Poema La Infidelidad Irremediable de Josefa Parra



Si, al final,
ha de comer la tierra tus delicados huesos,
y ha de dormir tu boca como una orquídea tierna
debajo de raíces y lianas, qué importa
que estés tan descubierto y accesible,
que encauces tu saliva en otros surcos,
que te des a pedazos cada noche
como Profana, y Cruel, y Santa Forma.

Si, al final,
has de ser a despecho de tu carne radiante
y de todo el deseo con que te he coronado
espléndido despojo que posea la muerte…

De «Elogio a la mala yerba» 1996



Poema Has Cambiado Otra Vez El Curso De Los Ríos de Josefa Parra



Has cambiado otra vez el curso de los ríos
y has hecho trasladarse todas las cordilleras
con sólo la mirada de tus ojos de escarcha
y el roce de tus dedos sobre los mapamundis.
Señor de los amores y de la geografía,
grandísimo truhán y Todopoderoso
inconsciente, ahora tienes que rescribir los libros
y en mi cuerpo desnudo
es tu deber marcar de nuevo las fronteras.

De «Geografía carnal»



Poema Habitación De Hotel, 1931 de Josefa Parra



(Edward Hopper)

Si hubiera una promesa
entre tú y yo, una cita
prorrogada, una luz allá a lo lejos
con que poder guiarme;
si quedase esperanza
-aunque fuese una triste
diminuta esperanza-;
si alguna vez tus labios
hubiesen pronunciado
la palabra mortal que yo anhelaba,
o algo que me sonara parecido,
pienso que aún hallaría
razón para aguardarte.
¿Y quién sabe si el trueque de la carne
no fue, de alguna forma, una promesa?

De «Alcoba del agua» 2002



Poema Extrañas Formas de Josefa Parra



Extrañas formas tiene el amor.
Las galas del deseo se nutren
de harapos de desdicha y de frío.
Por debajo del gozo respiran
los días del hastío futuro.
Toda humedad acaba en desierto,
todo cuerpo en ceniza -me dices
cuando aún aletea el placer
por mi piel como un tímido insecto.
Todo acaba -repites.
Te miro
como se mira a un dios cruel y exacto.
De repente me siento muy sola.

De «Alcoba del agua» 2002



Poema El Dormido Pretérito Y Pluscuamperfecto de Josefa Parra



Devuélvete a tu pura
silueta de dormido,
a tus piernas perfectas recogidas,
a tu gesto inocente
rendido en la almohada,
a las horas de siesta en que te hallabas
al alcance de mis ensoñaciones.
Devuélveme a ese niño
que a solas descubrí tras la vigilia,
devuélveme tus párpados, quisiera
contemplarte de nuevo, ahora te comprendo.

De «Tratado de cicatrices»



Poema De Los Sueños de Josefa Parra



¿Qué dirías si hoy te invitara a mis sueños?
Tus labios de manzana
sobre la piel golosa de mis ingles
toda la noche -di, ¿qué pensarías?-,
tu saliva frutal levemente aromando
el hambriento contorno de mi vientre…
Qué cosecha tan dulce
(semillas y caricias y extravíos)
para un mundo sin sol.
Dime, ¿no acudirías
si también esta noche te convoco a mis sueños?

De «Alcoba del agua» 2002



Poema El Recuerdo Y Sus Malas Jugadas de Josefa Parra



El recuerdo me impide dejar atrás tu rostro
bellísimo, y tu boca donde el mundo se abre
como un cáliz profano.
Si la memoria no fuese tan terca,
yo te habría vencido.
Pero el recuerdo es áspero enemigo:
es fuerte como fuerte la desdicha,
como fuerte el amor. Y aún en mis manos
la huella de las tuyas se dibuja
con dulzura tenaz,
si por unos momentos el vino o la añoranza
me hacen pensar en ti.

De «Alcoba del agua» 2002



Poema El Exceso de Josefa Parra



he de beberte a sorbos muy pequeños,
deletrear las frases, hacer alto
después de cada encuentro,
cerrar los libros de las confidencias,
amarte muy despacio, y distanciando
Los besos como islas.

De «Geografía carnal»



Poema Despacio de Josefa Parra



Se me apaga tu cuerpo entre las manos
tan despacio.
Pavesa diminuta, luz efímera
tu amor, aunque me empeñe en sustentarlo.
Tan despacio te pierdo.
Y hasta el dolor que aferro con argucias
se vuelve limitado y manejable.
Tan despacio te pierdo,
con tanta exactitud,
irrevocablemente.

De «Alcoba del agua» 2002



Poema De Amor Cortés de Josefa Parra



¡Oh Dios, oh Dios, el alba! ¡Qué pronto viene!
Fragmento de un alba del sigloXV

Me has amado otra vez, tan delicadamente
-pueden también las fieras usar de cortesía-,
me has desnudado el cuerpo, aunque estaba desnuda,
abriéndome la piel con la boca y las uñas.

Es hermoso el dolor, doloroso el deseo,
tú más hermoso aún, más hiriente por tanto,
y es hermoso tenerte entre sangre y saliva,
apretado y caliente, hambriento todavía.

Quieran Dios y la Carne firmar una alianza,
que se alargue la noche más allá de la noche,
que se apague el lucero que anuncia la alborada
por que sólo amanezca debajo de las sábanas.

De «Alcoba del agua» 2002



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