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Poema Acacia de Ángel Cruchaga



Converso con la acacia
que está florida como un mar de espuma.
¿Por qué, poeta, no me ven tus ojos
que ayer me presentían en el llanto?
Para no lastimarla es mi voz suave.
La miro ahora desde el fin del mundo,
desde el árbol primero de la tierra.
La miro ahora desde el alto día
en que se abrieron todos los retoños
en el arco del cielo resonante.
Vivo más allá del sufrimiento.
Hasta el amor se me trizó en los ojos,
y me vistió de lentas golondrinas.
Converso con la acacia
-racimo de marfil, vaso de lumbre-
y detrás de mis hombros amanece
el signo teologal de la esperanza
y hay un rumor de cera que desciende
de las dulces pestañas de las manos.



Poema Tu Voz de Ángel Cruchaga



¿Más allá de qué monte, de qué dormida estepa
lejanísima y sola viene tu voz de llama?
Eres como una herida de miel en mi tristeza.
Llegas como la tarde perfumando mi casa.

Voz que suspira como volviéndose una esencia,
voz que duerme en mis ojos y que muere en mis canas.
Te seguiré hasta donde se concluye la tierra.
Allá donde los Polos hacen girar sus alas,

o más distante aún, donde la luz no llega,
en un turbión oscuro que no encuentra una playa,
en la red melodiosa de la perdida estrella
que en olvidados mundos deja caer el ancla.

Voz que viene en la tarde a través de la hierba
¡oh voz que yo sostengo llorando mis pestañas,
irás toda la vida velando mi tristeza
voz de la amiga que no pudo ser amada!…



Poema Soledad de Ángel Cruchaga



¡Otra vez solo! Agita la muerte sus anillos…
Yo la tenía cerca como una trizadura
del corazón. Y era mi único regocijo
sentirla andar, reír. Mi alma ya no la busca…

Se fue de mí. No pudo mi red echada al día
tomarla toda. Huyó tan lejos de mis alas
que al conversar conmigo yo la siento perdida
y sólo me consuela el pensar que fue amada.

Era el único orgullo quererla en el reposo.
Para sentirla más vivía en el silencio
y corría a lo largo de sus ojos
como un infante que tuviera miedo.

Yo la sorprendí que estaba lejos siempre
que a mí no me quería, ni al sol ni a la montaña.
Estaba más lejana que la muerte…
¡pero yo amaba su perfil de lágrima!



Poema Perfil de Ángel Cruchaga



Quería eternizar tu perfil armonioso,
suave como los niños, triste como un sollozo,
pero cayó en tu alma como una negra veste
el ala de Luzbel. Mi corazón celeste
ha llorado en la sombra sintiéndose vivir.
¡Acaso nunca más lograré sonreír!
Te llevé de la mano y mi universo viste.
La única gracia tuya fue la de hacerme triste.
Para sentirte más desconocí el pecado
y te di mi pureza como un cielo volcado
y a mi quebrantamiento lacerante y sutil
lo perfumé de Dios mirando tu perfil.
Para quererte más ser eterno quería.
El ritmo de mi sangre se hizo melodía
y en todos los momentos te llevé mi cantar
como los paralelos floridos sobre el mar.



Poema Oración A Una Mujer de Ángel Cruchaga



En tus ojos dormidos
hay un sollozo del antiguo mundo,
ciudades viejas y rosales místicos.
¡Todos los siglos dentro de un crepúsculo!

Cuando mire tus ojos
serán las puertas de la epifanía.
He de sentir que Dios me besa el rostro.
¡Mi corazón se alegrará en sus ruinas!

Qué mano melancólica
sostiene la fatiga de mi cuerpo?
¿Acaso serás tú la única honra
en esta muerte aromada de cielo?

Yo quería dormirme
en mi tristeza de ala suspirante.
Mirando tu belleza soy más triste.
Tú perfumas los puntos cardinales.

¿Traes la paz sobre tus manos quietas?
¿De qué rincón del mundo
vienes con vestidura de azucenas?
¿Por qué antes de nacer yo no fui tuyo?



Poema Momento Melodioso de Ángel Cruchaga



Eres sobre mi vida
una suave canción de ojos azules.
Nunca sabrás que soy como una llama
que besa agudamente tus cabellos.

En mi silencio quedarás dormida,
clara y azul como un jazmín de oro.
Aquietaré todo rumor del mundo
para que tengas el perfil sereno
sobre el espejo turbio de mi vida.

¡Pasarás como un canto
que va en puntillas para no morir!



Poema Más Allá De La Vida de Ángel Cruchaga



Más allá de la vida,
triste como una selva abandonada,
miro irse las horas
en las lunas, los pájaros y el agua.

Tu corazón sonríe
sin mirar mi fatiga.
Te arrancaron los ojos
¿en qué calle siniestra de la vida?

Yo me iba al futuro
como oliendo una flor
y presentí mi muerte
en el trémulo hilo de tu voz.

Yo me iba al futuro
con los brazos abiertos en la luz,
como se van las almas de los muertos.
¡Voy al futuro caminando aún!

Como a un infante triste
te llevé de la mano
por mis sendas dormidas
en un claro perfume de alicanto.

En haces de centellas
fulgió mi corazón. ¡No lo miraste!
Más allá de la vida está llorando,
como un niño en los brazos de su madre.



Poema Las Columnas de Ángel Cruchaga



Se han desplomado todas las columnas
sobre mi vida, sólo tú sostienes
con tu gracia la cúpula del cielo
¡oh santa amparadora de mi muerte!

En mi deslumbramiento soy un grito.
¡Cómo me inundas con tu cabellera!
Y estoy tan lejos de tu maravilla
que nunca has de acercarme a la tristeza.

Voy con tus sedas, vivo en tus cabellos
y beso tu perfil en un suspiro
y vago solo cual los dioses muertos.
Llora mi corazón en tus vestidos.

Tengo las manos transparentes de alma
y nunca llegarán hasta tu rostro.
Se han desplomado todas las columnas,
la muerte caminó de Polo a Polo.

Pero en mis venas tu perfil fulgura.
Nadie me alzó más alto que tu gracia.
Me atravesé de amor como el Ungido
con las estrellas de sus cinco llagas.



Poema La Última de Ángel Cruchaga



Hallada de improviso
así como la muerte o como el júbilo,
dueña del día y dueña del destino.
¡Hallada ahora en el camino último!

¿Serás la amiga
o serás el amor hondo de música?
En los rincones se enfermó mi vida
y sólo me ha quedado mi dulzura.

Serás la amiga de los grandes ojos,
clara como una antorcha
que eleva su fragancia de heliotropo
sobe el gris pebetero de mi sombra.

Ojos sin límites
donde temblando se sostiene el día.
Ojos que hacéis mi corazón más triste.
Dolor de esencia tiene mi fatiga.

Ya no tengo mi valle,
ya se borró mi última montaña.
Sólo vive la herida de mi tarde
y el silencio dormido de mis canas.



Poema La Seda De Tus Hombros de Ángel Cruchaga



Ya no temo a la muerte.
Me defienden tus manos y tus ojos.

Estoy tranquilo como un prado verde
donde sonríen los infantes de oro.

Ya no temo a la muerte;
Dios empieza en el canto de tus ojos.

Mi corazón se duerme
como un ciego en la llama de un sollozo.

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Se alza la luna siempre
más allá de la seda de tus hombros…

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