Poema Nocturno Mar de Xavier Villaurrutia



Ni tu silencio duro cristal de dura roca,
ni el frío de la mano que me tiendes,
ni tus palabras secas, sin tiempo ni color,
ni mi nombre, ni siquiera mi nombre
que dictas como cifra desnuda de sentido;

ni la herida profunda, ni la sangre
que mana de sus labios, palpitante,
ni la distancia cada vez más fría
sábana nieve de hospital invierno
tendida entre los dos como la duda;

nada, nada podrá ser más amargo
que el mar que llevo dentro, solo y ciego,
el mar, antiguo edipo que me recorre a tientas
desde todos los siglos,
cuando mi sangre aún no era mi sangre,
cuando mi piel crecía en la piel de otro cuerpo,
cuando alguien respiraba por mí que aún no nacía.

El mar que sube mudo hasta mis labios,
el mar que me satura
con el mortal veneno que no mata
pues prolonga la vida y duele más que el dolor.
El mar que hace un trabajo lento y lento
forjando en la caverna de mi pecho
el puño airado de mi corazón.

Mar sin viento ni cielo,
sin olas, desolado,
nocturno mar sin espuma en los labios,
nocturno mar sin cólera, conforme
con lamer las paredes que lo mantienen preso
y esclavo que no rompe sus riberas
y ciego que no busca la luz que le robaron
y amante que no quiere sino su desamor.

Mar que arrastra despojos silenciosos,
olvidos olvidados y deseos,
sílabas de recuerdos y rencores,
ahogados sueños de recién nacidos,
perfiles y perfumes mutilados,
fibras de luz y náufragos cabellos.

Nocturno mar amargo
que circula en estrechos corredores
de corales arterias y raíces
y venas y medusas capilares.

Mar que teje en la sombra su tejido flotante,
con azules agujas ensartadas
con hilos nervios y tensos cordones.

Nocturno mar amargo
que humedece mi lengua con su lenta saliva,
que hace crecer mis uñas con la fuerza
de su marca oscura.

Mi oreja sigue su rumor secreto,
oigo crecer sus rocas y sus plantas
que alargan más y más sus labios dedos.

Lo llevo en mí como un remordimiento,
pecado ajeno y sueño misterioso
y lo arrullo y lo duermo
y lo escondo y lo cuido y le guardo el secreto.



Poema Canción Iii de Victor Hugo



Si ya la mañana sonríe en el valle,
¿por qué no has abierto tu cáliz de flor?
¿por qué estás dormida, cuando ha despertado
la blanca gardenia que estaba en botón?

¿Será tan profundo tu sueño que no oigas
que todo a tus puertas te canta a una voz:
mi espíritu ardiente y el ave del cielo,
la fresca corola y el rayo del sol?

La rosa te dice: «¡yo soy el perfume!»
El día te dice: «¡yo soy la ilusión!»
La alondra te dice: «¡yo soy el gorjeo!»
Y mi alma te dice: «¡yo soy el amor!»

Versión de Salvador Díaz Mirón



Poema Criaturas En La Aurora de Vicente Aleixandre



Vosotros conocisteis la generosa luz de la inocencia.
Entre las flores silvestres recogisteis cada mañana
el último, el pálido eco de la postrer estrella.
Bebisteis ese cristalino fulgor,
que con una mano purísima
dice adiós a los hombres detrás de la fantástica
presencia montañosa.
Bajo el azul naciente,
entre las luces nuevas, entre los puros céfiros primeros,
que vencían a fuerza de -candor a la noche,
amanecisteis cada día, porque cada día la túnica casi
húmeda
se desgarraba virginalmente para amaros,
desnuda, pura, inviolada.
Aparecisteis entre la suavidad de las laderas,
donde la hierba apacible ha recibido eternamente el
beso instantáneo de la luna.
Ojo dulce, mirada repentina para un mundo estremecido
que se siente inefable más allá de su misma apariencia.
La música de los ríos, la quietud de las alas,
esas plumas que todavía con el recuerdo del día se
plegaron para el amor como para el sueño,
entonaban su quietísimo éxtasis
bajo el mágico soplo de la luz,
luna ferviente que aparecida en el cielo
parece ignorar su efímero destino transparente.
La melancólica inclinación de los montes
no significaba el arrepentimiento terreno
ante la inevitable mutación de las horas:
era más bien la tersura, la mórbida superficie del mundo
que ofrecía su curva como un seno hechizado.
Allí vivisteis. Allí cada día presenciasteis la tierra,
la luz, el calor, el sondear lentísimo
de los rayos celestes que adivinaban las formas,
que palpaban tiernamente las laderas, los valles,
los ríos con su ya casi brillante espada solar,
acero vívido que guarda aún, sin lágrimas, la amarillez
tan íntima,
la plateada faz de la luna retenida en sus ondas.
Allí nacían cada mañana los pájaros,
sorprendentes, novísimos, vividores, celestes.
Las lenguas de la inocencia
no decían palabras:
entre las ramas de los altos álamos blancos
sonaban casi también vegetales, como el soplo en las
frondas.

