Poema El Cielo De París de Yolanda Pantin



El cadáver es el estado final del sufrimiento
-Peter Handke-

I

Abril es el mes más cruel

y

los peores poetas
escribimos en primera persona
versos que no importan a nadie

(Escribe: el mundo)

El mundo es el ombligo

Abrir
abrir la carne
(ver)
soñar con la ciudad
de la infancia
el país de la primera edad
en las faldas de la madre
ciudad arqueada
que a los quince años
ya era imposible

pregunté al otro
al que apaga la luz al carnicero
qué ha sucedido
por qué estamos a oscuras

Herir

herir muy bajo

cortar
abrir la carne

árboles en flor
al pie de la muralla
santa catedral

luces de neón
del cielo
de París
en primavera

No he visto nevar
palabra blanca de la tierra

¿Cuáles son las raíces que se aferran
qué ramas crecen
de esta pétrea basura?

Hijo de hombre

hablaré la lengua de mi madre en los sueños

Nada me consuela

crines
curvatura
brillo
de la luz
sobre el cuerpo
del niño
de pie
en la empalizada
trenzas
caballos
cielo de enero
nunca
tan claro
bosque
de luz
hasta la casa

ciudad
fierro

verla
con tus ojos

ser

dolorosamente

helados

Utero rojizo
(escribe: lo has leído)

Sin lengua
sin palabra

dejar al perro
mear sobre la acera
sagrada
del cielo de París

Mojarse mis cabellos
asida de la mano

no me perderé

¿Es esta la tierra que te habían prometido?

Fétidas aguas
del río que abraza
la ciudad de piedra

Ruinas
pestilencia

cúpula de hierro

es un sueño estás sola
no hay otro
la luz no existe

No hay leche para ti
ni sal ni agua

hijo de hombre
guárdate
debajo de la roca

(sólo hay sombra bajo esta roca púrpura)

Sorda a los oídos
sádicos del cielo

cava
de las siete palabras

polvo y silencio

abre la puerta que conduce al infierno
dorado de tu cuerpo

Aquí no hay nadie

aquí hay alguien que llama
desde un jardín de piedra

Lago

de la espalda

rua puerta

Dormía en los fangales
al sol
con los caballos

Nadie escucha lo que dices
nadie sabe
(matar: ser la tiniebla)

No
no hemos llegado

pienso en alas en fuego en música
pero no
no es eso lo que temo

túneles de miedo

Dejarte en las palabras
decir

¿Tiene usted un vaso con agua?

tenedlo ahí, sobre la mesa, inútil

abstinencia angustiosa
que presume el dolor y no lo crea
que escucha ya en la estepa de sus tímpanos
retumbar el gemido del lenguaje
y no lo emite

Volviéndome
entera
contemplo
la ciudad

final
tiniebla

Yo era la pequeña
moría en los rosales

La hoja la muralla

hiere la mano
filosa del sueño

(cortar: abrir la carne)

Cielo de París
cielo helado

la música está
en ninguna parte

Aquí no hay nadie

El cadáver se sacia en su florero

Cúpula cobalto
luz del cielo
de Francia
en primavera

Llora
en sus rodillas

reclina la frente contra el mármol

que ella te consuele

La flor saciada en su florero
diría

duerme en paz

eso
era todo

IV

París, 20 de abril de 1988

Tomamos el barco en le square du Vert Galant
Antes habíamos contemplado
a los enamorados la orilla del Sena
En el oscuro parque abierto al deseo
la ciudad se divisaba
como extraída de una tarjeta postal
Tú tenías sueño
A pesar de ello querías mostrarme
no sé qué cosa de París desde el río
Ruidosos turistas italianos
muchachos de cabellos largos
jóvenes
mal vestido
sin conciencia de ser extranjeros
tomaron el Bateau Mouche
ante la mirada indiferente del capitán
y de la mujer de falda roja
quien al tomar el micrófono saludó
Bienvenidos a bordo
El barco viró hacia el Oeste frente al Louvre
Mientras la joven desgranaba la historia
repetida una y mil veces
(The history of The Louvre is long and complicated)
un potente reflector haces de luz desde la barcaza
extraían de la noche la notable arquitectura de éste
y de otros monumentos
?A droite? ?a gauche?
narraba la voz metálica de la guía
relatos en dos idiomas que nadie escuchaba
Tú dormías
Arriba
en lo alto del bote
a pesar del frío
-helada primavera-
los turistas festejaban el paseo
con sordos comentarios carcajadas
y balabas de su tierra natal
Uno a uno dejábamos atrás
puentes cúpulas jardines
estela de voces
ruido no palabras

sur le Cours-la- Reine la France de l?époque romaine
de Lenoir la France moderne de Michel sur l?Esplanade
des Invalides la France de la renaissance de Couton et
la France de Louis XIV de Marqueste

La luz indiscreta proveniente del bote
cegó por un momento a los circunspectos comensales que cenaban
a bordo de un restaurante flotante
Al cruzar el puente del Alma
la torre Eiffel fue recibida con pequeños gritos
flashes de cámaras automáticas
misterio en fin de un momento inolvidable
que jamás será revelado
ni en ésta ni en otra fotografía
El capitán maniobró con fastidio
rumbo al lugar de donde habíamos partido
Durante un largo trecho no hubo nada qué iluminar
-ni qué fotografiar-
Tú recostaste la cabeza sobre mi hombro
y yo recordé a la niña que no había conocido
en algún lugar del Barrio Latino
decidida a perderse en las aguas del Sena
cuando un negro le ofreció de beber
y trató de animarla al mostrarle
el lugar donde escondía
en uno de los muros de Saint Julian le Pauvre
haschís heroína
No tenía por qué hacerlo
y ella no tenía por qué matarse
El ruido del motor
le otorgaba intimidad a este espacio
donde hombres y mujeres bostezaban
cansados de una jornada que no excluía
la cháchara banal
la confusa sucesión de imágenes
que luego serán olvidadas
Sucedió de improvisto
Un haz de luz azul giraba en lo alto de un automóvil
extrañamente aparcado en el quai D?Orsay
cerca del museo donde quise llevarte
para que vieras a la ciudad
a través de uno de los relojes de la antigua estación
El barco avanzaba penosamente
ciego a la visión
el capitán la joven guía
los turistas italianos en lo alto del bote
guardaron silencio
cuando un grupo de gendarmes
-la luz azul
girando muda-
extraía del río el pesado cuerpo de un hombre
Te dije: mira
El barco se deslizaba indiferente
ante las torres de La Conserjería

on vous montre les fenetres de l?ancienne
prison des femmes sous la terreur

Tú señalaste el espíritu de Dios
en la caja de piedra
la emoción en ruinas de un poema de Cernuda
El barco continuó su marcha irreversible
hacia lo lejos, más, hacia la flor sin nombre
los días en las láminas los versos las palabras
ciudad arqueada que a los quince años
ya era imposible
Gracia de los cuerpos
puentes abadías
precipicios del Arte Universal
a orillas del Sena
la voz metálica de la guía
anunció a la izquierda
la mole de la Santa Catedral de la Ciudad
Bella
peor
bajo los faros
y los flashes de las cámaras automáticas

abrió su corazón de piedra
la gárgola el cielo

Noviembre 1988-Febrero 1989



Poema El Silencio de Carilda Oliver Labra



A Raúl Luis

No lo puedo decir. La voz precisa
quedó bajo el silencio sepultada;
cuando retoza el crimen ya no es nada
el diente que pelea en la sonrisa.

No lo puedo decir. Y acaso es largo
el camino que el daño me asegura.
No lo puedo decir, y sin embargo
sé que está cerca la total negrura.

No lo puedo decir …Todas las penas
se van volviendo ya como serenas
soledades que aquí no tienen signo.

Aunque la muerte simplemente abra,
aunque al fin me arrebaten la palabra
no me voy a callar ni me resigno.



Poema Epinicio de Luis Antonio De Villena



Salta al aire, y arde al sol en un brillo encendido.
El músculo se estira victorioso. Ondea el pelo rubio,
y bailan sedas de agua sobre una piel de oro.
Bulle un río, y el cuerpo es la sed de una batalla.
Los brazos se alargan, y las piernas armoniosas
y brillantes. Se cierra un bosque al cerrar los ojos.
Cantan las manos. El cuerpo adolescente reta al aire.
Como un himno se eleva la figura, y se ondula.
El pelo nada, la piel seduce al ámbar, y el impulso
se transforma en joven música encendida. Salta ahora.
Y es todo victoria. Quien saltó y quien baja es otro distinto.
Y va más allá el milagro porque es otro el que mira.



Poema Según Usted de Kenny Rodríguez



(a R…)

Ahora he de fingir
-según usted-
un adiós casi total, genuino y certero
al sueño aún no compartido.

Tomar las riendas de mi antigua soledad
sin mayores consecuencias
-según usted-
me inventé un candado de valeverguismo
y me volví mujer-fantasma en su lecho,
pajarito de papel que arrastra el viento.

Porque seguramente
-según usted-
solamente guardé las tormentas de sus treinta y uno
para desprenderme el calor del verano
que incendia mis entrañas.

Y voy
-según usted-
a jugar curuta con cualquiera
sólo porque la luna de pan
se desmigaja.



Poema Nueva Presencia de Meira Delmar



Venías de tan lejos como de algún recuerdo.

Nada dijiste. Nada. Me miraste a los ojos.
y algo en mí, sin olvido, te fue reconociendo.

Desde una azul distancia me caminó las venas
una antigua memoria de palabras y besos,

y del fondo de un vago país entre la niebla
retornaron canciones oídas en el sueño.

Mi corazón, temblando, te llamó por tu nombre.
Tú dijiste mi nombre… Y se detuvo el tiempo.

La tarde reclinaba su frente pensativa
en las trémulas manos de los lirios abiertos,

y a través de las nubes los pájaros errantes
abrían sobre el campo la página del vuelo.

Con los hombres cargados de frutos y palomas
interminablemente pasaba el mismo viento,

Y en el instante claro de los bronces mi alma,
llena de ángelus, era como un sitios del cielo.

Una vez, antes, antes, yo te había perdido.
En la noche de estrellas, o en el alma de un verso.

Una vez. No sé donde… Y el amor fue tan sólo
encontrarte de nuevo.



Poema Vals de Pablo Neruda



Yo toco el odio como pecho diurno,
yo sin cesar, de ropa en ropa vengo
durmiendo lejos.

No soy, no sirvo, no conozco a nadie,
no tengo armas de mar ni de madera,
no vivo en esta casa.

De noche y agua está mi boca llena.
La duradera luna determina
lo que no tengo.

Lo que tengo está en medio de las olas.
Un rayo de agua, un día para mí:
un fondo férreo.

No hay contramar, no hay escudo, no hay traje,
no hay especial solución insondable,
ni párpado vicioso.

Vivo de pronto y otras veces sigo.
Toco de pronto un rostro y me asesina.
No tengo tiempo.

No me busquéis entonces descorriendo
el habitual hilo salvaje o la
sangrienta enredadera.

No me llaméis: mi ocupación es ésa.
No preguntéis mi nombre ni mi estado.
Dejadme en medio de mi propia luna,
en mi terreno herido.



Poema Araucanía, Rosa Mojada, Diviso… de Pablo Neruda



ARAUCANÍA, rosa mojada, diviso
adentro de mí mismo o en las provincias del agua
tus raíces, las copas de los desenterrados,
con los alerces rotos, las araucarias muertas,
y tu nombre reluce en mis capítulos
como los peces pescados en el canasto amarillo!
Eres también patria patleada y hueles mal,
a rencor, a borrasca, a escalofrío.

Hoy que un día creció para ser ancho
como la tierra o más extenso aún,
cuando se abrió la luz mostrando el territorio
llegó tu lluvia y trajo en sus espadas
el retrato de ayer acribillado,
el amor de la tierra insoportable,
con aquellos caminos que me llevan
al polo Sur, entre árboles quemados.



Poema Besos de Gabriela Mistral



Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.
Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.
Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.
Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.
¿Te acuerdas del primero…? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenaron sé de lágrimas tus ojos.
¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos… vibró un beso,
y qué viste después…? Sangre en mis labios.
Yo te enseñe a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.



Poema Al Lado Del Pozo De La Vida de Ricardo Carballo Calero



Al lado del pozo de la vida escrutas las aguas oscuras:
acechas tendiendo los oídos ansiosos a la piedra que tiras,
dura y pesada pregunta que inquieta la verdad del fondo
húmeda tierra de fango que los pies con que pisas ansían.
Al lado del pozo de la vida buscas en ella la verdad.
Pero la verdad y la vida son una, y están sobre la tierra.
Taladran, sedientos, los ojos sólo aguas y arcillas estériles.

Pasa, entre tanto: la hermosa, como una mujer en silencio.
Podrías besarla sino intentaras oírla;
a su talle han de ceñirse, han de besar sus labios
sin preguntarle su nombre, que, púdica, niega al amante,
o que, tal vez, ella ignora, la casta de la flor venturosa.
De tu pregunta hoz, en el heno se oxide y more
-harta de segar aires- que es lecho de amor para el prudente.
No rinden labios de moza más dulces las mieles del beso
porque murmullen un nombre al ruego del amante importuno.

De «Entre el verde y el azul»



Poema ¿cómo Vive Esa Rosa Que Has Prendido de Gustavo Adolfo Bécquer



junto a tu corazón?
Nunca hasta ahora contemplé en el mundo
junto al volcán la flor.



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad