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Poema Como Una Hogaza Recién Horneada de Juan Daniel Perrotta



Ella parece una hogaza recién horneada
de tan sabrosa que se ve
de tanta vida que la inunda
Una mujer que espera un hijo es eso
¿qué si no?
Una hogaza de pan recién horneada
Debería cantar y reír
cerrar sus oídos a las tinieblas
las falsas profecías
y buscar a dios en donde está
en el milagro redondo de su vientre.



Poema Casi Podría Decirte de Carmen Matute



Casi podría decirte
devorada por la angustia
me asomo
a la vieja cueva prohibida
donde habitan
-libres y crueles-
mis monstruos, mis fantasmas,
los antiguos dioses
que me reservan un castigo inevitable.

Apenas un momento
los observo
y sus voces dispersas
se unen
llamándome con su canto de sirenas.

Entre lágrimas
cumplo con el rito silencioso
-madre-
y vuelvo de nuevo
a cerrar esa puerta.



Poema Callar de Sara De Ibáñez



a A. Rimbaud

Rigor de esta ciencia rara
que en relámpago indiviso
del infierno al paraíso
quiebra el color de mi cara.
Que ya no me desampara
su asistencia abrasadora,
la palabra me devora
si me aviva el pensamiento,
y en callada flor del viento
mi antigua canción demora.



Poema Cabes En Un Rincón de Margarita Carrera



Cabes en un rincón
detrás de la puerta
del olvido.

Ahí te acurrucas
una y otra vez
cumpliendo tu destino.



Poema Canción Amarga de Luis García Montero



En la cara lleva
tres años perdidos
y el frío de las seis de la mañana.

Van a partirte el corazón.
De pronto
la luz apagada,
los pasillos turbios,
la puerta que clava su ruido en la espalda.

Van a partirle el corazón.
Y arrastra
una cadena oscura
de pasiones heladas,
ese frío que cabe solamente
detrás de una palabra.

Y yo la veo caminar,
despacio,
perderse en lo que anda,
fugitiva tristeza que va y viene
de la sombra a la puerta de mi casa.

La luz artificial deja en la calle
el temblor silencioso
de tres barcas ancladas.

cuando ella cruza por mi lado siento
como un golpe de remos
y un murmullo de agua.



Poema Celso Al Peine De Clavelia de Lope De Vega



Por las ondas del mar de unos cabellos
un barco de marfil pasaba un día
que, humillando sus olas, deshacía
los crespos lazos que formaban de ellos;

iba el Amor en él cogiendo en ellos
las hebras que del peine deshacía
cuando el oro lustroso dividía,
que éste era el barco de los rizos bellos.

Hizo de ellos Amor escota al barco,
grillos al albedrío, al alma esposas,
oro de Tíbar y del sol reflejos;

y puesta de un cabello cuerda al arco,
así tiró las flechas amorosas
que alcanzaban mejor cuanto más lejos.



Poema Cibeles Ante La Ofrenda Anual De Tulipanes de Ana Rossetti



Que mi corazón estalle! / Que el amor a su antojo, /
acabe con mi cuerpo. »
AMARU

Desprendida su funda, el capullo,
tulipán sonrosado, apretado turbante,
enfureció mi sangre con brusca primavera.
Inoculado el sensual delirio,
lubrica mi saliva tu pedúnculo;
el tersísimo tallo que mi mano entroniza.
Alta flor tuya erguida en los oscuros parques;
oh, lacérame tú, vulnerada derríbame
con la boca repleta de tu húmeda seda.
Como anillo se cierran en tu redor mis pechos,
los junto, te me incrustas, mis labios se entreabren
y una gota aparece en tu cúspide malva.



Poema ¿cómo Vive Esa Rosa Que Has Prendido de Gustavo Adolfo Bécquer



junto a tu corazón?
Nunca hasta ahora contemplé en el mundo
junto al volcán la flor.



Poema Ceñida, Si Asombrada No, La Frente de Luis De Góngora Y Argote



A Don Antonio de las Infantas, en la muerte de una señora con quien
estaba concertado de casar en Segura de la Sierra

Ceñida, si asombrada no, la frente
De una y otra verde rama obscura,
A los pinos dejando de Segura
Su urna lagrimosa, en son doliente,

Llora el Betis, no lejos de su fuente,
En poca tierra ya mucha hermosura:
Tiernos rayos en una piedra dura
De un sol antes caduco que luciente.

¡Cuán triste sobre el pórfido se mira
Casta Venus llorar su cuarta gracia,
Si lágrimas las perlas son que vierte!

¡Oh Antonio, oh tú del músico de Tracia
Prudente imitador! Tu dulce lira
Sus privilegios rompa hoy a la muerte.