¡Pájaros de la dicha inicial, que se abrían
estrenando sus alas, sin perder la gota virginal del rocío!
Las flores salpicadas, las apenas brillantes florecillas del
soto,
eran blandas, sin grito, a vuestras plantas desnudas.
Yo os vi, os presentí, cuando el perfume invisible
besaba vuestros pies, insensibles al beso.
¡No crueles: dichosos! En las cabezas desnudas
brillaban acaso las hojas iluminadas del alba.
Vuestra frente se hería, ella misma, contra los rayos
dorados, recientes, de la vida,
del sol, del amor, del silencio bellísimo.
No había lluvia, pero unos dulces brazos
parecían presidir a los aires,
y vuestros cabellos sentían su hechicera presencia,
mientras decíais palabras a las que el sol naciente daba
magia de plumas.
No, no es ahora, cuando la noche va cayendo,
también con la misma dulzura pero con un levísimo
vapor de ceniza,
cuando yo correré tras vuestras sombras amadas.
Lejos están las inmarchitas horas matinales,
imagen feliz de la aurora impaciente,
tierno nacimiento de la dicha en los labios,
en los seres vivísimos que yo amé en vuestras márgenes.
El placer no tomaba el temeroso nombre de placer,
ni el turbio espesor de los bosques hendidos,
sino la embriagadora nitidez de las cañadas abiertas
donde la luz se desliza con sencillez de pájaro.
Por eso os amo, inocentes, amorosos seres mortales
de un mundo virginal que diariamente se repetía
cuando la vida sonaba en las gargantas felices
de las aves, los ríos, los aires y los hombres.



Poema Mensajes de Cristina Peri Rossi



Cómo amaba los manuscritos de tus manos
en la alfombra
en la mesa de todos los días
en los mansos atardeceres
en el polvo de la ventana
en la monótona arena de la playa
Mansas manos
mensajes monosilábicos

Pero nunca supiste qué palabra escribías.

«Linguística general» 1979



Poema 20 Poemas De Amor Y Una Canción Desesperada – Poema 9 de Pablo Neruda



Poema 9

Ebrio de trementina y largos besos,
estival, el velero de las rosas dirijo,
torcido hacia la muerte del delgado día,
cimentado en el sólido frenesí marino.
Pálido y amarrado a mi agua devorante
cruzo en el agrio olor del clima descubierto,
aún vestido de gris y sonidos amargos,
y una cimera triste de abandonada espuma.
Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única,
lunar, solar, ardiente y frío, repentino,
dormido en la garganta de las afortunadas
islas blancas y dulces como caderas frescas.
Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos
locamente cargado de eléctricas gestiones,
de modo heroico dividido en sueños
y embriagadoras rosas practicándose en mí.
Aguas arriba, en medio de las olas externas,
tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos
como un pez infinitamente pegado a mi alma
rápido y lento en la energía subceleste.



Poema Al Cielo(vicente Aleixandre) de Vicente Aleixandre



El puro azul ennoblece
mi corazón. Sólo tú, ámbito altísimo
inaccesible a mis labios, das paz y calma plenas
al agitado corazón con que estos años vivo.
Reciente la historia de mi juventud, alegre todavía
y dolorosa ya, mi sangre se agita, recorre su cárcel
y, roja de oscura hermosura, asalta el muro
débil del pecho, pidiendo tu vista,
cielo feliz que en la mañana rutilas,
que asciendes entero y majestuoso presides
mi frente clara, donde mis ojos te besan.
Luego declinas, ¡oh sereno, oh puro don de la altura!,
cielo intocable que siempre me pides, sin cansancio, mis besos,
como de cada mortal, virginal, solicitas.
Sólo por ti mi frente pervive al sucio embate de la sangre.
Interiormente combatido de la presencia dolorida y feroz,
recuerdo impío de tanto amor y de tanta belleza,
una larga espada tendida como sangre recorre
mis venas, y sólo tú, cielo agreste, intocado,
das calma a este acero sin tregua que me yergue en el mundo.
Baja, baja dulce para mí y da paz a mi vida.
Hazte blando a mi frente como una mano tangible
y oiga yo como un trueno que sea dulce una voz
que, azul, sin celajes, clame largamente en mi cabellera.
Hundido en ti, besado del azul poderoso y materno,
mis labios sumidos en tu celeste luz apurada
sientan tu roce meridiano, y mis ojos
ebrios de tu estelar pensamiento te amen,
mientras así peinado suavemente por el soplo de los astros,
mis oídos escuchan al único amor que no muere.



