar, aquella quieta
piedra verde que ocupa la mañana
Palpitante
abierta como un párpado
la tentación
me asalta
?Venus
emergente en la espuma?
muy joven
delgadita
y con bañador rojo.



Poema Venus De Cnido de Víctor Botas



Las manos de la diosa
no prodigan
calor.
Vale mil veces
más la humilde ternura de esas otras,
comunes y encontradas
en la noche del puerto,
que toda la destreza de Praxíteles.



Poema Tu Vida de Víctor Botas



a Paulina

Un castillo de naipes que se vino
abajo, para siempre; tu pasado:
horas que fueron tristes; el transcurso
de un ebrio atardecer; días fugaces
como guirnaldas súbitas, honrando
las sienes de tus hijas. Qué de errores
al cabo de los años. Qué de errores.
(Pero ella está contigo, con su raro
ademán que tú amaste para siempre,
desde la vez primera.) Hay tantas cosas
que quieres olvidar. Puedes, no obstante,
decir que tú también fuiste dichoso,
pese a todo y a todos, en alguna
ocasión. (Recuerda aquellos íntimos
regalos de la noche, en la cercana
prolijidad del mar: dones perdidos
en la inquietud del tiempo.)
Tu vida.
Una vida cualquiera. Semejante
a la de tantos otros. Tan inútil.



Poema Tienes Ojos Extraños de Víctor Botas



Tienes ojos extraños.
Palpitantes caderas con inquietud de río.
Lentas ondas oscuras que tiemblan en tu frente
como algas mecidas por las olas.
Tus manos bien podrían alzar en vilo el mundo,
frío cáliz de espanto ofrendado a los dioses.
Suspiras y es mi pecho quien absorto suspira.
Te mueves y soy yo quien se agita y disloca.
Sonríes y provocas la muerte en quien te mira;
una muerte instantánea: la muerte de los héroes.
Eres, pues, peligrosa, como un tigre en la jungla
bajo la luna pálida. Eres más: eres todo,
todo un peligro público. Y lo sabes, bandida.
Te estoy diciendo esto desde el fondo del pozo,
tieso ya, amortajado, la barba de diez días
y lleno de gusanos que me sueltan las uñas.



Poema Soneto De Los Misterios Dolorosos de Víctor Botas



Ciertos andares levemente hombrunos;
un diente que ahí está? descolocado;
la nariz regordeta, o bien, alzado
su arco un poco más de lo que algunos
puristas (pienso en Fidias) aconsejan.
Aquella piel tan pálida que muertos
ya sus pies te parecen; los inciertos
pasos adolescentes que se alejan
(¡y, oh Dios, con qué torpeza!) de ti; esa
diabólica sonrisa? Cuántos años
y no entender aún de qué extraños
ardides usa el Ciego con su presa.
¿Tras qué desastre, pues, tras qué impostura
te esperará la fiera, insomne, dura?



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad