poemas vida obra a

Poema Ajena de María Rosal



Ajena a la cordura, con la pasión al hombro ensangren-
tado por breves mordeduras de placer, camina.
Nadie le ha dado un nombre. Todavía retumban en la plaza
las aguas silenciosas del olvido, ciegas en la distancia de
los cuerpos.
Nadie la ha despojado. No hay más verdad que la que lleva a
cuestas con los ojos abiertos y la palabra humilde.
Porque
nunca en el hartazgo del amor conoció el límite, el
resplandor inmóvil del ahorcado.
Ella sola es un cuerpo y su pregunta.
Ella, una ofrenda y una túnica de esparto.
Ella, la menor de todas las hermanas de la tierra, la que
acaba de nacer y pide un canto, la que teje de día
los hilos translúcidos de las mareas, la que teje de noche
el manto negro del amor inmóvil.
Ella, los pezones erectos, implora una vasija donde albergar
la leche que un fauno va extrayendo con un diente de
oro.



Poema Amor de Néstor Martínez



Ya ves que nada pudo,
contigo amor,
ni las pruebas de los años
ni los celos infundidos
ni las aventuras secretas
ni el beso furtivo
ni las ansias nocturnas
del deseo prohibido
ni las ausencias obligadas
del enojo torturante
Ni siquiera, amor,
el desdén o el odio…
la rabia o la risa
la alegría o la tristeza…
Tampoco el naufragio de tu vida…
Ya ves que nada pudo,
contigo amor…



Poema Al Descubierto de Cecilia Ortiz



Si pudiera salir de la oscuridad
Porque la voz que anima
Y el salto lujurioso que ensancha mi pecho
No es normal
Si también pudiera salir del castigo
Estaría atenta al bien
Resbalaría como una merluza
Me hartaría
No sería de este mundo pequeño
Donde apenas encuentro desorden

Si escapara por el canto
Ya no sería este sapo lleno de baba
Mirando la certeza del azul
Si no chocara con mi ruido
Si perdiera la estridencia
Volaría
Qué amable sería para todo.



Poema Actuar La Soledad de Carolina Escobar Sarti



¿Adónde voy
después de la renuncia?
Sin tus ojos
sin los hijos
sin el árbol de mi patio
sin mi perro
sin un nombre
ni un camino
¿Quién seré?

Aprendí todo de memoria
hasta el camino a ti.



Poema Algunas Sugerencias Con Qué Escribir Poesía de Marita Troiano



Si no existiera el papel
ni los papiros de ayer, los pergaminos o las piedras
ni las tintas
De qué forma escribiría poesía?
Tal vez,
sobre una espalda tibia con mi lengua humedecida por tus besos
Contra una pared blanca con los bordes ondulantes de tu sombra
En la piel violenta de tus muslos con una aguja imantada
En las lisas piedras del jardín con mi sudor, con mis lágrimas
En la curvada cascara de un huevo con trozos de carbón
Sobre la arena clara con el temblor de mis dedos cuando miras
En la palma indescifrable de mi mano izquierda moviéndose sus líneas
hacia tu destino
En tus nalgas con mis uñas largas
Sobre la corteza de los árboles con el viento de mayo y un
cuchillo
En aguas cristalinas jugando con tu reflejo
En tu boca con la mía
En tu nuca con mi aliento
En el aire con mis alas
En mi barriga blanca con tus sueños.



Poema A Veces Ella de Julio Torres Recinos



Ella es a veces alta,
a veces triste como todo camino,
de mirada queda.
Y cuando me ve,
su sonrisa me quema todo el cuerpo.

La conocí hoy y sonreía.

Hablaba despacio,
viendo la palabra perfecta,
ella,
la mujer exacta.

Y cuando hablaba de las gentes,
de las cosas viejas,
de la promesa que debíamos hacer,
de la espera secular;
su cuerpo se erguía
y era toda una gacela de emoción.

