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Poema 12el León Y El Ratón de Félix María Samaniego



Estaba un Ratoncillo aprisionadoEn las garras de un León; el desdichado En la tal ratonera no fue presoPor ladrón de tocino ni de queso, Sino porque con otros molestaba Al León, que en su retiro descansaba. Pide perdón, llorando su insolencia; Al oír implorar la real clemencia, Responde el Rey en majestuoso tono, No dijera más Tito: «Te perdono.» Poco después cazando el León tropieza En una red oculta en la maleza; Quiere salir, mas queda prisionero,Atronando la selva ruge fiero. El libre ratoncillo, que lo siente, Corriendo llega, roe diligenteLos nudos de la red de tal manera, Que al fin rompió los grillos de la fiera. Conviene al poderosoPara los infelices ser piadoso; Tal vez se puede ver necesitadoDel auxilio de aquel más desdichado.



Poema Las Penitencias Calculadas de Félix María Samaniego



Fue a consultar a un padre jubiladoun fraile jovencitoy recién aprobadode confesor. Llegóse muy cortitodiciendo: -Yo quisieraque su paternidad norma me dierade aplicar penitencias competentesa toda calidad de penitentes,que en llegando a este casoyo no acierto a salir, padre, del paso.-No se aflija por eso: tome y lea,que ahí va en este papel cuanto desea.Toma, se humilla y sale presurosoa ver lo que el cuaderno contenía.¡Qué alegre! ¡Qué gozoso!al mirar que su título decíaLista de penitencias calculadas.A su confesionario marchó ufanosin dejar el cuaderno de la mano,y según la tarifa exactamenteva despachando a todo penitente.Un tuerto llega en esto y dice: -Padre,yo tengo una comadrealegre y juguetona de costumbre,y hallándola ayer sola,el diablo, que no huelga, aplicó lumbre…y por tres veces hice carambola.Busca las carambolas en la listay encuentra: carambolas de ordinario:por cada dos, su parte de rosario.El fraile se contrista,pues siendo tres, dos partes no les cabe:una es poco, y así qué hacer no sabe.Pónese a discurrir y determinauna fácil idea y peregrina:-Vaya, le dice, y busque su comadre,y que el hecho le cuadre o no le cuardre,la cuarta carambola hágale al punto,y por esta y las otras de por juntocon mucha devoción y gran sosiegodos partes de rosario rece luego.



Poema 9los Gatos Escrupulosos de Félix María Samaniego



A las once y aun más de la mañana La cocinera Juana,Con pretexto de hablar a la vecina, Se sale, cierra, y deja en la cocina A Micifuf y Zapirón hambrientos.Al punto, pues no gastan cumplimientos Gatos enhambrecidos,Se avanzan a probar de los cocidos. «¡Fu, dijo Zapirón, maldita olla! ¡Cómo abrasa! Veamos esa polla Que está en el asador lejos del fuego.» Ya también escaldado, desde luego Se arrima Micifuf, y en un instante Muestra cada trinchanteQue en el arte cisoria, sin gran pena, Pudiera dar lecciones a Villena. Concluido el asunto,El señor Micifuf tocó este punto. Utrum si se podía o no en conciencia Comer el asador. «¡Oh qué demencia! Exclamó Zapirón en altos gritos, ¡Cometer el mayor de los delitos! ¿No sabes que el herreroHa llevado por él mucho dinero, Y que, si bien la cosa se examina,Entre la batería de cocinaNo hay un mueble más serio y respetable? Tu pasión te ha engañado, miserable.» Micifuf en efectoAbandonó el proyecto; Pues eran los dos Gatos De suerte timoratos, Que si el diablo, tentando sus pasiones, Les pusiese asadores a millones(No hablo yo de las pollas), o me engaño, O no comieran uno en todo el año. DE OTRO MODO¡Qué dolor! por un descuido Micifuf y ZapirónSe comieron un capón, En un asador metido. Después de haberse lamido, Trataron en conferenciaSi obrarían con prudencia En comerse el asador. ¿Le comieron? No señor. Era caso de conciencia.





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