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Poema Ahora Que Te Quiero de Poemas de Amor y Románticos



Ahora que te quiero
ahora que te quiero todavía,
ahora que te espero,
ahora, amada mía,
burbuja de deseo, melodía

real como soñada
que bailas fantasía en el vacío,
amada, amada, amada,
jardín de luz sombrío,
tangible como estatua de rocío,

quisiera que el olvido,
sicario de la muerte vaporoso,
tu ser tan conocido,
me hiciese nebuloso
vacío, borrado, neblinoso.

Quisiera así olvidarte,
quisiera así poder desconocerte,
quisiera así velarte,
poder desvanecerte,
para poder volver a conocerte.

MARC SIL ( España )



Poema A La Muerte De Montalván de Antonio De Solís Y Rivadeneira



Joven, de la parca atroz
el golpe airado y violento
pudo extinguirte el aliento,
mas no usurparte la voz;
que de la fama veloz
el bronce la ha repetido,
y halla en el bronce el oído,
cuando a los vientos la fía,
no sé qué dulce armonía
que dura más que el sonido.



Poema Autosirena de Carmen Díaz Margarit



El plural del abanico
se resolvió en un único destino.

Resolví la leyenda de mi infancia
con una forma ajena y humana,
y a mis mayores debo mi amargura milenaria.

Nunca vieron turistas mis pestañas.

Con almendras fabrico pingüinos, collares.
Mis libros son atletas
y mi palabra antigua como la seda.

En un ataúd blanco
escondo una niña que es un arpa,
y tengo tanta sed de amor
que se estremecen cerezas
en los seres más extraños.

Mi alergia al espacio
y mi manicura siniestra
son la curiosidad de mi magia.
Me mantuve siempre libre
de la ternura azul de los leopardos.

Amé todas las entrañas marinas,
amé incluso seres fatuos
por si alguien tachaba de inmóviles mis pestañas.

Desde entonces, un arpa da sombra a los senos en mayo.



Poema A La Línea de Rafael Alberti



A ti, contorno de la gracia humana,
recta, curva, bailable geometría,
delirante en la luz, caligrafía
que diluye la niebla más liviana.

A ti, sumisa cuanto más tirana
misteriosa de flor y astronomía
imprescindible al sueño y la poesía
urgente al curso que tu ley dimana.

A ti, bella expresión de lo distinto
complejidad, araña, laberinto
donde se mueve presa la figura.

El infinito azul es tu palacio.
Te canta el punto ardiendo en el espacio.
A ti, andamio y sostén de la pintura.



Poema Adolescentes de Carmen Conde Abellan



Sobre la eterna piedra del mundo tan compacto
la traza débil, fresca, de tu desnudo cuerpo.
Todo es muy duro y agrio, se rebela enemigo,
y te alzas tan joven y segura, tan tierna…

No es verdad que las flores luchen siempre calladas.
Ellas gritan su olor y se mueren temprano,
cuando tú, que eres más, sufres doble que ellas
y además mueres tarde, porque ya te marchitas.



Poema Abril En Velda Dairy de Margarito Cuéllar



Al norte de Tallahassee está Velda Dairy.
En Velda Dairy se extinguieron las vacas.
En Velda Dairy, cuando la noche asombra el rostro de los pinos, suceden
cosas extrañas.
Habitan pacíficamente cocodrilos y ardillas, alebrijes y patos, ranas y
pescados.
No es temporada de mariposas en Velda Dairy
mas las hojas de los árboles que abandonan a sus padres se mantienen en el
aire como pequeños planeadores de aluminio.
Animación de voces:
aviones en busca de una pista de aterrizaje, grillos y pájaros, el piano de una
iglesia.
Una ardilla se acerca, toma un poco de queso, pregunta si conozco a Francis
Ponge.
Las plantas de Velda Dairy, cansadas de florecer, dan peces de colores;
brillan, aletean, huelen a tulipán y no tienen espinas.
No se requiere caña de pescar, ni siquiera un lago;
sólo cántales o ponles música de Chuck Barry
y regala a tu amante un luminoso ramo de peces.

