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Poema En Nombre De La Poesía de Alfredo Lavergne



Un poco de fiebre en la quinta vértebra.

Tal vez esta línea imaginaria cercana a las desordenadoras,
o el azur egostático por esos latidos anónimos
o la terapia de vivir sin Dios por una la lectura en el Café.

Hoy se hacen escuchar con sigiloso ritmo
Hoy están descascarándose los maceteros
y los turistas tras la catarsis sólo son viajeros ilustres:

De la rosa a la vena diferente a los puños
a todos los crímenes al silencio al espectáculo
a los cursos de etiquetas al juego al tan-tan
a los sinónimos a las clases de sordera a la nada
a la voz catedrática al grito manual y al verso oficial.

Una vez más a la prepotencia de los marionetos
al bar latino a las tablas de la impunidad
a la divinidad de la transparencia al pañuelo largo
al coqueteo minimalista al vicio del panfleto
a los de la escuela de categoría al In Memoriam
a la predisposición de la medalla al plagio europeo
al riesgo de las almas feroces al espejo que no condena
al letargo del absoluto a la probabilidad del cóctel
al cosmético inglés a la técnica con su meta
a los espíritus ajenos y al enfrentamiento con el reflejo.

Otra vez de las cadenas al críptico de la intemperie
a la venia de papel a las metáforas camaleónicas
a las imágenes barrosas a las líneas de porcelana
al panfleto al trabajo voluntario al casto Don Juan
al taurino barroco al franchutismo sin torre
a la oda al verde oliva a la seguridad de la inspiración
al goce de las renuncias a la armada ajena
al campanario del exilio al ya pasó el hambre
al escondite pedante y a la aparición diversionista.

A ese lugar un poco más intimista
Al altoparlante que imitó nuestro acento
A la fecha no indicada en la realidad
A los champiñones proféticos
A las pantallas curriculares
Al canto a sí mismo que encerró a otros
y ahora a la globalización de la rosa.

Porque es tiempo y tiempo fue la herida.
Porque talento y cultura fueron dardos anecdóticos.

La palabra soportó el peso metálico del boleto
La poesía no esperó al lenguaje en el horizonte
La voz viene entre el ritmo con sigilosa ancianidad

Y si este poeta se equivoca:
Porque aquí no está Dios.

Culpable será el pavo real,
que con su forma simpática
está en vías de exterminio.



Poema En El Navío de Alfredo Lavergne



Si alguna vez debe considerarse
Que fuimos maltratados.
Si finalmente no pasas
Por la fuente de la honra y el honor.
Si alguien te critica
Por no gritar… Viva la muerte.
Si alguna vez cuentan a tu gente
El embeleso Los descuidos Las cosas naturales
Y por miedo dudas de tus manos
Del aire De la tierra Del agua.
Pregúntate A quiénes o a quién Engañas
Y no
Quién pretende en la inmensidad del mar vencerte.



Poema En El Huevo De Colón de Alfredo Lavergne



Bajo el cielo contaminado de América
Un error de la chatarra
Carga hacia la izquierda su volante
Se desliza entre un camión y un autobús
Acelera hacia la derecha para alcanzar la limosina
Que va adelante
Decidida a continuar
Con la posesión
Del lujo De la Panamericana De las tres vías.
En este continente han cumplido cinco siglos
Los transterrados.



Poema El Vinagre No Es Vino Agrio de Alfredo Lavergne



En la cintura trenzada de estos versos
Llevo la joya banal
La mal ubicada ciudad
La tierra natal
La tierra que produce emigrantes
La tierra que se empobrece con el destierro
La tierra que te oprime dentro de sus muros
La tierra de exilio existencial
La tierra con su arena
Y es otra la urbe donde aprendemos
La diferencia
Y la necesidad de abandonar su lectura.



