poemas vida obra ariel montoya

Poema Mujer de Ariel Montoya



Tu cuerpo
mientras te desnudas
pareciera una guitarra
cubierta de suspiros
palpando en el aire
(herido de tus senos)
inventarios de besos afincados
en la abertura
musical de tu cuello.

Ahora
en esta cama,
en esta nave
victoriosa
en donde nuestros sexos
se entregan
sin reposo y sin vergüenza,
empapados
por la sábana que nos funde
en el sudor
de una sola sangre,
estremecido
por el choque
de nuestras palpitaciones,
es fácil
decirle miserable
a la tristeza
o infame
a la envidia
de quienes nos imaginan.

Esta noche
las estrellas
despiertan en tus manos,
y tus dedos,
velas del deseo,
alumbran
susurros penumbrosos.

Un chisporroteo
de esmeraldas
se desliza
sobre la mediación
de nuestros cuerpos:
son tus ojos
escarbando dulces
la imprevista
derrota del adiós.



Poema La Mercadera de Ariel Montoya



…Su horizonte de barro y su luna de broza…
Joaquín Pasos

La ven
con su puesto de verduras
en un tramo del mercado.
La ven
escoger frutas olorosas para la venta
los melones se deciden en la última oferta.
La ven
con la cara tostada
del sol que le chorrea en la frente
(los dientes de ajo que cuelgan de una ristra
le sonríen)

El aire pasa, zumbando,
acariciando la mejilla de los tomates
y el viento se espina en los maltrechos rostros de
las piñas.

La ven
los pies bañados de polvo. De polvo
y sudor que parecen de barro,
los caites cansados
la voz con furia suelta toda la mañana,
la ven sacar sueños que no pone en venta.



Poema Vergüenza de Ariel Montoya



Nunca llegaste a través de la tarjeta postal
ni me anunciaron con pretextos saludos
que tu palabra
tu canto y tu persuasivo aliento de prodigioso olor
rondaba inadvertido entre milagros.

Me reconozco culpable de que jamás mi exilio se
consoló con tu recuerdo.

Cómo se nos fueron los años,
cómo se te desgranó la inocencia
cómo has germinado en madre, en mujer. En otra.
Cómo yo también me fui a través del tiempo esculpiendo
en anónimos rostros hasta esta otra cara que hoy te enfrenta.

Casi niños,
se nos cuajó el deseo en verdes besos
que después maduraron en la frontera de otros labios.
No podría imaginarte como eras antes,
no podría mañana, imaginarte como eras ahora
¡no nos habita ningún presente puro!
para esta vergüenza de apagados y moribundos rubores.



Poema Verano de Ariel Montoya



Viene
el calor
desde
el potrero,
sudario errante
de la noche.

En el
viento quemado
se encrespan
murales
de lumbre,
pintados
por matorrales
incendiados
con la quema.

Arde el verano
fantasma de la sequía.



Poema Tarde de Ariel Montoya



A Ruth Eugenia Jirón Torres

He filtrado a la tarde
el sitio donde tu figura suspendió el tiempo.

El escondite
donde los calendarios estrujaron
las citas mañaneras
-tempranas ejecuciones de los veinte
y principios-.

En tu último vestido lila,
se detallan bordados los signos alucinantes
de un tráfico de estrellas,
espectacularmente solidarias
con los preceptos
de mi memoria
más virgen que tu primer compromiso con la aurora.

Junto a la avenida principal
de tu paisaje
he concertado una cita
a lo largo y ancho de este instante,
para que este amor
trepe vertical más arriba de los tejados
y donde vos y yo cada noche,
apaguemos el botón
indiscreto de la luna
para meternos en nuestro abrazo.

He filtrado a la ciudad
tu nombre,
y una caravana
de pedernales
se ha desparramado
por sus calles.

He filtrado a la tarde el sitio
donde tu figura suspendió el tiempo,
y el presente
es una emboscada
luminosa
perpetuada de eternidad.



Poema Señal Del Velo de Ariel Montoya



Como el vértigo de la espada
despuntando silencios,
tu ausencia
fragua insistente
revistiendo
calados entornos
ensangrentando
espirales sobre días y noches
cubiertas
por lamentables transparencias.

Veo tus ojos
-tempestad de luces-
desbandando sombras,
invadiendo
veranos y esperas,
volviendo con los míos
en las tejidas
gaviotas del atardecer,
en la copiosa
tanda de estrellas
contempladas en tu frente.

Tu pelo es la lluvia
Sobre tu espalda
chorrea
un voluptuoso calendario
de hebras y medusas
donde feliz
se pierde y enreda
la masculina
vela de mi entrega.