Ella pensaba en un mundo
por estrenar
como sólo te pones
por primera vez un sentimiento nuevo,
y el periódico temblaba en sus manos
y los dedos rasgaban las
fotografías,
las palabras,
la mentira.

La conocí hoy por la mañana
y ella es un ocaso y lo sabe
y fija sus profundas pupilas
en las mías.
Sobre sus hombros tiemblan áridas
montañas encarnadas.

Ella es la palabra incendiada,
el cielo desesperado
de una tarde de agosto,
un río,
la noche iracunda,
un heroico aliento a desatar.



Poema Aquella Flor De Luz Inmarcesible de Ricardo Peña



AQUELLA flor de luz inmarcesible
recogida en su vuelo de armonía.

Sobre campo de nieve oscurecida
la sangre oculta de su rostro en llamas.

En la cumbre más alta, donde el aire
se prende y se entrega en cada rama.

Más pura que el azar y la agonía
de las absurdas noches que nos llaman.



Poema A México de José Herrera Petere



¡Oh claridad que veía,
oh dulzura que acababa
en México!

Hay sentimientos
que cortan las esperanzas.
Te vi como roca queda
?¡las claridades pasadas!?
a ti, amiga, amiga, amiga
?¡Las claridades que amaba!?

En México, en las alturas
se perdieron las mañanas.
En México, en los jardines
se perdieron las palabras.
¡Oh alturas de plata fría,
oh amiga de plata amarga!

¡Oh luces las que veía!
¡Jardines, albores, nada!

Þ

Lo que se ve con los ojos
y se pierde es una idea
que a veces ha de tenernos
aherrojados de cadenas.
A veces ha de ser agua
en una mansa arboleda
de sueños.

A veces ha de ser monte
de más allá de la niebla.
A veces ha de ser nube
lo que se ve con los ojos
y se pierde: nube, idea.

Þ

Quísete como te quise
por las negras chimeneas,
quísete como te quise
por las terrazas sin puertas:
sobre una negra ventana
había una palma negra,
una bandera de luto
que cerró todas las puertas,
una bandera de sangre
que quemó las chimeneas,
una bandera de viento
que trajo el sol de la guerra.
Quísete como te quise,
México amigo, sin puertas.

Þ

Cumbres que tuvieran alas,
nieblas que tuvieran pies;
entre cumbre y niebla mía,
fantasma o máquina: ser.

¡Oh colores de la especie,
niño dorado, mujer!
Entre mujer y cabeza,
cumbre que tuviera pies.

Entre las alas de niebla,
llama que tuviera sed.

Sobre la sed, la distancia,
sobre la distancia, hiel.
Cumbres de niebla y de tiempo,
¡México ya no se ve!



Poema A La Vida de Manuel De Zequeira Arango



Vida, que sin cesar huyes de suerte
que no eres de ningún bien merecedora,
¿por qué quieres llevarme encantadora
con alegre esperanza hasta la muerte?

Si el tiempo que risueña te divierte
es el mismo al fin que te devora
por qué te he de apreciar si a cada hora
se me acerca el momento de perderte.

Mas, ¿qué pierdo en perderte? La vil parte
de la miseria humana, el cuerpo indigno
que debieras más bien de él alejarte,

si a más vida, mas males imagino
ya me puedes dejar, que yo en dejarte
harto que agradecer tengo al destino.



Poema A Un Suicida En Una Piscina de Luis Hernández



No mueras más
Oye una sinfonía para banda
Volverás a amarte cuando escuches
Diez trombones
Con su añil claridad
Entre la noche
No mueras
Entreteje con su añil claridad
Por lo que Dios más ame
Sal de las aguas
Sécate
Contémplate en el espejo
En el cual te ahogabas
Quédate en el tercer planeta
Tan sólo conocido
Por tener unos seres bellísimos
Que emiten sonidos con el cuello
Esa unión entre el cuerpo
Y los ensueños
Y con máquinas ingenuas
Que se llevan a los labios
O acarician con las manos
Arte purísimo
Llamado música
No mueras más
Con su añil claridad.

De «La imagen»



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