poemas vida obra eugenio florit

Poema A La Mariposa Muerta de Eugenio Florit



Tu júbilo, en el vuelo;
tu inquietud, en el aire;
tu vida, al sol, al aire, al vuelo.

Qué pequeña tu muerte
bajo la luz de fuego vivo.
Qué serena la gracia de tus alas
ya para siempre abiertas en el libro.

Y en ti, tan suave, en tu morir callado,
en tu sueño sin sueños,
cuánta ilusión perdida al aire,
cuánto desesperado pensamiento.



Poema Soneto de Eugenio Florit



Habréis de conocer que estuve vivo
por una sombra que tendrá mi frente.
Sólo en mi frente la inquietud presente
que hoy guardo en mí, de mi dolor cautivo.

Blanca la faz, sin el ardor lascivo,
sin el sueño prendiéndose a la mente.
Ya sobre mí, callado eternamente,
la rosa de papel y el verde olivo.

Qué sueño sin ensueños torcedores,
abierta el alma a trémulas caricias
y sobre el corazón fijas las manos.

Qué lejana la voz de los amores.
Con qué sabor la boca a las delicias
de todos los serenos oceanos.



Poema El Mar De Siempre de Eugenio Florit



No volver a soñar más que en lo mismo
para tejer el hilo de los tiempos
que tal vez fueron milagrosos.
O acaso no existieron,
sino en la mente de quien los pensó.

Ese arrullo que escuchas
no es el del mar de entonces;
aquel calló con las ausencias,
o bien se hundió lejano
y se perdió en la espuma de otros mares.

No son los mismos, nunca.
Cada uno se acerca a sus orillas,
diversos todos, todos únicos
en el rozar del agua con su tierra;
y cada tierra con su mar se duerme
o al levantar el sol con él se alza.
Pero distintas, diferentes,
las tierras lejos, las de cerca,
tienen su propio mar que las arrulla
y con diverso pálpito respiran.

Como es otra la música
que en su bajar nos llega
del infinito mar de las constelaciones.

Y así vamos de mares y de orillas
al límite final que nos espera.



Poema Desde La Nieve de Eugenio Florit



Desde la nieve convertida en agua,
desde el sucio periódico sin dueño,
desde la niebla, desde el tren hundido
con sus cientos de manos que buscan asidero;
desde la fantasía de los anuncios luminosos
y el ruido sin piedad de las bombas de incendio;
desde la noche que nos cae encima
?losa de cielo sin estrellas?;
desde cada momento perdido entre las calles
donde todos los solos del mundo pasan desconocidos;
desde el árbol sin hojas y el camino sin gente,
otra vez, como ayer, como mañana,
acaso ya como todos los días que vendrán, si es que vienen,
entro al silencio.



« Página anterior


Políticas de Privacidad