Tu ausencia
viene con la lluvia,
su velo
es un témpano abrazador
cayéndome
en las letras de tu nombre: Verónica.



Poema Retorno de Ariel Montoya



A Héctor Villaverde, amigo

Mañana estaré cargando nuevos crepúsculos al declinar el día
bajo otros cielos,
en mis maletas viajarán evocaciones y camisas que por años
fueron mis banderas,
no descolgaré cuadros ni fotografías de las paredes del
apartamento
-fieles retazos de compañía
sustentados en el recuerdo para el olvido-.

En la ciudad
nadie sabrá que volví a mi país
allá donde los pájaros retienen la luz en sus dorados plumajes,
donde las montañas aquietan sus almas en la escondida
música de la noche,
y donde los caminos huelen a mangos y a naranjas aún
en estaciones incómodas.

Procuraré marcharme temprano,.
intentando no caer en agobiantes despedidas de parques
y amigos.

Con los primeros gallos
ya estaré echando llave a las puertas del exilio.

Recogeré mi corazón de las últimas andanzas sobre
calles y firmamentos,
de los desprendidos cuerpos de mujeres que amé con locura
y echaré una última mirada a las sustancias urbanas
donde se desparramó inquieta mi ternura.
Me marcharé con la tristeza salpicada de instantes
desgarradores,
con las pistas, alegres
de un sol que se desplaza por aeropuertos y praderas,
entre el bullicio disperso de la muchedumbre
ajena a mi retorno.

Guatemala de La Asunción, abril de 1990



Poema Regreso Al País Natal de Ariel Montoya



Yo, Raymundo José Flores Fonseca,
oriundo de Las Jagüitas de Managua,
engendrado por veredas pobladas
de chocoyos y gorriones y cercos
de piñuelas y polvosas frondas
de mango,
me quito y alzo el sombrero
blanco de la nueva era y ratifico
mi destino y certidumbre de soldado.
Soldado soy, soldado he sido,
soldado de la paz y la concordia,
orgulloso de los torrentes indígenas
de mi sangre y del perfil de este
rostro chorotega que ha visto Bagdad,
Mosul, Karkuk, Karbala, los minaretes
en espiral de Samara, las ruinas
desoladas de la antigua Babilonia
y sus dorados ladrillos milenarios
de destellos desafiantes, las mezquitas
de torres almenadas y las anchas
avenidas y calles con nombres
de guerreros y profetas y gritos
de lengua desconocida…
Allí estuve yo
para llevar la paz, el más preciado
don. Allí estuve, en el país
una vez llamado Mesopotamia.
Entre el Éufrates y el Tigris,
entre presas y pozos, murallas
y desiertos y túneles secretos.
Allí estuve. Caminando miles
de kilómetros, deshaciendo minas,
neutralizando explosivos,
salvando preciosas vidas de niños,
mujeres y ancianos, hondos rostros
heridos de hombres como nosotros:
humanos, tiernos, doloridos, atenidos
a la luz de la esperanza. Allí viví
el calor ardiente del día y la noche fría.
El paso lento de la Luna a la hora
del descanso pensando siempre
en mi novia con olor a hierba
y a rocío, y sobre todo
en vos, Nicaragua,
tierra mía que ahora piso y bendigo
para que florezca siempre, encima
del dolor y el odio, el amor y la paz
en el mundo.
Yo, Raymundo José,
aquí ya, intacto, entre los míos.

Aeropuerto Internacional Managua,
1 de marzo del 2004.



Poema Refrán de Ariel Montoya



Dime,
hasta donde
querías llegar,
y te diré
donde
debí quedarme.



Poema Primicia Del Beso Y Del Olvido de Ariel Montoya



En el sorteo de esta alegría
portando gaviotas,
tronchando hileras de nostalgia
como bosques indolentes,
tu mirada volvió con la marea.

Qué memoria la de mis oídos
descifrando los rumores
del abuso de tu ausencia,
envuelta en las tintorerías de tu soledad.

Has vuelto,
y es nuestro deber
informar de estos besos
a los radioperiódicos de los pájaros,
a los murciélagos de la oscuridad,
a los sistemas combinados de las ballenas.

Ofrezcamos esta primicia a la luna,
a sus secretos códigos de ensueño.

Han sido tantas jornadas de espera,
de enérgicos disgustos con el alba,
de acaloradas protestas al viento de la tarde,
de rupturas inminentes con el arco iris
y el enjambre de sus colores.

Yo que le quité el habla a las mariposas,
también fui capaz una noche
de romper mis compromisos con la esperanza
arrastrándome hasta el futuro de la nada.

Por eso ahora, amiga de mi amor,
tuerce mis desagravios al Universo,
y con la potestad de este reencuentro
predícele al olvido la ruina de su aurora.



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