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Poema Debería Permitirme Un Descanso… de Carmen Rosa Orozco



Debería permitirme un descanso
Destruí ese monólogo
tan sutil e hilarante
Otra vez:
estos tiempos
en los que provoca ser cruel
y comprender una estructura que no es metálica
De repente,
ver tantos pobres que pululan
y conflictos
y la manera en que se debe ganar el dinero
No sé, pero quisiera ser simple antinatural
seguir y no devolverme
aprender a sostener la marcha
Has vuelto Adrián, y te aborrezco.



Poema De Vuelta A Casa de Miguel De Unamuno



Desde mi cielo a despedirme llegas
fino orvallo que lentamente bañas
los robledos que visten las montañas
de mi tierra, y los maíces de sus vegas.
Compadeciendo mi secura, riegas
montes y valles, los de mis entrañas,
y con tu bruma el horizonte empañas
de mi sino, y así en la fe me anegas.
Madre Vizcaya, voy desde tus brazos
verdes, jugosos, a Castilla enjuta,
donde fieles me aguardan los abrazos
de costumbre, que el hombre no disfruta
de libertad si no es preso en los lazos
de amor, compañero de la ruta.



Poema De La Esperanza de Reina María Rodríguez



el día se está perdiendo azul
tecleo y tecleo
pero no salen las ganas de verte
ni la mosca profetiza tu llegada.
me aguanto desespero
y no te llamo
porque bueno
la táctica la astucia
qué sé yo.
cómo recoger mis impulsos
si mañana un gusano
me va a comer el sueño
la memoria.
por eso
no hay pastillas contra tus abrazos
no recetes más remedios para el amor
la vida no tiene calma
sino cuadrúpedos en mi pecho
y no te llamo
y te llamo
y ya no estás porque te fuiste siempre
sin saber que una muchacha
-la más tímida y atrevida de las muchachas-
ha saltado
del balcón
al mundo.



Poema De Regreso… de Roxana T. E. Beltrán Velásquez



Caminando por atardeceres grises, lluviosos,
sobre las calles de un Madrid desconocido
pienso en mi tercer mundo tan lejano;
luego regreso a llorar mis versos gaudianos
con maestrías de la Real Academia Española
para esperar desesperada en un pueblecillo
a que mi tercer mundo crezca?
Conceptual me traje la tristeza de los parques sin niños,
la gala de los museos repletos de turistas,
la soledad de esos túneles de narrativa sartreana
y mi huella existencial lacerada de absurdo
hoy soporta la impotencia ante el destino
para esperar desesperada que mi paísito razone
con sus propias ideas?
Humanista;
conmocionada de razones y de sin razones,
traspasada de fronteras y de mares tan distintos
mi poesía se estremece entre relatos de trenes
y una ciega libertad en tesitura dolorosa
universalizada en desamparo, afectiva en el asombro
de regreso?
Camino por mis calles que no tienen gusanos subterráneos
Y pienso que tenía seguro mi boleto de regreso.
Traje música de España, traje dragones.
Traje relatos de gente que se masturba en el metro.
Un asco negro por la guerra,
y direcciones contadas en minutos.
El frío de ávila me mira hoy sobre mi playa
Las murallas no existen aquí
O son invisibles?
Me traje un alcázar para nosotros
La foto del escorial y el puente de los rebeldes
Me traje las calles de toledo para narrarles cuentos a los niños
Hoy de regreso aquí, reconozco de nuevo
que las cosas sencillas me alimentan
sin protocolos de escozor
sin fingimientos,
aun cuando mi tercer mundo aun no crezca
tiene la magia del niño que desnudo camina sin prejuicios
ante los ojos adultos.



Poema Del Árbol de Leopoldo Marechal



Hay en la casa un Árbol
que no planto la madre ni riegan los abuelos:
solo es visible al niño, al poeta y al perro.

Su primavera no es la que fundan las rosas:
no es la vaca encendida ni el huevo de paloma.
Su otono no es el tiempo que trae desde el mar
caballos irascibles, por tierras de azafran.
Al Árbol suben otras primaveras e inviernos:
el enigma es del niño, del poeta y del perro.

