Poema Cosas Que No Tendremos de Josefa Parra



Cosas que no tendremos:

Las mañanas de abril largas de amor y sueño.
Las tardes de noviembre con lluvia interminable.
Las noches del verano tercamente estrelladas.
Todas las madrugadas dulcísimas de otoño.

Cosas que me he perdido:

No sabré del sabor de tu boca dormida.
No acunaré a tus hijos. No beberé tu vino.
No lloraré contigo viendo ningún ocaso.
No me amanecerá tu vientre entre las sábanas.

Tengo todo un tesoro de lagunas y ausencias,
un muestrario completo de páginas en blanco.

De «Alcoba del agua» 2002



Poema Contagio de Josefa Parra



He bebido esta tarde la tristeza de un cuerpo,
su peso, su evidencia,
su impotencia de carne que quisiera ser sueño,
esa mortalidad que lo delata
incluso en el recuerdo.
Me ha contagiado un cuerpo de nieve su dolencia
y ando por tanto exceso
agotada, rendida, con apenas las fuerzas
para arrastrar la piel y la mirada
lejos de su influencia.

De «Alcoba del agua» 2002



Poema Buenos Días, Tristeza de Josefa Parra



A veces llega la tristeza. Trae
las alas suaves de conformidades,
los ojos bajos y la piel desnuda,
y parece tan fácil entregarse,
despojarse, poner bajo sus plantas
el reino, los poderes y las armas,
el amor sobre todo, y esos últimos
retales que nos quedan de alegría.
A veces gana la tristeza; entonces,
qué lujo de matices su victoria,
qué fasto de sus grises y sus pardos
ocupándolo todo.
Buenos días,
-he de decir-, tristeza, aquí me tienes.

De «Alcoba del agua» 2002



Poema Alter Tu de Josefa Parra



El conjunto de miembros hermosos o la voz
tan dócil que desgarra y hace sangre,
el catálogo ameno de los gestos,
la increíble, la cruel sonrisa, la manera
de deslizar las manos, la deseable rodilla.
Ése que muestras no es el que yo quiero.
Te he recreado, otro, a mi capricho,
más invisible y menos complicado,
y te he inventado casa y nombre propios,
secretísimo mío, para poder hallarte.
Qué bello te despiertas conmigo en la alborada;
si tú pudieras verte…

De «Alcoba del agua» 2002



Poema Alcoba Cerrada de Josefa Parra



Por detrás de la puerta,
guardado por cerrojos de silencio y de agua,
esperando, desnudo, tu cuerpo. Tibiamente,
mansamente desnudo, hermoso hasta el dolor.
No entraré a descubrirte.
No violaré el santuario de tu carne entreabierta.
Demasiado peligro para sólo una vida,
demasiado pecado para tan sólo un alma.

De «Alcoba del agua» 2002



Poema Al Fin Y Al Cabo, Narciso de Josefa Parra



Comprendo en ti la soledad sin tacha,
sin fisuras, del cuerpo que está amando a otro cuerpo
cuyas señas ignora, sin más conocimiento
que el de la carne abierta, su resplandor de venas
como pequeños ríos, su belleza impaciente,
su adelanto mortal de algún atlas secreto.
Qué solitariamente te entregas. no te inquietan
preguntas, no te duele la memoria
del ser que frente a ti se desenreda
torpemente de otros pasados cuerpos.
Ni te hieren los nombres que no oíste,
sus sílabas de hielo rompiéndose en tus besos.
Como una isla, tu contorno esquivo,
sin señas ni recuerdo, sin contactos, sin puentes,
se perfecciona a solas. Y contemplo tus playas
como un náufrago; toco la tierra de tu pecho
exiliada de ti antes de habitarte.

La pura soledad y el olvido que eliges te hacen cerco.

De «Tratado de cicatrices»



Poema V -del Oído de Josefa Parra



Se levanta tu voz, se enrosca y se estremece,
serpiente y remolino, se enzarza en mis cabellos,
sube aún, se engrandece, se enajena en rugido
y pierde la noción del trino o la palabra.
Eres otro en tu voz. No conozco a ese hombre
que grita en el placer, delicioso extranjero
que habla lenguas angélicas en una cama impura.

De «Alcoba del agua» 2002



Poema Iv -del Gusto de Josefa Parra



Hay sal sobre los labios. En la lengua,
un resto de naufragios y sirenas,
tal vez algas, y el gusto de los fondos
espumosos y verdes del océano.
El sexo siempre sabe a mar de invierno,
a galernas en medio de la noche.



Poema Iii -de La Vista de Josefa Parra



Para tus ojos.
Para tus ojos fieramente abiertos.
Para tus ojos fijos.
Para tus ojos con caudal de fiebre.
Para tus ojos grandes.
Una orquídea de carne voluptuosa
para tus ojos ávidos
con vocación de abejas.



Poema Ii -del Olfato de Josefa Parra



La vainilla; el espliego; el verdín; la canela.
A veces un aroma delgado como de agua,
como de nube o lluvia; a veces un violento
perfume que recuerda la piel de una gacela,
el sudor y la sangre de un animal en celo.
Pero siempre, al final, la vainilla, el espliego…



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