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Poema Dibujo De La Fuga (v) de Claudia Lars



Llegó sobre sus botas de soldado
y su medida de alma.
En el vagón lloraba un niño puro
y leían los hombres con anteojos.

La música de ruedas
trenza llanuras con aldeas tristes.
Un presuroso cerro se le acerca
para huir, en menguante.

Cada cintura de árbol tiene brazos
que van a la deriva.
Es preciso callar, tal vez dormirse
o perseguir su nombre.

¡Ah, venid a mirarle!
¡Venid a señalar su labio joven!
Está jugando de coger mi frente
con sus pestañas de oro.

Creo que ya conozco su esperanza,
su jardín melancólico.
¿Dónde me dio, por un antiguo cielo,
esta frágil alondra?

Diríase que vino para hallarme,
olvidando su miedo en los cipreses.
Porque la muerte sacudió su espanto
lleva una palidez que le ilumina.

Quiero alcanzar su célibe distancia
y utilizo el perfume del pañuelo.
Con maniobras de abeja le cautivo;
le voy dando mi gesto y mis collares.

Por rápidas vidrieras
pasa un sitial de malvas, tres cabañas.
El día lento sufre en el jadeo
de tartamudos rieles y furgones.

¿Acaso fue mi educación de brisa,
su noticia de luz, el tiempo inútil?
De No Man′s Land traía un libro amargo.
¿No era mi edad el libro de la nube?

Por eso el viaje descansó en la playa
y nos dio el mar su vértigo de olas.
Borramos el ayer de los obuses
y despertó mi golondrinalondra.



Poema Dibujo De La Fuga (iv) de Claudia Lars



En dominios de nieve
sueña la flor su escala y su corona.
La nieve cae, abandonando el aire
con un latido blanco.

¿Por qué levanta el muérdago
su sangre oculta en desafiantes hojas?
¿Por qué dejan los elfos invernales
laboriosos mensajes en el vidrio?

¡Eileen, Coleen, Maureen…verdes, doradas,
alimentad el fuego!
El pan junta a los hombres. Ya regresan
con sus pipas nocturnas y su infancia.

La nieve tiene ermitas y ataúdes,
tiene girantes naipes,
flota en la luz con pliegues de bandera,
borda manzanas de agua entre los mástiles.

¿Quién dice que la nieve es inocente?
¿Quién la celebra en el licor del sótano?
Mil peregrinos andan por su cuerpo,
ciegos de blanca burla.

¡Eileen, Coleen, Maureen…fuertes, sin miedo,
¿está borracho el viento?
¡Cerrad la puerta , defended la casa,
que es la nevada luna de los muertos!

En praderas de nieve
el verano dormido junta olores.
La nieve baja en diminutos ángeles
y fechas de diciembre.

¿Cómo estará la encina en su silencio?
¿cómo el pez, entre agujas?
Este morir de sueño, este abandono,
¿habrá de ser un colmenar de musgo?

¡Eileen, Coleen, Maureen…limpias, amables,
extended los manteles!
La niña del hermano busca elnorte
sobre temblor de remos.

Viene con su cabello derramado,
con sus pasos silvestres;
trae un lagarto de ónix en la blusa
y una guitarra breve.

Las torres de la nieve
suben luces pretéritas, de olvido.
Abre la niña su ventana y oye
la memoria del frío.



Poema Dibujo De La Fuga (iii) de Claudia Lars



Y regresé por una carta dulce
que era medio llamada y medio eco.
Resbala el aire como un río de oro;
sube en el agua aquel azul pequeño.

El mismo abrazo se me da en los árboles,
con su aroma indefenso;
el mismo amor, la misma casa mía
en ángeles terrestres.

Olvido la ciudad porque es verano
y tengo mis almendros;
una nube trivial me entrega, ahora,
bailarinas esbeltas.

Nada ha cambiado, nada…Todo espera
al corazón que vuelve
sobre aldeas menores, sobre infancias
de contenidos cielos.

No hay horas en el tiempo, cada instante
es eterno y es breve.
Voy por mis ojos a la piel del mundo
y al mundo de mi cuerpo.

¿Quién me dio esta palabra iluminada
que sin sonar ya suena?
¿Este secreto de florales bosques
rodeados de silencio?

La golondrina de horizontes rojos
sobre mí va cayendo…
¿Qué distancia pulsante y consumida
me derrama en su vuelo?

Hay un algo que espera no sé dónde;
una escondida puerta:
puerta de azar para vivir relámpagos
o navíos o hielo.

Alcanzo mi camino y no lo alcanzo.
¡Desatadme los miedos!
Tengo una cita con la luz lejana.
Con el mar de mis muertos.



Poema Dibujo De La Fuga (ii) de Claudia Lars



Su puerta
-arco de almíbar y de sal menuda-
abre el tiempo de blusas uniformes
debajo del almendro y la campana.

Creció mi corazón
como una flor esquiva por mi sangre,
sufriendo la indagante compañía,
un delicado miedo y la nostalgia.

Alguien dijo: es amor…
pero yo lo guardé con mis peinetas.
En música inicial, en largas noches
le dormí como a niño que amenaza.

Ella nada sabía.
Se apoyaba en mi dicha sin mirarla.
Por su país esbelto
iba el césped buscando lo que sube.

De sus dones abiertos
cogí el idoma fino, inmaculado.
Venía tiernamente hasta mi libro
con su origen de luz, con su garganta.

Tal mi golpe de vida:
solo…a la orilla extraña de los nombres.
¿Quién dibujó en el muro, en el cuaderno,
ese veloz mensaje de saetas?

La inmensa pajarera
y un trémulo silencio, siempre frágil.
Su suave fuerza deteniendo ríos
y fundando ciudades en el alma.

Ardor de mi pureza.
Cuna de fuego en pequeñez colmada.
¡Génesis de la abeja en mi pecho
buscando sus dos alas!



Poema Dibujo De La Fuga (i) de Claudia Lars



Nunca se ha visto un blanco, un encarnado,
tan amorosos como el lindo verde.
Andrew Marvell

El árbol y su cielo.
Ya despierta la fábula en las cosas.
El cielo de mi risa
sobre el ágil velamen del columpio.

Yo tenía la nube,
también la huella fina de los pájaros
y un reino verde con semillas verdes
y el mar en el olfato.

Por aire humedecido
imaginad el ángel de las flores.
Por ríos invisibles
los jardines dispersos en mi frente.

De su centro de sangre
alzado el corazón, el fino huésped.
Jnto a párvulas sombras
musgo de leche y encendidas anclas.

Yo tenía mi cuerpo
y una fruta sin vello y dos abejas.
Me bañaba desnuda entre naranjos,
me comía el augurio de los tréboles.

El modo de mi casa
-hecho de arrimo y piedras vigilantes-
iba de viaje en un antiguo viaje
y en un libro de peces.

Los ojos de mi padre
eran náuticos ojos capitanes.
Daban a ratos fuegos de Santelmo
y metales del norte.

Detrás de mi inocencia
lunas dormidas en el dulce pronto…
Tal vez lo ya terrestre
ardiendo como el grillo de mi luna.

Para el suave domingo
islas de azúcar, jaulas de listones.
Para copiarme risas,
una risueña Alicia del Espejo.

¿Cómo contar mi olvido,
mi voy jugando de jugar de juegos?
La falda de mi madre:
ese almidón sembrado de violetas.

Todo el bosque del árbol
y yo la corza libre, la criatura.
¡Qué melodía de agua, qué paloma!
Mi giramor…mi girasol…mi mundo!



Poema Cara Y Cruz de Claudia Lars



Alta visión de un sueño sin espina,
honda visión en realidad clavada;
ansia de vuelo en recta que se empina,
miedo del paso en curva accidentada.

Rosa de sombra, rosa matutina,
una caída y otra levantada;
ángeles invisibles en la esquina
donde el presente cambia de jornada.

Marca el momento signo de la altura:
brote de carne limpia y sangre pura
en renovado campo de infinito…

Y en promesa inefable y verdadera
-Gabriel de anunciaciones y de espera-
un mundo sin cadenas y sin grito.



Poema Cancion Que Te Hizo Dormir de Claudia Lars



La noche del mundo:
¡qué largos cabellos!…
Los suelta en la torre,
la torre del viento.

Los peina en el valle,
los trenza en el cerro,
los abre en las ramas
frías del almendro.

¡La noche del mundo:
qué oscuro su cuerpo!…
En él transforman
las cosas del suelo:
el lirio descalzo
se calza de acero;
el loro se vuelve
piedra de silencio;
la errante neblina,
ángel medio ciego;
y el naranjo en flor,
un oso de hielo.

La noche del mundo:
¡qué nombre de sueño,
qué barca volante,
qué tiempo sin tiempo!



Poema A Sor Juana Inés De La Cruz de Claudia Lars



I

¿Quién soltó de tu pecho la impaciente
paloma musical que en fuego sube?
¿Quién puso en los cristales de la nube
la misma luz que cae de tu frente?

¿En qué silencio de estupor vehemente
te pude descubrir y te retuve?
¿Qué flamígero dardo de querube
marcó el instante con su filo ardiente?

Espacios deslumbrantes, voz ceñida
a las ígneas raíces de la vida
y el ansia de esa voz determinada.

Una irrupción de signos en tu cielo.
Y bajo el arrebato de tu vuelo
yo, Señora, pequeña y hechizada.

II

En la rosa salvada, en su pureza
que sube hasta la luz y en ella habita,
llamo a tu corazón y te doy cita
para hablar de tu blanca fortaleza.

Llevo una mariposa en la cabeza
y otra más deslumbrante me visita.
Soy la que nada sabe… la que agita
su alma y su voz detrás de la belleza.

Mis jardines pequeños, entregados
al duende, al ángel verde… son aliados
de todo lo que vuela y lo que brilla.

¡Cómo no darte a ti, -tan voladora,-
mi ceniza de rosas y esta hora
en que vuelve a ser rosa la semilla!



Poema A Gabriela Mistral de Claudia Lars



Una rosa de angustias -mar y viento-
y la estrella que gime en tierra oscura;
una secreta herida de ternura
y el camino interior del pensamiento.

Tu nombre fijo, tu divino intento,
la suelta voz que llega, larga y pura;
este compás de sangre, que asegura
tus cantos recogidos en mi acento.

Dulce don invisible para el día
de la flor y la erguida melodía,
con el pájaro leve y la campana.

Lo diste sin saber, pero se advierte
que te sigue, imantado hasta la muerte,
el paso fiel de tu pequeña hermana.



Poema A Chistina Georgina Rossetti de Claudia Lars



¿Dónde crece el manzano marinero
que sabe de la espuma y la colina?
¿En dónde la granada granadina
para el cumpleaños del amor primero?

¿Va en el aire tu acento verdadero
o duele a media sangre, como espina?
¿Se esconde bajo el sueño que adivina
el luminoso viaje del lucero?

Celeste afán, latido que perdura,
forma girante, frágil vestidura
y un rostro leve que al silencio asoma.

Hoy la belleza duerme en el olvido…
Mas yo guardo en la voz tu nombre herido
con una flor azul y una paloma.



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