poemas vida obra c

Poema Cantares de Guillermo Prieto



Yo soy quien sin amparo cruzó la vida
En su nublada aurora, niño doliente,
Con mi alma herida,
El luto y la miseria sobre la frente;
Y en mi hogar solitario y, agonizante,
Mi madre amante.

Yo soy quien vagabundo cuentos fingía,
Y los ecos del pueblo que recogía
Torné en cantares;
Porque era el pueblo humilde toda mi ciencia
Y era escudo, en mis luchas con la indigencia,
De mis pesares.

La soledad austera y el libre viento
Le dieron a mi pecho robusto aliento,
Fiera entereza;
Y así tuvo mi lira cantos sentidos,
En lo íntimo de mi alma sordos gemidos
De mi pobreza.

La nube quien volaba con alas de oro,
La tórtola amorosa que se quejaba
Como con lloro;
El murmullo del aura que remedaba
Las voces expresivas del sentimiento
Cobijó mi acento.

Y el bandolón que un barrio locuaz conmueve,
Y el placer tempestuoso con que la plebe
Muestra contento;
Sus bailes, sus cantares y sus amores,
Fueron luz arroyuelos, aves y flores
De mi talento.

Cantando ni yo mismo me sospechaba
Que en mí, la patria hermosa con voz nacía,
Que en mí brotaba
Con sus penas , con sus gloria s y su alegría,
Sus montes y sus lagos, su lindo cielo,
Y su alma que en perfumes se esparcía.

Entonces a la choza del jornalero,
Al campo tumultuoso del guerrillero
Llevé mis sones;
Y no a regias beldades ni peregrinas,
Sino a obreras modestas, a alegres chinas
Di mis canciones.

¡Oh patria idolatrada, yo en tus quebrantos,
ensalcé con ternura tus fueros santos,
sin arredrarme;
tu tierra era mi carne, tu amor mi vida,
hiel acerba en tus duelos fue mi bebida
para embriagarme!

YO tuve himnos triunfales para tus muertos,
Mi voz sembró esperanzas en tus desiertos
Y, complaciente,
A la tropa cansada la consolaba,
Y oyendo mis leyendas me reanimaba
Riendo valiente.

Hoy merezco recuerdo de ese pasado
de luz y de tinieblas, de llanto y gloria;
soy un despojo, un resto casi borrado
de la memoria. . .

Pero esta pobre lira que está en mis manos,
Guarda para mi pueblo sentidos sones;
Y acentos vengadores y maldiciones;
A sus tiranos. . . ¡

Septiembre de 1889



Poema Casi de Roxana T. E. Beltrán Velásquez



Tengo una contorsión inverosímil
de un verso irreverente que me duele?
Tengo un impulso atorado
a medias de la palabra razón cuando razono?
Tengo una canción de protesta
que no logro escuchar cuando la canto?
Tengo un poema entre ceja y ceja
agrietando la impasividad de mi hora cotidiana?
Tengo una muerte que no quiere existir todavía
y me extraña; una libertad tras la reja de la fantasía?
Tengo tres puntos suspensivos para apagar las luces
y seguir hablando a tientas?
Tengo una agonía en la respiración de mi no-boca
que me dices que me amas desesperadamente?
Tengo una inexistencia entre tantos años
ordenados como libros?
Tengo una ternura que cae desde tu cabeza a mi pecho
en la crisis de sabernos semidioses de cristal?
Tengo el grito de un silencios de una semidespedida
desnuda e inverosímil?
Tengo grietas nebulosas con el sabor al niño que escondes
en tu imagen de Dios.
Tengo una deshilvanización de mi fuerza
en la línea que has escrito en mi miedo silencioso?
Tengo una presión en las manos que se enraiza a los versos
que estoy por escribirte?
Tengo una piedra brillando en una situación oscura
que traduzco a un espacio inaudito?
Tengo tres puntos suspensivos enlazados a tres puntos suspensivos
entre el origen y el final de una frase que lo explica todo?
?Tengo casi un sueño hasta la muerte en exageración!



Poema Canción De La Partida de Camilo Pessanha



A mi corazón un ancla pesada
he de colgarle en un quiebro del mar.
A mi corazón un ancla pesada…
y lanzadla al mar.

Quien va a embarcar y embarca desterrado,
males de amor no quisiera llevar…
Marineros, moved el baúl pesado,
lanzadlo al mar.

He de comprar un candado de plata.
Mi corazón es el cofre sellado.
Con siete llaves: hay dentro una carta…
la última, anterior a tu noviazgo.

Con siete llaves, ¡la carta encantada!
y un pañuelo bordado… que he de usar,
para mojarlo en el agua salada
el día en que, al fin, deje de llorar.

Versión de Amador Palacios



Poema Como Carne Apretada A Nuestros Huesos de Antonio Carvajal



Como carne apretada a nuestros huesos
nos envuelve el amor más solo y puro,
que, apartados del mundo y su conjuro,
vivimos un festín de fiebre y besos.

Este recinto prieto, donde presos
unánimes nos damos un seguro.
este campo solar y nido oscuro
abona en gracia vida y embelesos.

Contagiados de mundo, sin embargo,
lucha es la vida con caudal de grito,
y a veces un sollozo y un letargo.

Y es que el dolor destroza nuestro mito
y el dulce amor nos sabe tan amargo
como la sed de un páramo infinito.



Poema Campo De Caza de Alberto Angel Montoya



A la sombra del bosque de tu oscura melena
me acechaban tus ojos como lagos siniestros.
El fuego de tus labios orientó mi camino
porque perdí la ruta cándida de tus brazos.
Mi ruego era un anuncio de huellas bajo el alba.
Vislumbré enardecido las cumbres de tus senos,
y al sentir el efluvio de tus vírgenes frondas
azucé mis lebreles por tus flancos desnudos.
A su raudo galope de besos, se ofrecían
en una primavera de incógnitos asombros,
los núbiles senderos florecidos de nardos
y las cálidas grutas de capitosos musgos.
Iniciaron colinas y ganaron florestas.
Y al final, ya enervados por las rutas ansiosas,
alígeros cayeron sobre el valle de nieve
donde temblaba inquieta la gacela escondida.
Mujer,
-maravillosa selva donde yo me he perdido-
tú fuiste a mis instintos como un campo de caza.



Poema Cien Sonetos De Amor de Pablo Neruda



Soneto LVIII

Entre los espadones de fierro literario
paso yo como un marinero remoto
que no conoce las esquinas y que canta
porque sí, porque cómo si no fuera por eso.
De los atormentados archipiélagos traje
mi acordeón con borrascas, rachas de lluvia loca,
y una costumbre lenta de cosas naturales:
ellas determinaron mi corazón silvestre.
Así cuando los dientes de la literatura
trataron de morder mis honrados talones,
yo pasé, sin saber, cantando con el viento
hacia los almacenes lluviosos de mi infancia,
hacia los bosques fríos del Sur indefinible,
hacia donde mi vida se llenó con tu aroma.



Poema Colección Reservada De Sonetos Votivos (x) de Tomás Segovia



Tu carne olía ricamente a otoño,
a húmedas hojas muertas, a resinas,
a cítricos aceites y a glisinas
y a la etérea fragancia del madroño.

Hábil como una boca era tu coño.
Siempre había, después de tus felinas
agonías de gozo, en las divinas
frondas de tu deseo, otro retoño.

Te aflojabas de pronto, exagüe y yerta,
suicidada del éxtasis, baldía,
y casta y virginal como una muerta.

Y poco a poco, dulcemente, luego,
absuelto por la muerte renacía
tu amor salvaje y puro como el fuego.



Poema Canción Del Sodomita de Piedad Bonnett



Habrá una grandísima peste…
Éxodo, 9,3.

Han izado el amor. Lo están clavando
coronado de ortigas y de cardos.
Le han cortado las manos, han echado
sal y azufre en sus pálidos muñones.
Ah, mi joven amado, el tiempo es breve.
Suenan ya las trompetas e iracunda
la luna enrojecida afrenta al cielo.
Déjame acariciar tu frente ardida en sueños,
contemplar para siempre tus párpados violeta.
Deja que desanude mi deseo,
que coloque la palma de mi mano
sobre la rosa hirviente que florece en tu pecho.
Ah, mi joven amado que duermes mientras huye
la multitud con un largo sollozo:
una lluvia de sangre cae sobre Sodoma.
Dame tus muslos blancos, tu axila, el dulce cuello,
antes de que en silencio se deslice
el ángel con su espada de exterminio.

«El hilo de los días»



Poema Contemplando Estaba Filis de Lope De Vega



Contemplando estaba Filis
a la media noche sola
una vela [a] cuya lumbre
labrando estaba una cofia,

porque andaba en torno della
una blanca mariposa,
quemándose los extremos
y quería arderse toda.

Suspendióse, imaginando
la avecilla animosa;
tomóla en sus blancas manos
y así le dice envidiosa:

«?¿Adónde tienes los ojos
que desta luz te enamoras,
la boca con que la besas
y el gusto con que la gozas?

¿Adónde tienes tu ingenio,
y dónde está la memoria?
¿con qué lengua la requiebras?
¿de qué despojos la adornas?

¿Qué le dices cuando llegas,
y en su fuego presurosa
le dejas alguna prenda
de la afición que le doras?

Y sin haberte ido vienes,
y después a volar tornas
hasta el punto que tu vida
entre las llamas despojas,

viendo que no será justo
dilatar su muerte y gloria?».
En diciendo estas razones
llegóse al fuego y quemóla.

«?Dichosa fuiste, avecilla,
Filis prosigue, pues gozas
en los brazos de tu amigo
muerte y vida gloriosa;

que la vida sin contento
mucha falta y poca sobra,
y sólo el sosiego es bueno
adonde el alma reposa.

Mas ¿cómo yo con tu ejemplo
no me doy la muerte agora?
Morir quiero, pues me anima,
y acabar con tantas cosas.

He sabido que Belardo
su vida pasa con otra,
porque le enojan mis celos
y mis desdichas le enojan?».

Del paño de su labor
un corto cuchillo toma,
y dijo toda turbada:
«?Oh Belardo, aquí fue Troya?».

Pero primero que fuese
puesto el intento por obra,
quiso probar el dolor,
que es mujer y temerosa.

Con la aguja que labraba
picóse el dedo y turbóla
de su muy querida sangre
el ver salir una gota.

Pide un paño a la criada,
intento y cuchillo arroja;
lloró su sangre perdida,
que su amante no la llora.



Poema Canción Para Los Ojos de Emilio Prados



Lo que yo quiero saber
es dónde estoy…
Dónde estuve,
sé que nunca lo sabré.
Adónde voy ya lo sé…

Dónde estuve,
dónde voy,
dónde estoy
quiero saber,
pues abierto sobre el aire,
muerto, no sabré que, soy vivo,
lo que quise ser.

Hoy lo quisiera yo ver;
no mañana:
¡Hoy!



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