Poema Jura Pisuerga A Fe De Caballero de Luis De Gongora



Jura Pisuerga a fe de caballero
Que de vergüenza corre colorado
Sólo en ver que de Esgueva acompañado
Ha de entrar a besar la mano a Duero.

Es sucio Esgueva para compañero
(Culpa de la mujer de algún privado),
Y perezoso para dalle el lado,
Y así ha corrido siempre muy trasero.

Llegados a la puente de Simancas,
Teme Pisuerga, que una estrecha puente
Temella puede el mar sin cobardía.

No se le da a Esguevilla cuatro blancas;
Mas ¿qué mucho, si pasa su corriente
Por más estrechos ojos cada día?



Poema En El Hueco De Tus Manos de Susana Reyes



En el hueco de tus manos
pongo tu nombre
y lo bebo a sorbos,
tus minerales
se licuan con mis soles
y en la memoria
la leyenda de tu cuerpo
se vuelve mariposa,
limpio las soledades
a tus pasos,
entonces te acuno entre mis ojos
entonces te limpias el sudor
y recoges mis mañanas.



Poema 18 de Vicente Huidobro



Heme aquí al borde del espacio y lejos de las circunstancias
Me voy tiernamente como una luz
Hacia el camino de las apariencias
Volveré a sentarme en las rodillas de mi padre
Una hermosa primavera refrescada por el abanico de las alas
Cuando los peces deshacen la cortina del mar
Y el vacío se hincha por una mirada posible

Volveré sobre las aguas del cielo

Me gusta viajar como el barco del ojo
Que va y viene en cada parpadeo
He tocado ya seis veces el umbral
Del infinito que encierra el viento

Nada en la vida
Salvo un grito de antesala
Nerviosas oceánicas qué desgracia nos persigue
En la urna de las flores impacientes
Se encuentran las emociones en ritmo definido



Poema Rima X de Gustavo Adolfo Bécquer



Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.
Oigo flotando en olas de armonías,
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran… ?¿Qué sucede?
¿Dime?
?¡Silencio! ¡Es el amor que pasa!



Poema Un Cuaderno De Dibujo De Nunik Sauret de Efrain Huerta



Lo fugaz ha transcurrido como un día lamidísimo. La
orquídea padeció dulcemente lo suyo, bajo una hoguera
constante y el breve, nervioso incendio de un clavel que no
reventó a tiempo. Se ha cumplido una misión. Una doble
misión, y los labios vuelven a su lugar de origen y la espada
del extraño ojo se dispone al oleaje fmal. La piel se eriza,
acrece la fiebre, arden las mordeduras; en estos labios una
menuda espuma ilumina el silencio.

Unas manos afiladas toman la rojiza espada.

Una rosada, anhelante primavera va a ser hendida.

Se está a la orilla de lo incierto, con las olas y una ardiente
arena como el cielo donde los ensalivados tulipanes se
despiertan a la luz, mientras allá arriba los pechos se
aplastan como dos guitarras adormidas de ansioso dolor.

Flamea la espada hoy dorada: vigorosa, endurecida insignia.

Todo es húmedo y es real y es embriagante y es oloroso y es
aromático.

Suavísimamente, primero, la lenta y pulida rama espadeante
busca su casa, la caliente casa donde construirá su guerra
compartida, su agitada batalla florecida entre ayes de infinita
transparencia.

Un índice macho se ha extraviado en la ensoñadora puerta
estrecha.

La tarea alcanza la perfección de la rosa sexual.

Mar adentro, la mar de licores, leche y miel de nardos es
adentrada.

«Tus caderas rechinaron como la última carroza del cortejo.»



Poema El Dios Ibero de Antonio Machado



Igual que el ballestero
tahúr de la cantiga,
tuviera una saeta el hombre ibero
para el Señor que apedreó la espiga
y malogró los frutos otoñales,
y un «gloria a ti» para el Señor que grana
centenos y trigales
que el pan bendito le darán mañana.
«Señor de la ruïna,
adoro porque aguardo y porque temo:
con mi oración se inclina
hacia la tierra un corazón blasfemo.
»¡Señor, por quien arranco el pan con pena,
sé tu poder, conozco mi cadena!
»¡Oh dueño de la nube del estío
que la campiña arrasa,
del seco otoño, del helar tardío,
y del bochorno que la mies abrasa!
»¡Señor del iris, sobre el campo verde
donde la oveja pace,
Señor del fruto que el gusano muerde
y de la choza que el turbión deshace,
»tu soplo el fuego del hogar aviva,
tu lumbre da sazón al rubio grano,
y cuaja el hueso de la verde oliva,
la noche de San Juan, tu santa mano!
»¡Oh dueño de fortuna y de pobreza,
ventura y malandanza,
que al rico das favores y pereza
y al pobre su fatiga y su esperanza!
»¡Señor, Señor: en la voltaria rueda
del año he visto mi simiente echada,
corriendo igual albur que la moneda
del jugador en el azar sembrada!
»¡Señor, hoy paternal, ayer cruento,
con doble faz de amor y de venganza,
a ti, en un dado de tahúr al viento
va mi oración, blasfemia y alabanza!»
Este que insulta a Dios en los altares,
no más atento al ceño del destino,
también soñó caminos en los mares
y dijo: es Dios sobre la mar camino.
¿No es él quien puso a Dios sobre la guerra
más allá de la suerte,
más allá de la tierra,
más allá de la mar y de la muerte?
¿No dio la encina ibera
para el fuego de Dios la buena rama,
que fue en la santa hoguera
de amor una con Dios en pura llama?
Mas hoy… ¡Qué importa un día!
Para los nuevos lares
estepas hay en la floresta umbría,
leña verde en los viejos encinares.
Aún larga patria espera
abrir al corvo arado sus besanas;
para el grano de Dios hay sementera
bajo cardos y abrojos y bardanas.
¡Qué importa un día! Está el ayer alerto
al mañana, mañana al infinito,
hombres de España, ni el pasado ha muerto,
no está el mañana ?ni el ayer? escrito.
¿Quién ha visto la faz al Dios hispano?
Mi corazón aguarda
al hombre ibero de la recia mano,
que tallará en el roble castellano
el Dios adusto de la tierra parda.



