Poema Zoofilia de Graciela Baquero
Soy el olfato de ese perro
esa dirección que llega
pone el hocico entre mis piernas
y manso reconoce
Es entonces cuando mi hembra
se queda sin mujer.
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Soy el olfato de ese perro
esa dirección que llega
pone el hocico entre mis piernas
y manso reconoce
Es entonces cuando mi hembra
se queda sin mujer.
Todos los años, al comenzar la primavera, bajamos hasta el río por ver como el suicida de la dársena siete sale del agua y lo vuelve a intentar.
Todo es luz para los ojos móviles del sueño
bajo los párpados se despliega
la plácida temperatura de una playa
y allí está él y ella que era yo
sin más sonido que la presencia del otro
enfrentados
doblándonos sábanas
haciendo coincidir las puntas del afecto
él y ella que era yo se acercaban y separaban
por la exacta medida de la tela.
Al pasar
las construcciones la retrasan
la distraen
sonándose unas contra otras.
Y ahí está el aire
dispuesto a arrastrarla.
El otoño nunca vuelve
esta temperatura ayuda a morir sin espanto.
La mujer busca dónde dormir
en las puertas de las grandes sucursales
y sueña
que realmente duerme.
Observando
uno destruye su casa.