Para Rebeca, Juan Calos y Noemì,
árboles de Velda Dairy



Poema A Colón de Rubén Darío



¡Desgraciado Almirante! Tu pobre América,
tu india virgen y hermosa de sangre cálida,
la perla de tus sueños, es una histérica
de convulsivos nervios y frente pálida.
Un desastroso espirítu posee tu tierra:
donde la tribu unida blandió sus mazas,
hoy se enciende entre hermanos perpetua guerra,
se hieren y destrozan las mismas razas.
Al ídolo de piedra reemplaza ahora
el ídolo de carne que se entroniza,
y cada día alumbra la blanca aurora
en los campos fraternos sangre y ceniza.
Desdeñando a los reyes nos dimos leyes
al son de los cañones y los clarines,
y hoy al favor siniestro de negros reyes
fraternizan los Judas con los Caínes.
Bebiendo la esparcida savia francesa
con nuestra boca indígena semiespañola,
día a día cantamos la Marsellesa
para acabar danzando la Carmañola.
Las ambiciones pérfidas no tienen diques,
soñadas libertades yacen deshechas.
¡Eso no hicieron nunca nuestros caciques,
a quienes las montañas daban las flechas! .
Ellos eran soberbios, leales y francos,
ceñidas las cabezas de raras plumas;
¡ojalá hubieran sido los hombres blancos
como los Atahualpas y Moctezumas!
Cuando en vientres de América cayó semilla
de la raza de hierro que fue de España,
mezcló su fuerza heroica la gran Castilla
con la fuerza del indio de la montaña.
¡Pluguiera a Dios las aguas antes intactas
no reflejaran nunca las blancas velas;
ni vieran las estrellas estupefactas
arribar a la orilla tus carabelas!
Libre como las águilas, vieran los montes
pasar los aborígenes por los boscajes,
persiguiendo los pumas y los bisontes
con el dardo certero de sus carcajes.
Que más valiera el jefe rudo y bizarro
que el soldado que en fango sus glorias finca,
que ha hecho gemir al zipa bajo su carro
o temblar las heladas momias del Inca.
La cruz que nos llevaste padece mengua;
y tras encanalladas revoluciones,
la canalla escritora mancha la lengua
que escribieron Cervantes y Calderones.
Cristo va por las calles flaco y enclenque,
Barrabás tiene esclavos y charreteras,
y en las tierras de Chibcha, Cuzco y Palenque
han visto engalonadas a las panteras.
Duelos, espantos, guerras, fiebre constante
en nuestra senda ha puesto la suerte triste:
¡Cristóforo Colombo, pobre Almirante,
ruega a Dios por el mundo que descubriste!



Poema Atalaya de Roque Dalton Garcia



Una religión que te dice que sólo hay que mirar hacia arriba
y que en la vida terrenal todo es bajeza y ruindad
que no debe ser mirado con atención
es la mejor garantía para que tropieces a cada paso
y te rompas los dientes y el alma
contra las piedras rotundamente terrenales.



Poema Afán de Pedro Salinas



No, no me basta, no.
Ni ese azul en delirio
celeste sobre mí,
cúspide de lo azul.
Ni esa reiteración
cantante de la ola,
espumas afirmando,
síes, síes sin fin.
Ni tantos irisados
primeros de las nubes
?ópalo, blanco y rosa?,
tan cansadas de cielo
que duermen en las conchas.
No, no me bastan, no.
Colmo, tensión extrema,
suma de la belleza
el mundo, ya no más.
Y yo más.
Más azul que el azul
alto. Más afirmar
amor, querer, que el sí
y el sí y el sí.
La tarde, ya en el límite
de dar, de ser,
agota sus reservas:
gozos, colores, triunfos;
me descubre los fondos
de mares y de glorias,
se estira, vibra, tiembla,
no puede más.
Lo sé, se va a romper
si yo le grito esto
que ya le estoy gritando
irremisiblemente
a golpes:
«Tú, ya no más; yo, más.»



Poema Amor de Eduardo Lizalde



Aman los puercos.
No puede haber más excelente prueba
de que el amor
no es cosa tan extraordinaria.



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