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Poema Entremés Olímpico de Gastón Fernando Deligne



La raza de Saturno, derribada
por el ligero soplo de una idea,
baja a morar sobre la triste Gea,
en una lamentable desbandada.

Con su atributo y distintivo, cada
dios osa abrir nueva pelea;
y mueve la dolosa contra-idea,
penetrante y sutil como una espada.

A devolver sonrojo por sonrojo
al nuevo cielo, voluntad y brío
previene airado su rencor tremendo;

y se apresta a la acción; pero creyendo
que el Olimpo a la postre es un enojo,
y la inmortalidad, un grave hastío.



Poema Subjetiva de Gastón Fernando Deligne



¡Así es mejor!-Porque de ti atraído
con ímpetu febril, te amo de veras;
por eso no te he dicho que te amo;
y aún pesárame hermosa que lo sepas.

Por eso no he venido a deshacerme
en ruego vil ni en desmayada queja,
porque temo, no tanto tus desdenes,
como tu blanda y fiel correspondencia.

En la mas honda y apartada cueva,
hay un monstruo voraz que a Amor vigila,
como terco y terrible centinela.

Cuando prende en dos almas el cariño,
su ojo apagado entre la sombra acecha;
y brilla -cuando en una se confunden,-
como un botón de fuego en las tinieblas.

El precede a la tarde en que declinan
albas que los amores encendieran;
él es el sacerdote que salmodia
de todo afecto la hora postrimera;

Oculto en el jardín del sentimiento,
él es la nube que ensombrece el cielo;
el petrel que se goza en la tormenta:
para él lo eterno es irrisión, y sólo
-si habla de la constancia- es como befa.

Por eso, porque te amo, yo no quiero
que hagamos en sus garras mutua presa.
¿Quién más pronto o más tarde, del Hastío
no es juguete en la efímera existencia?…

Por eso, porque te amo y porque quiero
amarte siempre, con pasión eterna;
no te he dicho el cariño que me inspiras
y no anhelo tampoco que me quieras.

¡Así es mejor! -Vivir en el deseo,
es una llama alimentar perpetua;
¡es vivir abrasados, cual vivían
los mártires, los místicos y ascetas!



Poema Quisqueyana de Gastón Fernando Deligne



Mientras combate hermano contra hermano,
la savia tropical fecunda amores,
y cuaja frutos y burila flores,
sin aprensión de invierno ni verano.

Mientras riega la sangre loma y llano,
espíranse de valles y de alcores
voluptuosos arrullos gemidores
que no interrumpe el grito del milano.

Y cuando para el trueno belicoso,
quédense los occisos alazanes,
¡oh, combustión solar!-a lo que arbitres;

que en esta tierra donde no hay volcanes,
donde no hay ofidiano ponzoñoso
ni felino feroz, tampoco hay buitres.



Poema Ololoi… de Gastón Fernando Deligne



¡Ololoi!…

Para Américo Lugo

Yo, que conservo con vista anodina,
cual si fuesen pasajes de China…
tú, prudencia, que hables muy quedo,
y te abstienes, zebrada de miedo;
tú, pereza, que el alma te dejas
en un plato de chatas lentejas;
tú, apatía, rendida en tu empeño
por el mal africano del sueño;
y ¡oh tú, laxo no importa! que aspiras
sin vigor, y mirando, no miras…

Él, de un temple felino y zorruno,
halagüeño y feroz todo en uno;
por aquel y el de allá y otros modos,
se hizo dueño de todo y de todos.
Y redujo sus varias acciones
a una sola esencial: ¡violaciones!
Los preceptos del código citas,
y las leyes sagradas no escritas,
la flor viva que el himen aureola
y el hogar y su honor… ¿qué no viola?…

Y pregona su orgullo inaudito,
que es mirar sus delitos, delito;
y que de ellos murmúrese y hable,
es delito más grande y notable;
y prepara y acota y advierte,
para tales delitos, la muerte.
Adulando aquel ídolo falso,
¡qué de veces irguióse el cadalso!
Y a nutrir su hemofagia larvada,
¡cuántas veces sinuó la emboscada!

Ante el lago de sangre humeante,
como ante una esperanza constante,
exclamaba la eterna justicia:
¡Ololoi! ¡Ololoi! (sea propicia)

Y la eterna Equidad, consternada,
ante el pliegue de alguna emboscada,
tras el golpe clamaba y el ay:
¡sea propicia!: ¡Ololoi! ¡Ololoi!…

Y clamando, clamaban no en vano.
Ya aquel pueblo detesta al tirano;
y por más que indicándolo, actúe,
y por más que su estrella fluctúe,
augurando propincuos adioses,
no lo vio. ¡Lo impidieron los dioses!

Y por mucho que en gamas variables
-no prudentes, mas no refrenables-
estallasen los odios en coro,
como estalla en tal templo sonoro
un insólito enjambre de toses,
no lo oyó. ¡Lo impidieron los dioses!

Y pasó, que la sangre vertida
con baldón de la ley y la vida,
trasponiendo el cadalso vetusto,
se cuajó… se cuajó… se hizo un busto.
Y pasó, que la ruin puñalada,
a traición o en la sombra vibrada,
con su mismo diabólico trazo
se alargó… se alargó… se hizo un brazo,
cuyo extremo, terrífico lanza
un gesto de muda venganza.
Y la ingente maldad vampirina
de aquella alma zorruna y felina,
de aquel hombre de sangre y pecado,
vióse dentro del tubo argenado
de una maza que gira y que ruge.

¡Y ha caído el coloso al empuje
de un minuto y dos onzas de plomo!
Los que odiais la opresión, ¡ved ahí cómo!…
Si después no han de ver sus paisanos,
cual malaria de muertos pantanos,
otra peste brotar cual la suya,
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Si soltada la Fuerza cautiva,
ha de hacer que resurja y reviva
lo estancado, lo hundido, lo inerte,
¡paz al muerto!, ¡loor a la Muerte!





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