Cuando la primavera sube al Árbol-sin-nombre,
vestidos de cordura florecen los varones;
y Amor, en pie de guerra, se desliza
de pronto a la sabrosa soledad de las hijas.
Entonces el sabor de algún cielo perdido
desciende con el llanto de los recien nacidos.
Pero cuando el invierno lo desnuda y oprime,
sobre los techos llueven sus hojas invisibles,
y, horizontal, cruza las altas puertas
alguien que por el cielo desaprendio la tierra.

Hay en la casa un Árbol que los grandes no vieron:
el enigma es del niño, del poeta y del perro.



Poema Dios Encontrado de Carlos Murciano



Dios está aquí, sobre esta mesa mía
tan revuelta de sueños y papeles;
en esta vieja, azul fotografía
de Grindelwald cuajada de claveles.

Dios está aquí. O allí: sobre la alfombra,
en el hueco sencillo de la almohada;
y lo grande es que apenas si me asombra
mirarlo compartir mi madrugada.

Doy a la luz y Dios se enciende; toco
la silla y todo a Dios; mi diccionario
se abre de golpe en «Dios»; si callo un poco
oigo jugar a Dios en el armario.

Abro la puerta y entra Dios -¡si estaba
ya dentro…!-; cierro, y sale, mas se queda;
voy a lavar mi cara y Dios se lava
también y el agua vuélvese de seda.

Dios está aquí: lo palpo en mi bolsillo,
lo siento en mi reloj y, aunque me empeño,
ni me sorprendo ni me maravillo
de verlo tan enorme y tan pequeño.

Me lo dobla el cristal, me lo devuelve
hecho yo mismo -Dios, perdón- su frío
y no acierto a explicarme por qué envuelve
su cuerpo en este pobre traje mío.

Hoy he encontrado a Dios en esta estancia
alta y antigua en donde vivo. Hacía
por salvar, escribiendo, la distancia
y se me desbordó en lo que escribía.

Y aquí sigue: tan cerca que me quemo,
que me mojo las manos con su espuma;
tan cerca, que termino, porque temo
estarle haciendo daño con la pluma.



Poema Don Belianís De Grecia A Don Quijote De La Mancha de Miguel De Cervantes Y Saavedra



Rompí, corté, abollé, y dije e hice
más que en el orbe caballero andante;
fui diestro, fui valiente y arrogante,
mil agravios vengué, cien mil deshice.

Hazañas di a la fama que eternice;
fui comedido y regalado amante;
fue enano para mí todo gigante,
y al duelo en cualquier punto satisfice.

Tuve a mis pies postrada la Fortuna
y trajo del copete mi cordura
a la calva ocasión al estricote.

Mas, aunque sobre el cuerno de la luna
siempre se vio encumbrada mi ventura,
tus proezas envidio, ¡oh, gran Quijote!



Poema Dolor de Alfonsina Storni



Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
como una romana, para concordar
con las grandes olas, y las rocas muertas
y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos
y la boca muda, dejarme llevar;
ver cómo se rompen las olas azules
contra los granitos y no parpadear;
ver cómo las aves rapaces se comen
los peces pequeños y no despertar;
pensar que pudieran las frágiles barcas
hundirse en las aguas y no suspirar;
ver que se adelanta, la garganta al aire,
el hombre más bello, no desear amar…
Perder la mirada, distraídamente,
perderla y que nunca la vuelva a encontrar:
y, figura erguida, entre cielo y playa,
sentirme el olvido perenne del mar.



Poema Dolor Del Hombre de Rafael Morales



La tristeza es arena de desierto,
sombra de soledad, sombra del aire,
larga ausencia de Dios que nos circula
por el llanto olvidado de la sangre.

Todo está triste hoy y es un desierto
mi corazón, que apenas si es de alguien;
todo está triste, sí, todo está triste
en esta inmensa y desolada tarde.

Madera de ataúd es lo que crece
en esta primavera de los árboles,
mientras proyecta el cielo largamente

su soledad vastísima en mi carne,
en mi alma sin dueño, en esta pena
que me crece y me crece interminable.



Poema Detrás Del Monasterio de Ernesto Cardenal



Detrás del monasterio, junto al camino,
existe un cementerio de cosas gastadas,
en donde yacen el hierro sarroso, pedazos
de loza, tubos quebrados, alambres retorcidos,
cajetillas de cigarrillos vacías, aserrín
y cinc, plástico envejecido, llantas rotas,
esperando como nosotros la resurrección.



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