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Poema Desconocida Y Sucia Criatura Que Juegas Delante De Mi Puerta de Fernando Pessoa



Desconocida y sucia criatura que juegas delante de mi puerta
no te pregunto si me traes un mensaje de los símbolos.
Encuentro gracia en ti por no haberte visto antes,
y, naturalmente, si puedieras estar limpia serías otra criatura
que no vendría por aquí.
¡Juega en la polvareda, juega!
Considero tu presencia tan sólo con los ojos.
Más vale ver una cosa siempre por primera vez que conocerla,
pues conocer es como si nunca viéramos por primera vez,
y nunca haber visto por primera vez es sólo oír como lo cuentan.
El modo de estar sucia esta criatura es diferente del
modo que otras tienen de estar sucias.
¡Juega! Al coger una piedra que te cabe en la mano
sabes que te cabe en la mano.
¿Cuál es la filosofía que llega a alcanzar mayor certeza?
Ninguna, y ninguna podrá venir jamás a jugar ante mi puerta.



Poema Brazo Sin Cuerpo Blandiendo Un Gladio* de Fernando Pessoa



Entre el árbol y el verlo,
¿Dónde está el sueño?
¿Qué arco del puente más vela
Dios?…Me entristece
No saber si esa curva del puente
Es la curva del horizonte.

Entre el que vive y la vida,
¿Hacia qué lado va el río?
Árbol vestido por hojas,
Entre eso y Árbol ¿hay un hilo?
Palomas volando, el palomar
¿Está siempre a su derecha, o es real?

Dios es un gran Intervalo,
pero, ¿entre qué y qué?…
Entre lo que digo y callo,
¿Existo? ¿Quién es el que me ve?
Errar de mí…Y el palomar alto,
¿Envuelve a la paloma, o está a un lado?

*Desusado: pequeña espada de los gladiadores. N.T

(Traducción:José Antonio Llardent)



Poema Autopsicografía de Fernando Pessoa



El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que llega a fingir que es dolor
el dolor que de veras siente.

Y los que leen lo que escribe,
en el dolor leído sienten bien,
no los dos que él tuvo
mas sólo el que ellos no tienen.

Y así en los raíles
gira, entreteniendo la razón,
ese tren de cuerda
que se llama el corazón.

Traducción: Miguel Ángel Sepúlveda Espinoza



Poema Apunte de Fernando Pessoa



Mi alma se rompió como un cuenco vacío.
Cayó escaleras excesivamente abajo.
Cayó de las manos de una criada descuidada.
Cayó, y se hizo más pedazos que loza había en el cuenco.

¿Tontería? ¿Imposible? ¡Yo no sé!
Tengo más sensaciones que cuando me sentía yo.
Soy una dispersión de trozos sobre un felpudo sin sacudir.

El ruido hecho al caer fue como de cuenco al romperse.
Los dioses que hay se asoman a la barandilla de la escalera.
Y contemplan los pedazos que su criada hizo de mí.

No os enfadéis con ella.
Sed tolerantes con ella.
Cuenco vacío, ¿qué era yo?

Miran los pedazos absurdamente conscientes,
más conscientes de sí mismos, no conscientes de ellos.

Miran y sonríen.
Sonríen tolerantes a la criada involuntaria.

Se va extendiendo la gran escalinata alfombrada de estrellas.
Un pedazo brilla, por el lado de su exterior lustroso, entre los astros.
¿Mi obra? ¿Mi alma principal? ¿Mi vida?
Un pedazo.
Y los dioses lo miran especialmente, pues no saben por qué ha quedado allí.

(Traducción: José Antonio Llardent)



Poema Ah, Ese Frescor En La Cara De No Cumplir Un Deber de Fernando Pessoa



¡Ah, ese frescor en la cara de no cumplir un deber!
Faltar es, positivamente, estar en el campo.
¡Qué refugio, que no se pueda tener confianza en uno!
Respiro mejor ahora que ha pasado la hora de las citas.
Falté a todas, con deliberación en el descuido,
esperando esa gana de ir que ya sabía yo que no vendría.
Soy libre frente a la sociedad organizada y vestida.
Estoy desnudo, y me zambullo en el agua de mi imaginación.
Es tarde para estar en cualquiera de los dos puntos
donde debía estar a la misma hora,
deliberadamente a la misma hora…
Pues bien, aquí me quedaré soñando versos y sonriendo en cursiva.
¡Es tan graciosa esta parte lateral de la vida!
No consigo siquiera encender el cigarrillo siguiente…Si
es un gesto,
que quede con los otros que me esperan en este
desencuentro que es la vida.



Poema Abdicación de Fernando Pessoa



Tómame, oh noche eterna, en tus brazos
y llámame hijo.
Yo soy un rey
que voluntariamente abandoné
mi trono de ensueños y cansancios.

Mi espada, pesada en brazos flojos,
a manos viriles y calmas entregué;
y mi cetro y corona?yo los dejé
en la antecámara, hechos pedazos.

Mi cota de malla, tan inútil,
mis espuelas, de un tintineo tan fútil,
las dejé por la fría escalinata.

Desvestí la realeza, cuerpo y alma,
y regresé a la noche antigua y serena
como el paisaje al morir el día.



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