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Poema Herido Siempre, Desangrado A Veces de Jose Maria Hinojosa



Herido siempre, desangrado a veces
y ocultando mi sangre sin riberas
llevo mis pasos presos entre nieblas
y mis miradas van sobre cipreses.

Aún conservo en las uñas esta sangre
que me dejó la carne de un momento
empapado de lágrimas y miedo
cuando vino a perderse entre mi carne.

Era sólo mi sangre quien llamaba
en medio de aquel valle, de aquel bosque,
y era sólo mi sangre, eran mis voces
las que oían la lluvia sobre el agua.



Poema Huyendo Del Destino de Jose Maria Hinojosa



En medio de este hueco redondo y transparente
que me persigue siempre a través de la tierra
retumban los hachazos que separan las ramas
brotadas en el tronco de mármol patinado
por el humo de pólvora y la luz de la luna
filtrada entre los dedos de tus manos de nieve.

Tus brazos recogían en sus siete colores
la lluvia de mi frente y la espuma del agua
perdiéndose en las aguas tu cabellera rubia
mientras que tu cabeza flotaba entre las olas
verde entre verdes algas con los labios abiertos
por la caricia última de mis labios de fuego.



Poema He Perdido de Jose Maria Hinojosa



He perdido
la memoria de los siglos;
sólo conservo alientos
de papiros añejos.

Y tengo la nostalgia de mí mismo
de cuando sabios eran mis consejos,
del tiempo en que mi olor
no era el de museo.

No puedo resistir
ver correr de mis ojos
arenales de lágrimas
formados por escombros.

Yo perdí la noción del calendario
y de días microbios,
pero continuaré mi papel de hierático,
con sonrisa de insomnio,
en este film inacabado.

Mi voz, mi signo indescifrado,
no lo busquéis en el presente,
buscadlo en el pasado.



Poema Huecos de José Luis Piquero



Perder placer es triste
Luis Cernuda

Cuando estoy en su casa duermo solo.
No me he atrevido nunca a afrontar el pasillo
que velan los ronquidos frágiles de sus padres.

A veces, en la noche,
noto el hueco invisible que no ocupamos juntos.

Y entonces pienso siempre en el amor
que no hicimos en días
de intimidad pospuesta y acaso sin saberlo.

No en las húmedas noches ni en los prados borrosos
de calor ni en las playas soleadas:

en el vagón sin ella y en las tardes de clases
y en los libros leídos y olvidados
y en las peleas tontas y en esas dos semanas
de necia calentura hasta que dijo sí.

Ah, las aguas paradas, el corazón inquieto.
Perder placer es triste y el deseo
irremplazable muere a cada instante
en un mundo de amantes silenciosos.

Pero por la mañana,
cuando se van sus padres -vermú dominical-,
ella viene a mi cama, soñolienta y desnuda.
Su ternura que es próspera llena un hueco en el mundo
y deja al corazón sin argumentos.



Poema Historia De G. de José Luis Piquero



Déjate enseñar, déjate mandar, déjate sujetar
y despreciar y serás perfecta.
S. Juan de la Cruz, ?Dichos de Luz y Amor?

?El amor es un miedo: una moneda,
un bien de cambio? -susurraba su voz
de borracho creíble, y sonriendo
añadía: ?Cualquier amante es sólo
un chantajista?.

Y en las noches aquellas, como extraños libertos,
dejábamos atrás mi trabajo y sus libros
para beber, beber.
Hicimos el amor
en calles y portales.
Cuando hablábamos,
hablábamos los dos a cuchilladas.

De él sé decir que era un producto típico
de su ciudad y de sus años: frío
y gregario. Su raza:
jóvenes ilustrados y poetas,
cansados de un dinero que no tienen
y una seguridad. Yo estaba sola,
iba de paso: una bala perdida.
Él ya se castigaba -su costumbre-
haciendo daño a todos.

Tenía que dar con él.

Me dijo que las chicas como yo
tenemos el valor de una experiencia,
somos útiles. ?Tú eres muy consciente
de estar representando el papel que te toca.
Pudiste estar con otro, ¿no es así?
Si eres lista puedes aprender algo,
pero recuerda siempre que yo te necesito?.

¿Soy injusta? También me quiso un poco,
a su modo. Perdonó mis mentiras,
y no era culpa suya no saber del amor
sino lo que le habían enseñado
en su impreciso mundo de palabras a medias
y de fáciles gestos.
Admiraba
esa capacidad-para-encajar-los-golpes
que yo he llegado a ser,
ese estar siempre dispuesta.
Y me daba su tiempo a manos llenas.

Hoy sé perfectamente que me usó
para sembrar recelos en su grupo.
Yo le he visto humillar a alguien que le quería,
ignorarle y marcharse conmigo, y disfrutarlo.
O exhibirme como a una vaca sana
en su circo de locas, sin recato, triunfante.
Me empujó
en otros brazos; eso fue un pretexto
para nuevos reproches -?Puta, puta?.