Poema C A R T A de Juan De Dios Peza



Con letras ya borradas por los años,
en un papel que el tiempo ha carcomido,
símbolo de pasados desengaños,
guardo una carta que selló el olvido.

La escribió una mujer joven y bella.
¿Descubriré su nombre? ¡ No, no quiero!
pues siempre he sido, por mi buena estrella,
para todas las damas caballero.

¿Qué ser alguna vez no esperó en vano
algo que, si se frustra, mortifica?
Misterios que al papel lleva la mano,
El tiempo los descubre y los publica,

Aquellos que juzgáronme felices
en amores; que halagan mi amor propio,
aprendan de memoria lo que dice
la triste historia que a la letra copio:

“Dicen que las mujeres sólo lloran
cuando quieren fingir hondos pesares,
los que tan falsa máxima atesoran,
muy torpes deben ser o muy vulgares.

Si cayera mi llanto hasta las hojas
donde temblando está la mano mía,
para poder decirte mis congojas,
con lágrimas mi carta escribiría.

Mas si el llanto es tan claro que no pinta,
y hay que usar de otra tinta más obscura,
la negra escogeré, porque es la tinta
donde más se refleja mi amargura.

Aunque no soy para soñar esquiva
sé que para soñar nací despierta.
Me he sentido morir, y aún estoy viva;
Tengo ansias de vivir, y ya estoy muerta.

Me acosan del dolor fieros vestigios.
¡Qué amargas son las lágrimas primeras!
Pesan sobre mi vida veinte siglos,
y apenas cumplo veinte primaveras.

En esta horrible lucha en que batallo,
aun cuando débil tu consuelo imploro,
quiero decir que lloro y me lo callo,
y más risueña estoy cuando más lloro.

¿Por qué te conocí? Cuando temblando
de pasión, sólo entonces no mentida,
me llegaste a decir: ¡ te estoy amando
con un amor que es vida de mi vida!

¿Qué te respondí yo? Bajé la frente;
triste y convulsa, te estreché la mano,
porque un amor que nace tan vehemente,
es natural que muera muy temprano.

Tus versos para mí conmovedores
los juzgué flores puras y divinas,
olvidando, insensata, que las flores
todo lo pierden, menos las espinas.

Yo, que como mujer, soy vanidosa,
me vi feliz creyéndome adorada,
sin ver que la ilusión es una rosa
que vive solamente una alborada.

¡Cuántos de los crepúsculos que admiras,
pasamos entre dulces vaguedades,
las verdades juzgándolas mentiras,
las mentiras creyéndolas verdades!

Me hablabas de tu amor, y absorta y loca,
me imaginaba estar dentro de un cielo,
y al contemplar tus ojos y tu boca
tu misma sombra me causaba celo.

Al verme embelesada al escucharte,
clamaste,-aprovechando mi embeleso-,
“Déjame arrodillar para adorarte”,
y al verte de rodillas te di un beso.

Te besé con arrojo, no se asombre
un alma escrupulosa o timorata:
la insensatez no es culpa. Besé a un hombre,
porque toda pasión es insensata.

Debo aquí confesar que un beso ardiente,
aunque robe la dicha y el sosiego,
es el placer más grande que se siente
cuando se tiene un corazón de fuego.

Cuando toqué tus labios fue preciso
soñar que aquel placer se hiciera eterno.
Mujeres: es el beso un paraíso
por donde entramos muchas al infierno.

Después de aquella vez, en otras muchas,
apasionado tú, yo enternecida,
quedaste vencedor en esas luchas
tan dulces en la aurora de la vida.

¡Cuántas promesas, cuántos devaneos!
El grande amor con el desdén se paga;
toda llama que avivan los deseos,
pronto encuentra la nieve que la apaga.

Te quisiera culpar y no me atrevo;
es, después de gozar, justo el hastío;
yo, que soy un cadáver que me muevo,
del amor de mi madre desconfío.

Me engañaste, y no te hago ni un reproche,
era tu voluntad y fue mi anhelo;
reza, dice mi madre, en cada noche;
y tengo miedo de invocar al cielo.

Pronto voy a morir; esa es mi suerte.
¿Quién se opone a las leyes del destino?
Aunque es camino obscuro el de la muerte,
¿quién no llega a cruzar, ese camino?

En él te encontraré; todo derrumba
el tiempo, y tú caerás bajo su peso:
tengo que devolverte en ultratumba
todo el mal que me diste con tu beso.

¿Mañana he de vivir en tu memoria?
En aquella región quizá sombría
mostrar a Dios podremos nuestra historia.
Adiós… Adiós… hasta el terrible día.

Leí estas líneas y en eterna ausencia
esa cita fatal vivo esperando…
Y sintiendo la noche en mi conciencia,
guardé la carta y me quedé llorando.



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