Poema Desde La Sombra de Jorge Debravo



Grande es la sombra.
Yo la siento enredada en las manos
como una miel espesa.
Bajo la sombra no sabemos
si el camino se marcha o si regresa.

¡Ah, qué suaves son tus labios!°
El beso que acabamos de atrapar es tierno y majestuoso
como un gran árbol con un follaje nuevo.

No me digas nada:
Yo te contaré que hay besos puros y torpes.
Algunos tan ligeros que casi no son besos.
Otros tan violentos
que los labios se abren y florecen en sangre.

A veces me siento triste
porque las piedras no tienen labios, ni besos, ni palabras.

¿Cómo sientes mis manos?
Las has estrechado con las tuyas
y las has acercado a tus pechos.
Desnudos y tibios
los he sentido aletear como pájaros vivos
debajo de mis manos.

Para tenerte siempre
cortaré todas las flores de corola grande
y te haré con ellas un lecho.
Quemaré todos mis recuerdos, cuando llegue la noche,
para que no te molesten las espinas.
Cuando te duermas -desnuda entre las flores-
soñarás que te besa castamente un ángel o un dios.



Poema Es Como Levantarte Con Los Ojos de Leopoldo De Luis



Es como levantarte con los ojos,
con las húmedas alas de los ojos,
al imborrable cielo del recuerdo.
Pasan nubes oscuras, tristes pájaros.
Lentamente tu nombre al fin se queda
solo, desnudo, inmóvil, imposible,
como estrella varada.

Y nombrarte es dolor. Reconocerte
después de cada tarde, como el sueño,
es el dolor diario. Cruzo absorto
calles hacia la angustia de la nada,
entro en casas desnudas,
hablo a seres extraños, torpemente.

Reconocerte es triste, como es triste
siempre identificarnos lo más nuestro
inútilmente cerca, naufragando
en la luz impiadosa de los días.
Entramos y salimos de nosotros
abandonando siempre lo que somos,
esa sola verdad que nos habita,
apaleado perro en las veredas
por las que transitamos sordamente.

Sentirte cerca duele, como duele
siempre palpar la herida que no cura.
Sentirte en lenta huida hacia la tarde
con un dolor solar sobre los párpados.

Veo a veces tu cuerpo como un río,
como un río pasando mudamente
el puente de mis años, por mi pecho.
Y en un heroico cielo, siempre inmóvil,
só1o tu nombre, herido de memoria.

En esta soledad me estoy poblando,
haciéndome de bosque y fronda hirviente.

Una renunciación acaso sea
más que segar la pretendida rosa
brotar oscuros árboles de sueño.



Poema Hoy Quisiera de José Antonio Labordeta



Hoy quisiera olvidarme del mar,
del mar en las ventanas,
del dígale usted a todos buenos días,
seguimos por aquí,
así como siempre, muy buenos de salud
y de agonía.
Hoy quisiera
no saber las palabras,
olvidarme los ritos, las maneras,
ser tan libre como la mano de una niña,
o el ojo de un pájaro en la niebla.
Hoy quisiera
-queremos siempre y para nada sirve-
decir palabras lentas,
melodías colgadas de la sombra,
sueños que se entrecruzan, heroicas campanas.
Pero somos de aquí,
del billete señor,
la carne va subiendo
y el hígado del viejo se estropea.
Somos
de las tardes de fútbol.

Hoy quisiera
-quieres tantas cosas-
cerrar de una vez esta ventana
y descansar del ruido de allá afuera.
Pero entran el mar,
el ruido y el regusto brutal
de toda esta tierra.
Somos de ahí,
de enfrente, justo al lado
donde se ama y crea.
Somos
-y hoy yo quisiera…-
del urbano paisaje de la tierra
y aquí no hay quien se salve
de la hoguera.



Poema Huida Hacia El Amor de Rosana Acquaroni



Crecí nativa de laureles abiertos
y figuras de sombra.
Aún ahora,
tras las verjas de nadie me levanto.
No imagináis mis manos de silencio,
mi ronco corazón de sombra ante el salvaje
jardín de mansa arena estremecida,
mar que pesa desde el viento,
lluvia,
y en esa voluntad de luto próximo
comenzar.

Cristal y perro perseguido,
pájaro que entra domesticado en la jaula
de alpiste y de rosal.
Y os voy amando,
puedo veros caer de muerte sin río ni sonrisa,
tan magullados por lo oscuro y solitario.
Puedo veros
con fijeza de párpado que ama,
caer como montañas,
buscar los cuerpos apretados y tiernos
?para la piedra ingrávidos?
y sin deciros nada
aprender a caer de los desiertos hasta el mar.

Acompañaros
en esa república de realidad amarga.
Miradme cuando vuelva
?eso me gustaría?,
volver sin esperanza de encontraros.
Como la lenta flor sin paraíso
definitivamente prendida a sus palabras.



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