Poema Tu Voz de Pedro Enríquez



La sierpe de los vientos
el dominio del estío
la cárcel de la muerte
el caballo de las palabras
el aullido del silencio
la espada del deseo
la furia de los días
la clemencia de lo absurdo
las lágrimas sin consuelo
el beso de la sorpresa
las habitaciones de la demencia
la tormenta de los suspiros
las copas rotas sin retorno
las malditas pirañas de las horas
un coágulo de tiempo vacío
las uñas marcadas en la noche
los pies oscuros del tormento
la fiebre devorando los colmillos
el hueco de las estatuas
el pozo sin garganta
los sonidos sin forma
la simetría del viento dolorido
la paralela dormida del blanco
los límites de la sombra

¿De dónde nace esta tormenta
este fulgor de fuego
incendiando la memoria?

Tu voz la voz tu voz

Lentamente me desnudo en ceniza

(del libro EL ECO DE LOS PÁJAROS)



Poema Deadlines de Luis Alberto Ambroggio



El poema se escapa del horario
Porque es agua
Y crece con el viento.

Los amantes cargan un espejo
Con calcomanías
De lenguas ancladas.

Por fin el cielo descansa en la mar
Para que el sol y las estrellas
Se hablen gota a gota.



Poema Albada de Esther Giménez



Alguna vez he visto amanecer.
Todos sabéis cómo es: de la negrura
resurge un débil brote sin querer

de luz que el ojo apenas asegura
-si de un color, si de otro, siempre cálido-
que duele, que molesta, que depura

su recién vida, crítico y crisálido,
a punto de quebrársele la pata
al tembloroso cervatillo escuálido.

Se pone en pie, se estira, se dilata…
Mientras, el ojo, ya desperezado,
comienza a reinventar su flor y nata

-color, tono, matiz, significado-
como si no supiera que la luz
nunca ha atendido a Adán ni a su legado.

El Sol confuso alarga la testuz,
se asoma a ver quién mira y nos conoce
aún tras la Tierra-costra-tragaluz

y en confianza nos brinda el primer roce.
¿Quién es padre de quién? Se dice El Hombre
-obtiene de Natura tanto goce

que no queda camino que no alfombre-.
¿Qué sirve de la luz, tautología,
si no tiene perrito que la nombre?

Y el Sol siguió saliendo cada día,
incombustible siempre a nuestros símbolos,
motor casi inmortal de poesía.

Pasando por el forro de los nimbos
cada cantar, si alondra o ruiseñor,
si hacemos desayunos con Pan Bimbo,

si tú, si yo, si bien o mal de amor…
Sin embargo, la ciencia y la costumbre
me obligan a encontrarle al esplendor

un estatismo impropio de su lumbre,
un apagarse lento y sostenido
que no podemos ver desde la cumbre,

que no queremos ver pero es sabido,
se sabe ya seguro, se presiente,
se acabará. Sabéis ya cómo ha sido:

viajante del Oriente al Occidente
mientras captas de él fulgor de vela,
de toda su reacción la suficiente

aletargada luz que nos revela.
Alguna vez he visto algún ocaso.
Sabéis cómo será: deja su estela

la luz; después se va, poeta acaso.



Poema Glosa de San Juan De La Cruz



Sin arrimo y con arrimo,
sin luz y ascuras viviendo
todo me voy consumiendo.

1
Mi alma está desassida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios arrimada.

2
Por esso ya se dirá
la cosa que más estimo
que mi alma se vee ya
sin arrimo y con arrimo.

3
Y aunque tinieblas padezco
en esta vida mortal
no es tan crecido mi mal
porque si de luz carezco
tengo vida celestial
porque el amor da tal vida
quando más ciego va siendo
que tiene al alma rendida
sin luz y ascuras viviendo.

4
Haze tal obra el amor
después que le conocí
que si ay bien o mal en mí
todo lo haze de un sabor
y al alma transforma en sí
y assí en su llama sabrosa
la qual en mí estoy sintiendo
apriessa sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo.



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