Cuando pude dejarle,
tuvo el talento -y la complicidad de sus amigos-
para hacer de mí la única culpable.
?Nos ha engañado a todos? (y quizá
él tenía razón).

A menudo estoy sola y pienso en él,
ya sin rencor, pero escucho de nuevo
esa voz en mi oído, amable, lenta:
?Eres producto mío. Tú, ¿quién eres?
Un apellido y un trabajo triste
y unos padres lejanos. Sin talento
ni belleza, no eres inteligente…
No tienes perspectivas, bobita, saltarás
de un amante a otro amante. Como mucho
eres la novedad, tan sólo un coño.
Yo te he querido siempre. Quédate.
Imagina que ahora te murieses:
el recuerdo romántico, tan frágil, de esos tontos
y quizá un mal poema -Aquella chica…-,
y nada más. Te quiero, no te marches,
qué voy a hacer sin ti, vuelve conmigo…?.

Si alguna vez hemos sido inocentes
como mascotas, puros igual que las manzanas,
nosotros hemos visto pudrirse las manzanas.



Poema Haikais de Jose Juan Tablada



Tierno saúz,
Casi otro, casi ámbar,
Casi luz…

Por nada los gansos
Tocan alarma
En sus trompetas de barro.

Pavo real, largo fulgor,
Por el gallinero demócrata
Pasas como una procesión…

Aunque jamás se muda,
A tumbos, como carro de mudanza,
Va por la senda la tortuga.

?¡Devuelve a la desnuda rama,
Nocturna mariposa,
Las hojas secas de tus alas!

Recorriendo su tela
Esta luna clarísima
Tiene a la araña en vela.



Poema He Ido Desenterrando de José Hierro



He ido desenterrando
todos mis muertos: sombras
compañeras, latidos
sin música, corona
de manos y de lágrimas
lloviendo en la memoria.

He ido desenterrando
mis muertos y mis horas…
(y sus horas), mis muertos
y sus glorias… (mis glorias).
Dolían en lo hondo
de mi tierra: sus sombras
velaban a la vida
la cara luminosa.

Quedar sin ellos era
quedar sin mí. ¿No lloran
por mí? ¡Tanto he llorado
yo, por ellos, a solas!
¿Lloran por mí? ¿De su
paraíso me arrojan
con espada de fuego?
¿Qué serán ahora: rosas
pisoteadas, zumbido
de alas de llama, motas
de polvo gris, simiente
sobre la piedra? ¿Lloran
porque han visto la cera
en mis alas de alondra?

Dejé sus pobres huesos
a la luz de la aurora.
Me sentí libre y triste.
Miré la tierra, hermosa
como la primavera,
joven como una novia.

Tierra muda, dispuesta
a cavar mi fosa.



Poema Hablaban Con Bocas De Sombra… de José Hierro



Hablaban con bocas de sombra,
susurraban sucesos mágicos,
historias de herrumbre y de musgo
(no sabían que estaban muertos,
y yo no quería apenarlos).
Fui reconstruyendo sonidos
que en el sueño significaban
para interpretarlos despierto
y atribuirlos a unos labios.
(Quería conocer el nombre
de quienes me hablaban en sueños:
la rosa no olería igual
si su nombre no fuese rosa.)
Rescaté, lúcido y sonámbulo,
los vestigios que la marea
llevó a mi playa de despierto:
Con ellos construiría un puente
desde el soñar hasta el velar:
así tendrían consistencia
las palabras impronunciables
que yo escuché cuando dormía,
fantasmal materia de sueño.



Poema Helpless de José Eugenio Sánchez



(and in my mind I still need a place to go)

sobre esta cama donde se acostó el mar
y se guardaron las cenizas de alejandría
y las hormigas almacenaron las provisiones durante el verano del holocausto
y la más despreciable hechicera escribió su recetario para exterminar el mal de amor
en la mismísima cama donde la maja y las venus posaron
donde juana la loca veló a felipe el hermosos por siete provincias
donde el espíritu santo fecundó a maría
aquí en la única cama traficada por fenicios
que sirvió de mapa para barbarroja
y fue alfombra mágica del príncipe ishtar
en la auténtica cama donde parió la primera elefanta en cautiverio
donde charly parker tocó por última vez el saxofón y a una mujer al mismo tiempo
y ?años antes? jesús meditó su discurso del monte de los olivos
es donde entiendo que cada cama es un país que no existe



Poema Horas Altas de José Emilio Pacheco



En esta hora fluvial
hoy no es ayer
y aún parece muy lejos la mañana

Hay un azoro múltiple
extrañeza
de estar aquí de ser
en un ahora tan feroz
que ni siquiera tiene fecha

¿Son las últimas horas de este ayer
o el instante en qeu se abre
otro mañana?

Se me ha perdido el mundo
y no sé cuándo
comienza el tiempo
de empezar de nuevo

Vamos a ciegas en la oscuridad
Caminamos a oscuras
en el fuego



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