Poema El Verbo Amar de Alfredo Lavergne



Y si no partí Y si no sé adónde voy
…Y si alguna vez estuve en guerra
Por un poco más
De papel Por el grito de mi tinta Porque sí.
Es porque soy un hombre que camina
Y el poeta que no viaja para juzgar su brevedad.
Sino para descubrir
Que la tierra es madre a sí misma
…Y no fue porfía Ni nobleza Ni espíritu poético
Sino por
Esta incertidumbre Este salir Este sueño
O quizás por este lenguaje oscuro
De fin de Siglo XVIII.



Poema El Séptimo Arte de Alfredo Lavergne



Las siluetas de las grandes capitales cantan
Un período de precalentamiento
Silbatos Pataleos Aplausos.
La ejecución del repertorio
El vigor El estilo La tradición
Y algunas notas de espectáculos anteriores.
Cada político envía la copia
De otro canto De otro hombre
Aplausos Aplausos Aplausos
Y hay un ritmo
Para que cada boca beba en una mano.



Poema El Puente de Alfredo Lavergne



Este poeta Con otros ¿ En otro centro ?
Sin la libertad y la igualdad
Que también nos azotaron.
Con el país de la retrospectiva
Con la obligación de tomar posición
Con rima
En los versos colgantes de la memoria.
Entre uno u otro
Lector
Para compartir con ellos
Este continente donde hemos cumplido
Cinco siglos
Los transterrados.



Poema El Peregrino Y La Velocidad de Alfredo Lavergne



Cuando viajo
De festival en festival
Por rutas Senderos Caminos
De señal en señal
De pista en pista
De aldea en aldea
De capital en capital
Leo.
Saco la cabeza
Por la ventana del vehículo
Y el camino se simplifica
De luces De sombras
Y la memoria recibe las sabrosas pinceladas
De los árboles.



Poema El Mirador de Alfredo Lavergne



¿Dónde está la identidad que no encontramos?.
En la desposeída En la modesta En la consumista
En ningún lugar
O en la ciudad
Suelta de cuerpo Portátil Traducida.
¿Dónde la carne y el hueso de esta visión
Distinta a todo lo anterior?.
Este otro poeta Este yo En otra Letra
En esfuerzo En ánimo En enfrentamiento
Por segunda vez
Sale Busca
Otros hombres Otros antecedentes Otro mirador

Montreal y el puente
Donde me detendré a meditar acerca de mí mismo
Y de los pequeños triunfos de mi pueblo perfecto.



Poema El Destino Del Arte de Alfredo Lavergne



Sobre su caballo venía en una pata
y ejercitaba la vitalidad del hecho creado.
Luego fue el temblor, el crepúsculo y hoy acantilados.

No lo duden,
fueron naturales obstáculos
y la disciplina arbitraria del hombre.

Si les parece que comenzó con el instinto,
no olviden que aprendió a criticar

En las calles

En los particulares trece o equis charcos del criollismo
En los nuevos éxtasis del tránsito de los cerebristas
En la fragilidad del doble palpitar de las esquinas
En la tranquilidad que se anudan las sombras
En el sosiego que acecha en la materia
En la tregua que se funde en la vereda
En el armisticio que acentúa la niebla
En la pluma flotando en la poza
En los postes clavados al cielo
En los grillos que atraviesan
En su pecho de adoquines
En los neones que cambian de rostro
En los silbidos que penetran al sésamo
En los matorrales que se echan en el césped
En la cintura visible de la versión de los periódicos.

Luego,
el arte se presentó
a las estrellas que tumbaron el hacha de las cigüeñas.
Allí encontró un punto, un cabo, una realidad lejana
entre sitios eriazos y rodillas afaroladas.

Así,
se forjó lentamente el proceso artístico de América

Por caminos que son hilos que toman el pulso
Por rutas que sacuden la rodaja de la distancia
Por senderos que rumorean viejas heridas
Por los accesos al beneficio propio
Por el sueño adiestrado por el miedo

Por las formas o los garfios de la moneda
Sus viajes
Estas imágenes Estas apariencias Estas estructuras.

Y murmuran,
que todo ocurrió
para recordar al antiguo ser coloreado de fantasía
o en el equipo que ama al maestro
o en los escaparates de revistas sin puerta de escape.



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