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Poema Te Tienes… de Esther Tapia



te tienes entre mí y no soy sino en las cosas
prendiendo la noche entre los brazos ceñidos.
soy la duda del péndulo: crónica de tus labios dulces,
esa procesión por la calle del recuerdo un viernes santo.
tan sólo el funeral del aroma de tu pelo,
el magnolio de tu voz, el humus de tu carne:
réquiem que crucifica el rastro de un tiempo.

te estoy retrocediendo para salvarte siempre
y en el claro de la mundana luna, aceptar la realidad
de tus manos de niño que se muerde las uñas.
cuando toda mi vida es un puro interrogante
en tus ojos nómadas, me sorprendo ante el escaparate
de tu cuerpo salpicado a sonrisas que te inmaculan
sólo recogiendo los ojos para guardarte.

mirándote estoy en la blancura de su espalda
y las canas del destejido abren miasmas en la carne.
sí, vivirte tras el día, cuando seas ya pasado,
tercer día de pascua y el racimo de las manos, mojándonos,
y recrear el cenital húmedo de la tristeza,
colgar la sonrisa en el espejo de los labios,
ser la nota salvoconducto que aún me existe



Poema Si Ahora… de Esther Tapia



Si ahora decidieras sin planteártelo,
sólo con el pensamiento de lo sentido
?esa rigurosa inflexión de los días
en la articulación de los ojos?
y desataras la voz ciega que te afirma,
dejando de pagar tributo a tu persona
?la sacra lealtad al ministerio de los años-
reconocerías los maleficios del tiempo,
los surcos de la memoria en la frente,
todos los injertos que nos trasmudan…
te irías ahuecando poco a poco,
empezarían a morderte las arañas,
tu inocencia te vería actuar, muda,
y el juego te perdería: dejarías de existir.



Poema El Mediodía… de Esther Tapia



el mediodía gravita entre las sienes,
horada la hora, la huella, la palabra,
bañando la espina del ser meridial,
abriendo tu imagen en las aguas.
una tristeza mansa ciclostila
tu cuerpo hasta volverlo blanco
(la mer, la mer, toujours recommencée!).
palabras estrellándose en la boca,
igualándose en su eterno batirse,
colmando de luz blanca el recuerdo
(sol desértico borrándome los ojos):
manos blancas, blancos cuerpos,
sonrisas tendidas blancas.
aún la voz se alza hasta ti,
apenas roza tu piel original
desatas los ojos, desprendiendo
el mar, quebrándote todo…
chorreando de tu íntimo estar,
expuesto al sol, al mar, al viento,
más allá del tiempo y la memoria,
ya en la cálida arena de lo último,
las olas te desnacen desde mí.





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