Poema Magnetismo de Antonio Fernández Lera



Todo es cuestión
de un segundo.

Me asomo al abismo
del sueño.

Respiro sin trabas
el aire del invierno.

Me imagino el estruendo
del alfiler contra un imán

y su viaje
sin goce ni dolor.

Pienso en la piedra
que cae desde lo alto
de una montaña
y es ilocalizable
para siempre.

Pienso en la manzana
que cae del árbol,
y en los pequeños bichos
que mastican la fruta caída
llevados por la ley
del hambre.

Mi abismo es un espejo.

Siento un rumor de hojas
alrededor de mi camastro.

Veo en el cristal, junto a mi rostro,
un almacén de miradas perdidas.

Me pregunto si acaso
soy yo el archivero.



Poema Lamento Con Música de Antonio Fernández Lera



Dejad que mi lamento se extienda
como una lluvia fraterna,

todo el ser dividido
en un antes y un después,

el tiempo y la mirada siempre dos
y siempre divididos en dos.

Queda el hueco visible
de las palabras ausentes

que reclaman un eco y una voz
en el caos informe del pensamiento.

Queda la música
flotando en el aire

como una caricia, como un aleteo,
poco antes del último suspiro.



Poema La Hora Del Desayuno de Antonio Fernández Lera



No recuerdo exactamente las palabras:
la nieve o el agua.
Congelado y con los ojos abiertos: déjate de pájaros.
Un idiota rodeado de idiotas. Nada más.
Idiotas congelados con los ojos abiertos. Nada más.
Construir el futuro.
Construir el futuro.
Construir el futuro.



Poema La Dama Que Descubre El Seno de Antonio Fernández Lera



Esa tierna piel que me ofreces
viene a mí como un trozo de viento:

te respiro en silencio,

voy a ti atraído por tus ojos.



Poema El Sueño De Antiope de Antonio Fernández Lera



Sueño que vienes
a quererme, lento, y delicadamente
separas mis piernas con tu pezuña izquierda.
Me despierta el cabello de tus muslos
(la explosión del volcán
que has despertado con tu lengua).
Te pido por favor que no te vayas nunca
y que no pares, ahora, de moverte, hombre.

Sueño que sueño
cabalgando en tu sueño
y que tus dientes
me despiertan del mío
y que tu vello
me hace cosquillas en el vientre
y que no puedo
interrumpir mi baile
al son de tus caderas, mujer.



Poema El Perro De La Muerte de Antonio Fernández Lera



Muevo los brazos
en el aire frío
como un cuerpo de paja
pintarrajeado
Prendedme fuego
Muevo los labios
Vosotros Eh Vosotros
Prendedme fuego
Pero no se oye
Vosotros Eh Vosotros
Prendedme fuego
Pero no se oye
Muevo los brazos
Y me dejo llevar por la furia del viento
que arrastra tierra y hojarasca
Muevo los brazos
El agua de los ríos desaparece
Los gorriones picotean mis manos
La lluvia moja mis huesos
La muerte duerme a mis pies
Prendedme fuego



Poema El Primer Coro De La Roca de Thomas Stearn Eliot



Se cierne el águila en la cumbre del cielo,
el cazador y la jauría cumplen su círculo.
¡Oh revolución incesante de configuradas estrellas!
¡Oh perpetuo recurso de estaciones determinadas!
¡Oh mundo del estío y del otoño, de muerte y nacimiento!
El infinito ciclo de las ideas y de los actos,
infinita invención, experimento infinito,
trae conocimiento de la movilidad, pero no de la quietud;
conocimiento del habla, pero no del silencio;
conocimiento de las palabras e ignorancia de la palabra.
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
Los ciclos celestiales en veinte siglos
nos apartan de Dios y nos aproximan al polvo.

Versión de Jorge Luis Borges



Poema El Origen Del Mundo de Antonio Fernández Lera



Qué quieres que te diga,
me gustas así, abierta,
de par en par,
a los ojos del mundo,
como una verdad
pura,
desnuda.



Poema El Eco De Tu Voz: 3 de Antonio Fernández Lera



Párteme por la mitad:
rómpeme
y olvídame



Poema El Eco De Tu Voz: 2 de Antonio Fernández Lera



Una lucha entre dos, como un abrazo,

como una voz que se rompe.

Carne sobre luz eléctrica,
fuego sobre la carne, bajo una luz distinta,
y el televisor en tus ojos, encendido.

No quiero nada.

Mi sonrisa es espumosa como la cerveza,
pero yo nunca me doy cuenta
?maldita sea, pobre inútil, inservible
como la letra de un tango.

Seguir es dejarme llevar por el viento
cuando el aire se muere,
montar en las alas de un pájaro y volar (volar, volar)
cuando el aire se muere.



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad