Poema Salvaje de Matilde Alba Swann



Salvaje como el viento, y arisca,
y triste a veces
como un rezo a la muerte,
y otras veces dichosa, y transparente,
y otras veces turbia
como esos charcos donde nadie bebe.
Naranja salvaje, verde agria,
y otras veces dulce,
roja por dentro
como tal vez fueran algunas
de las que rezuman en el monte
y nadie prueba.
Salvaje,
como mi cabello de batalla de insomnio,
como mis uñas mordidas como mis cejas rebeldes,
y otra vez tierna
con la voz ausente.
Salvaje,
como la garra en la que estrujaría mi corazón
cuando se encierra en víscera.
como la despavorida coraza de la selva.
Como el tigre en disentida mancha
tras la presa.
Como el asombro de Adán
ante el rostro espiral de la tormenta.
Como mi deseo si alguna vez se despertara
y no hallara la multitud en torno.
Como el gozo que entrecierra mis ojos
y abre las puertas de mi grito de par en par.
Como el dolor que me atraviesa
con sus crines mordidas por el fuego.
Con el infinito miedo de mis noches
poblándose de monstruos.
Como mi impulso frenético de golpear o o besar,
y a veces recogida como un murmullo al sol,
y a veces abandonada
y a veces abandonada y quieta
como la certeza del amor,
y silenciosa,
como la alcoba de mis horas
entreabriendo furtiva a la sorpresa.
Salvaje como mi audacia,
y otras veces miedosa y tímida y cubierta,
y otras veces
con la impudicia latiendo a flor de ropa.
Salvaje
deshaciéndome de mí misma,
y aullando y resonándome despedazada y estremecida
y tensa entre el lino dormido de las sábanas.
Fruta roída,
y otras veces intacta,
semilla, pulpa, zumo, toda guardándome
para la augusta nada.
Naranja salvaje, verde, agria,
con dolor de colores en la cáscara,
y algunas veces dulce,
increíble
y algunas veces,
cuando nadie me prueba,
miel y lágrima.



Poema En La Muerte De Dos Señoras Mozas, Hermanas, Naturales De Córdoba de Luis De Gongora



Sobre dos urnas de cristal labradas,
De vidrio en pedestales sostenidas,
Llorando está dos ninfas ya sin vidas,
El Betis en sus húmidas moradas,

Tanto por su hermosura dél amadas,
Que, aunque las demás ninfas doloridas
Se muestran, de su tierno fin sentidas,
Él, derramando lágrimas cansadas:

«Almas», les dice, «vuestro vuelo santo
Seguir pienso hasta aquesos sacros nidos,
Do el bien se goza sin temer contrario;

Que, vista esa belleza y mi gran llanto,
Por el cielo seremos convertidos,
En Géminis vosotras, yo en Acuario».



Poema Cavalcanti de Carmen Olle



Si una rosa no alcanza la plenitud, de tu destreza
-Guido- no respondería.
La dama siempre de espaldas sonrió a un paisaje
añorante.

Puesto que esa mujer más que razonar sueña, ella
es en su quietud más vieja que tu exilio,
y si otro besara su cuerpo amado ¿Tu regreso sería inútil?
Como cualquier locura, viento o blasfemia que mueva
a quien tanto ambiciona
puesto que esa mujer no ambiciona sino sueña
se ha mantenido joven en su pobreza.
Y si alguien derramara el vino atento sobre ella,
y otro la besara en su coño, que sería, entonces,
si un viajero…



Poema Corazón de Antonio Murciano



Abierto tengo el corazón a todo
lo que sea palabra verdadera;
hombre que llegue a mí de otra manera
lo encontrará cerrado a piedra y lodo.

Mi corazón es llano y sin recodo,
y tan por dentro humano y tan por fuera,
que aunque de ausencia y desamor muriera
no quisiera que fuera de otro modo.

Quien palabras le llueva de ternura,
quien en su tierra siempre honrado grano
comerá el pan de la amistad segura.

Que abierto está en la palma de mi mano
como una roja fruta ya madura,
pura para la boca del hermano.



Poema La Lluvia de José María Souvirón



Cae la lluvia suavemente
con un susurro tierno y claro,
y el corazón se va durmiendo
por el rumor acompañado.

La lluvia trae muchas cosas
que ya teníamos olvidadas:
viejos jardines a lo lejos
desde balcones de la infancia.

Antiguas voces que se fueron,
músicas lentas y remotas
y unos instantes de amor pleno
bajo otra lluvia melancólica.

Llueve en ventanas y azoteas,
sobre los árboles y el campo;
llueve también sobre mis penas
y los recuerdos más lejanos.

Es bendición sobre la tierra,
amor de Dios en la campiña.
La lluvia es una compañera
que da ternuras infinitas.

Brillan las hojas, y en el aire
hay una pálida dulzura.
Llueve en el mundo. Llueve, llueve.
Cae la caricia de la lluvia.

Se oyen dianas de otros tiempos,
pregones cálidos de antaño,
canciones de mujeres muertas,
lento mugir de toros bravos.

Acordeones en el puerto,
tristes sirenas de navíos
y cascabeles en el alba
por carreteras con rocío.

Cae la lluvia suavemente
y la memoria se despierta
y largamente se respira
el lento efluvio de la tierra.

Y hay naranjales en los ojos
y un ancho mar junto a las manos
y una tranquila soledad
en un paisaje ilimitado.

Risas amigas acompañan
sin ruido al alma que está muda.
Como una bella enamorada
llega a mí, trémula, la lluvia.



Poema La Canción Del Viajero de Manu Cáncer



Baila conmigo en esta noche,
salta,
grita,
y abraza,
sé latido
de vida y amor lento, muy lento,
vívelo
casi todo
en esta noche.



Poema Aria Triste de Vicente Núñez



Homenaje a J. R. J.
Meeting at night

Antes de que se cierre la cancela y el faro
rasgue con su guadaña el estor de la tarde,
hay un jazmín sombrío que aguarda unas pisadas
entre la celosía otoñal de una cita.

Los muchachos que vuelven de la playa, la ronda
última de los novios que atenúa la niebla,
la red de los silencios y su copo doliente
rozan por un instante esa amarga clausura.

Pasan como vencidos del rigor de los besos,
tú que esperaste en vano de una noche a otra noche,
y dejan en la agreste baranda de la arena
el áspero geranio de un sollozo votivo.

La barca en que un arráez se pierde entre las rocas
es sólo un vago indicio, bajo la luna llena.
Tras el balcón abierto hay un libro, unas flores…
Un timbre casi anuncia la ausencia de sus manos.

Y el amor, que salvaba la verja y los rosales,
lejos de la corola de su ser se evadía;
y en los acantilados su sangre decoraba
la ruda y pavorosa soledad de las olas.

Y una noche, a las doce… La terraza era un friso
de espaldas y organdíes que agitaba la música.
Y el mar siguió vacío, y la playa desierta,
y no se oyeron pasos, y no vino a la cita.



Poema Soy Una Dama Que Oscila… de Graciela Cros



Soy una dama que oscila
entre la Implicación
y la Distancia

Una Curruca de los Juncos
que teje argumentos

Cuando niña
bebí
La Leche del Materialismo

Hoy vivo
entre las cuatro
paredes
de mi Imaginación
y hago chanzas
sobre la delgadez
de mi Espíritu

Tengo un mundo
y también
está
en
guerra.



Poema Catón, El Censor de Luis Benítez



?Duda como un griego pero actúa como un romano?,
acaba de decir hace un rato,
perdido entre los pliegues del pasado,
a un niño poderoso que domina
su suerte y la del mundo que lo escucha.
Hace un rato, apenas: el tiempo es el tiempo que repite
las voces de Catón y otras maneras.
Sobre el eco del aplauso se ha enroscado la hiedra,
hoy otro Mediterráneo divide la tierra de la tierra.
Pero él sigue envolviéndose en su manto,
victorioso sobre el emperador y los mortales,
huyendo hacia su villa donde el ánfora
y el pecho de dos adolescentes aún le esconden
el peso del papel representado,
las arduas consecuencias para otros
que son la duda griega, quién y cuándo.



Poema Hasta El Sólido Banco… de Juan Carlos Suñén



Hasta el sólido banco de la paciencia los días
pasarán sus arrojos, y sus acatos las noches.
Sobre el último ay caerá el escombro del tiempo
y aún bailarás descalza entre mis huesos pelados.



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