poemas vida obra d

Poema Dentro Quiero Vivir De Mi Fortuna de Lupercio Leonardo De Argensola



Dentro quiero vivir de mi fortuna
y huir los grandes nombres que derrama
con estatuas y títulos la Fama
por el cóncavo cerco de la luna.

Si con ellos no tengo cosa alguna
común de las que el vulgo sigue y ama,
bástame ver común la postrer cama,
del modo que lo fue la primer cuna.

Y entre estos dos umbrales de la vida,
distantes un espacio tan estrecho,
que en la entrada comienza la salida,

¿qué más aplauso quiero, o más provecho,
que ver mi fe de Filis admitida
y estar yo de la suya satisfecho?



Poema Delta de Eugenio Montale



La vida que se gasta en los trasiegos
secretos he ligado a ti:
ésa que se debate en sí y parece
casi que no te sabe, presencia sofocada.

Cuando el tiempo se atasca en sus rompeolas
tu acaso al suyo inmenso reconcilias,
y afloras más precisa, memoria, de la oscura
región donde bajabas, como ahora
al escampar se espesa
el verde en los ramajes, el bermejo en los muros.

Todo ignoro de ti, sino el mensaje
mudo que me sustenta en el camino:
si existes, forma, o escrúpulo en el humo
de un sueño te alimenta
y la costa que se afiebra -turba- y contra
la marea crepita.

Nada de ti en el vacilar de horas
grises o desgarradas por un lampo de azufre
sino el silbido del remolcador
que de las brumas llega al golfo.

Versión de Armando Uribe



Poema Dentadura de Luisa Futoransky



Batallas sangrientas, perdidas de antemano por cada una de mis
muelas y mis dientes un mapa con banderilleo
de privaciones y cercenamiento cuyas trazas
se pierden en las mismas, reiteradas escaleras
que conducen a idénticos tronos de aprensión,
oprobio y pánico

Carradas de nombres, moldes en yeso vaciados de significado
como maxilares caninos molares
para quedar con una sola referencia elemental:
los de adelante, los de atrás
los de arriba, los de abajo;
como los primeros pasos de Buda
desnudo
en el mundo
hostil

Incisivos de vampiro de morsa
roedores
caricaturas, puertas primeras que revelan
a los hombres
del poder

Romper/ no romper
rechinar
los dientes

Oh! mis dentistas con sus pinzas
gasas
jeringas
puentes
coronas
falsas anestesias del mundo entero
manos singulares que me arrancaron
una a una las raíces del juicio
y cada tanto, a falta de tantas cosas
me prescriben tabletas que adormecen
bacterias sin sosiego

Encías
residuos
sueños

Refulgente
la sonrisa kolinos o colgate
brilla desde nunca
por su permanente
desguarnecida
ausencia

Arles, enero 95



Poema De Paso de Eduardo Zambrano



La genética del alma:
el destino.
Al más puro sentido clásico
regreso.

Me lleva el viento
y en esa circunstancia
se revuelcan también mis sentidos.

Hoy alcanzo a balbucear razones.
Pero más allá de las razones estoy
yo,
hoja del árbol de la vida
que ven pasar los perros y los puercos,
mis contemporáneos y mis enemigos.

Estoy de paso.
Incluso para mis propias ambiciones.



Poema Dos Soledades de Antonio Cisneros



I- Hampton Court

Y en este patio, solo como un hongo, adónde he de
mirar.
Los animales de piedra tienen los ojos abiertos

sobre la presa enemiga ciudades puntiagudas y

católicas ya hundidas en el río hace cien lustros

se aprestan a ese ataque. Ni me ven ni me

sienten. A mediados del siglo diecinueve los

últimos veleros descargaron el grano. Ebrios

están los marinos y no pueden orime las quillas

de los barcos se puedren en la arena.

Nada se agita. Ni siquiera las almas de los

muertos número considerable bajo el hacha, el

dolor de costado, la diarrea. Enrique El Ocho,

Tomás Moro, sus siervos y mujeres son el aire

quieto entre las arcadas y las torres, en el

fondo de un pozo sellado. Y todo es testimonio de

inocencia. Por las 10,000 ventanas de los muros

se escapan el león y el unicornio. El Támesis

cambia su viaje del Oeste al Oriente. Y anochece.

II. Paris 5e
&quotAmigo, estoy leyendo sus antiguos versos en la

terraza del Norte.

El candil parpadea. Qué triste es ser letrado y

funcionario. Leo sobre los libres y flexibles

campos de arroz: Alzo los ojos y sólo puedo ver

los libros oficiales, los gastos de la provincia,

las cuentas amarillas del Imperio».

Fue en el último verano y esa noche llegó a mi

hotel de la calle Sommerard.

Desde hacia dos años lo esperaba. De nuestras

conversaciones apenas si recuerdo alguna cosa.

Estaba enamorado de una muchacha árabe y esa

guerra la del zorro Dayán le fue más dolorosa

todavia. &quotSastre está viejo y no sabe lo que

hace» me dijo y me dijo también que Italia lo

alegró con una playa sin turistas y erizos y

aguas verdes llenas de cuerpos gordos,

brillantes, laboriosos, &quotComo en los baños de

Barranco». Y una glorieta de palos construida

en el 1900 y un plato de cangrejos. Había dejado

de fumar. Y la literatura ya no era más sus

oficio.

