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Poema Conversaciones Conmigo Mismo de Gonzalo Osses A Vilches



Me gustaría decirle al viento que no te quiero, que te he olvidado;
me gustaría pedirle al tiempo que me perdone, por mi pasado.
Me gustaría cantarle al cielo, abrir las alas y emprender el vuelo;
me gustaría escribirte un verso, para que olvides lo que has llorado.

Me gustaría, pero no puedo,
porque me encuentro solo, porque he tenido miedo.

Y he tenido miedo de las horas tranquilas,
del agudo tic tac de los relojes,
del verdugo absurdo e inexistente
que se muere de sí mismo cada día.

Y he tenido miedo de vivir sin darme cuenta
que la vida me pasaba por la vida,
de los tedios derrochados de mías días
en las calles barnizadas con mi asombro.
Tuve miedo de encontrarme casi vivo,
derramándome el coraje en las heridas.

Y hoy quisiera gritar las cosas que no me ocurren,
llamar al verbo que las acciona por su nombre,
pedir siquiera un modo potencial que me conjugue.
decir aunque más no fuera: ?Podría?.

Y oír, detrás de las ruinas,
el cansancio de ser alguien,
todos los días.

Y son tantos los recuerdos que me quedan por vivir,
que una caricia que no entienda me estará matando,
como las palabras que vuelven de su olvido,
como estas conversaciones que hoy inicio,
que son conversaciones sin razón, sin orden ni motivo.

Son sólo eso;
conversaciones con las sombras, incluso con el olvido,
son conversaciones con la culpa, son conversaciones conmigo mismo.



Poema Bastó Tan Sólo Un Sí de Gonzalo Osses A Vilches



Bastó tan sólo un sí
para vivir el ya y el después,
bastaron algunos suspiros
para crear un hoy.

Bastó tan sólo un sí en el momento justo
para que muriera el eres.
Bastó tan sólo un sí de tus labios
para que se olvidara el soy.
Bastó tan sólo un sí, un simple sí, un único sí,
para que naciera el somos.

Y desde ese sí mágico y tierno
comenzó a forjarse la promesa de tus besos.
Y desde el equipaje de nuestro sueño
nacimos a una tímida realidad.

Te presté mi hombro al sol
y por la noche entregué mi cuerpo a tu cuerpo.

Bastaron dos personas solas para parir un mundo
y me bastó tu imagen para edificar un universo.

Bastaban la espera y el sonido del teléfono anunciando tu llamada,
bastó tu voz inmaculada, bastó la ternura de tus palabras,
bastó tu sueño ceniciento, bastó mi espíritu sediento.

Bastó la timidez de tu sonrisa,
bastó este poema, junto a tus caricias…

Bastó que existieras en mis segundos para amar el tiempo,
que existieran las horas y el silencio
para saber que así ?y sólo así? respiramos juntos.



Poema Al Ver Pasar A La Gente de Gonzalo Osses A Vilches



Al ver pasar a la gente,
¿Nunca te has preguntado quienes son?
¿Por qué luchan, qué sienten, qué hacen?
¿serán protagonistas de historias románticas,
serán esclavos de una rutina amarga,
serán juguetes del destino o marionetas de Dios?

Al ver pasar a la gente,
al caminar junto a ella, tú sientes, al igual que yo,
que no caminas entre ganadores y perdedores,
sino que sabes que caminas entre sobrevivientes.
Entre sobrevivientes de revoluciones hechas por falta de comida,
entre sobrevivientes de guerras que comienzan durante un partido de ajedrez.

Al ver pasar a la gente,
te das cuenta que paseas entre hombres y mujeres sin nombre,
hombres y mujeres indiferentes para ti,
cuyas vidas no conocemos y cuyas muertes no nos causan nada.
Son sólo muertes; muertes que leemos en los diarios matutinos,
obituarios fríos, nombres sin rostros.

Al ver pasar a la gente
¿No te gustaría conocer sus historias? …a mí sí.
me gustaría saber de sus sueños, aprender sus razones para sobrevivir.
contar sus historias; inventándoles momentos alegres,
regalándoles felicidad.
Creo que debería empezar por mí.
creo que debo comenzar por mí historia.
Por la historia del amante abandonado.
Por la historia del amigo traicionado.
Por la historia del soñador que despierta
en medio de un torrente de mentiras verdaderas.

Serán cuentos de infiernos y cielos,
de noches con sol y días con luna,
de corazones negros cicatrizados
y ventanas por donde ya no se asoma el sol.

Es la repetición de la vieja historia,
lo mismo, pero con distintos actores.
Los mismo sentimientos entremezclados
y las mismas perversiones colectivas,
relaciones autodestructivas, valores alterados,
niños olvidados y dioses censurados.

Al ver pasar a la gente, ahora,
me doy cuento que no quiero contar historias;
es todo, es siempre lo mismo.

Tampoco contaré mi historia.
Si quieres saberla… imagínatela.
párate en una esquina
y al verme pasar con el resto de la gente,
Invéntame un final feliz.



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