El candil parpadeó cuatro veces. El silencio

crecía robusto como un buey. Y yo por salvar algo

le hablé sobre mi cuarto y mis vecinos de

Londres. de la escocesa que fue espia en las dos

guerras, del portero, un pop singer, y no

teniendo ya nada que contarle, maldije a los

ingleses y callé. El candil parpadeó una vez más.

Y entonces sus palabras brillaron más que el lomo

de algún escarabajo. Y habló de la Gran Marcha

sobre el río Azul de las aguas revueltas, sobre

el río Amarillo de las corrientes frías. Y nos

vimos fortaleciendo nuestros cuerpos con saltos y

carreras a la orilla del mar, sin música de

flautas o de vinos, y sin tener otra sabiduría

que no fuesen los ojos. Y nada tuvo la apariencia

engañosa de un lago en el desierto. Mas mis

diosos son flacos y dudé. Y los caballos jóvenes

se perdieron atrás de la muralla, y él no volvió

esa noche al hotel de la calle Sommerard. Así

fueron las cosas Dioses lentos y dificiles,

entrenados para morderme el higado todas las

mañanas. Sus rostros son oscuros, ignorantes de

la revelación. &quotAmigos, estoy en la Isla que

naufraga al norte del Canal y leo sus versos, los

campos del arroz se han llenado de muertos. Y el

candil parpadea».



Poema Dial De Madrugada de Domingo F. Faílde



Muchos siglos atrás, tantos acaso
que la historia siquiera los contaba,
se podía escuchar el Universo.

En noches como ésta (Pink Floyd,
sonido digital, 100 Mhz.),
algún hombre, perdido en la montaña,
buscaba los caminos
del cielo y escuchaba
los motores del mundo,
las hélices galácticas rotando,
los engranajes de las constelaciones,
la fiesta de los astros,
el temblor de la vida.

En la autopista de la Vía Láctea,
sonaba el ruido cósmico
y el hombre percibía
aquel clamor remoto.

Música -le llamó- que fue perdiéndose
por los negros mesones de la noche,
hace ya tanto tiempo, quizá nunca.



Poema Definición de Gioconda Belli



Podríamos tener una discusión sobre el amor.
Yo te diría que amo la curiosa manera
en que tu cuerpo y mi cuerpo se conocen,
exploradores que renuevan
el más antiguo acto del conocimiento.

Diría que amo tu piel y que mi piel te ama,
que amo la escondida torre
que de repente se alza desafiante
y tiembla dentro de mí
buscando la mujer que anida
en lo más profundo de mi interior de hembra.

Diría también que amo tus ojos
que son limpios y que también me penetran
con vaho de ternura o de preguntas.

Diría que amo tu voz
sobre todo cuando decís poemas,
pero también cuando sonás serio,
tan preocupado por entender
este mundo tan ancho y tan ajeno.

Diría que amo encontrarte
y sentir dentro de mí
una mariposa presa
aleteándome en el estómago
y muchas ganas de reírme
de la pura alegría de que existía y estás,
de saber que te gustan las nubes
y el aire frío de los bosques de Matagalpa.
Podríamos discutir si es serio
esto que te digo.
Si es una quemadura leve, de segundo,
tercer o primer grado.
Si hay o no que ponerle nombre a las cosas.
Yo sólo una simple frase afirmo
Te amo



Poema De Simone: de Rémy De Gourmont



La Iglesia

Simone, me parece bien. Los ruidos de la noche
son dulces cual un cántico cantado por niños;
la oscura iglesia semeja un viejo «manor»;
las rosas tienen un grave aroma de amor e incienso.

Me parece bien, iremos muy serios, lentamente
nos saludará la gente que regresa de los prados.
Abriré la valla a tu paso
y el perro nos seguirá un buen rato con sus ojos tristes

Mientras tú reces, yo soñaré en los hombres .
que construyeron estos muros, el campanario, la torre,
la pesada nave semejante a una bestia de carga,
cargada con el peso de nuestros pecados cotidianos.

Cuando regresemos, Simone, será noche cerrada;
semejaremos fantasmas bajo los abetos,
pensaremos en Dios, en nosotros, en muchas cosas;
en el perro que nos aguarda, en las rosas del jardín.

Versión de L. S.



Poema Después de Idea Vilariño



Es otra
acaso es otra
la que va recobrando
su pelo su vestido su manera
la que ahora retoma
su vertical
su peso
y después de sesiones lujuriosas y tiernas
se sale por la puerta entera y pura
y no busca saber
no necesita
y no quiere saber
nada de nadie.



Poema Dios Primero de Juan Ramon Jimenez



Días negros cual los días
de parada indiferencia
de dios antecreador.

(Todo duro, entero todo,
en mole de un orden negro,
como un yo tan sólo yo.)

De pronto, un día de gracia,
todo me ve con mis ojos,
me parto en mundos de amor.



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