poemas vida obra hilario barrero

Poema Carrozas de Hilario Barrero



Balnea, vina, Venus corrumpunt corpora nostra,
sed vitam faciant balnea, vina, Venus.

Bellísimos, desnudos, arrogantes,

proclamando la fuerza de su sexo,

marchan Quinta Avenida hacia la vida.

Serenamente turbios, demacrados,

veneno derretido por sus miembros,

bajan Quinta Avenida hacia la muerte.

Algunos tan hermosos, dioses sin paraíso,

que hasta la misma Sombra se oscurece

al asignarles sitio en la carroza.

Su belleza les salva y son llamados

junto con Ganimedes a servir

vino añejo a los cuerpos prohibidos.

(La mitra será polvo y lo será la rosa,

las plumas césped seco, el oropel ceniza

y el torso iluminado un carbón apagado.)

Viéndoles desfilar, cercano a tu frontera,

nombrando aquel verano en que nos conocimos,

mi sangre negativa se calcina, amenazada,

sintiendo a la Guadaña que, arañando mi cuello

con su incesante herida, nos recuerda

que para algunos éste será el último desfile.



Poema Barnices de Hilario Barrero



Ahora ocultas con cremas

y ungüentos extranjeros

las heridas que el tiempo

ha dejado en tu cuerpo

y muestras orgulloso

las oscuras y densas cicatrices del alma.

Se ve que eres novicio

en el arte de tal ocultamiento

e ignoras que es difícil esconder la vejez,

que las arrugas se ven aunque tapadas

como también se ve la decadencia,

la sombra por tus ojos

y el delicado olor a viejo que nace de tu aliento.

A nadie le interesan las lesiones del alma

si el cuerpo apuntalado carece de equilibrio.



Poema Plaga de Hilario Barrero



Todavía se aman a pesar de la plaga

y encuentran en la noche sus torsos alumbrados

sabiendo que la muerte les acecha celosa.

Tiemblan cuando desnudos se miran al cristal

y ven alguna mancha que oscurece su piel.

Con precaución celebran sus huesos arropados

y con certeza saben éste es tiempo de guerra.

Oficiando sus ojos un memorial de sombras

recuerdan tantos nombres que con pasión se amaron,

cuerpos llenos de fuego su coraza encendida

y que ahora rescatan del campo de batalla.



Poema Visitante de Hilario Barrero



Diciembre herido se congela entre

algodones sucios de una nieve extranjera,

mientras el viejo Bill se muere en Brooklyn.

Perros de soledad ladran a su mirada

de cartón mordiendo envenenados

los cristales vidriados de su vida.

Renegando ser viejo, Bill, tirita

y el zumo de manzana le condecora

su pecho lleno de óxido y metralla.

Un visitante misterioso entra,

se detiene en la ribera de la cama

fulminando la decadente escena

con su hermosa presencia.

Trae consigo la fuerza de la calle,

el ruido del vivir, la juventud,

la agresiva insolencia de su sexo,

el gozo más urgente del amor

y entre el azul lejía de su blusa

dos volcanes de lava se desbordan.

Bill le mira por un instante, tiembla,

(la toma de París, la muerte de su hija

calcinada, el divorcio de Peggy…)

maldice ser un muerto, estar amortajado

y lucha inútilmente por romper

las cadenas de oxigeno y de sangre

que encarcelan sus huesos de carbón.

Desaparece el cuerpo y huele a azufre,

infierno y carne achicharrada

en la habitación 308

del Kings Highway Hospital en Brooklyn,

donde Billy se abrasa lentamente

rodeado de tubos y de cables

en la fría mañana de diciembre.



Poema Tentaciones de Hilario Barrero



El invierno pronuncia tu otro nombre

y comienza el deshielo.

Aventuras el miedo, tienes frío,

atraviesas los primeros abrazos,

reconoces la cuesta, los rostros y la curva,

traduces la inscripción,

resuelves el enigma de la piel

y, liberando la tela metálica de la serpiente

que oscurece la transparencia de tu infancia,

el paisaje recobra su dimensión real:

dueño de tu mirada te ciega los sentidos

y te ofrece el amargo sabor de la maleza,

desde su oscuridad sonora

crecen voces que suben hasta el valle iluminado.

Huye y mírate en el frío tabique del lago,

recuerda su perfil,

apriétate el cilicio del deseo,

enséñale la llave al vigilante,

no olvides la consigna,

vuelve a casa y lávate las manos.

Bien tú sabes que has de volver mañana.



Poema Subjuntivo de Hilario Barrero



Y tener que explicar de nuevo el subjuntivo,

acechante la tiza de la noche del encerado en luto,

ahora que ellos entregan sus cuerpos a la hoguera

cuando lo que desean es sentir el mordisco

que tatúa con rosas coaguladas sus cuellos ofrecidos

y olvidarse del viejo profesor que les roba

su tiempo inútilmente.

Mientras copian los signos del lenguaje,

emotion, doubt, volition, fear, joy…,

y usando el subjuntivo de mi lengua de humo

mi deseo es que tengan un amor como el nuestro,

pero sé que no escuchan la frase

que les pongo para ilustrar su duda

ansiosos como están de usar indicativo.

Este será su más feliz verano

el que recordarán mañana

cuando la soledad y la rutina

les hayan destrozado su belleza,

la rosa sin perfume, los cuerpos asaltados,

ajadas las espinas de sus labios.

Pero hoy tienen prisa, como la tuve yo,

por salir a la noche, por disfrutar la vida,

por conocer el rostro de la muerte.



Poema Signo de Hilario Barrero



Prolongado en el tiempo

tu signo permanece

y, aunque esconde la llave de tu gozo,

descifra cada noche

la vieja adivinanza del silencio.

La reina del Destino,

descolgada en andamios de alabastro,

traduciendo su mito de mármol malogrado,

me expulsa enfurecida del Recinto

porque sé las respuestas

a sus envenenados acertijos.

Cerrándome la puerta

me enfrenta al enemigo

quien altera mi voz que queda presa.

Destronada del friso

se inmolará desnuda sobre el fuego

sellando el pergamino

en su reino de cuero,

victorioso tu nombre junto al mío.



Poema Seize El Día de Hilario Barrero



Todos vienen del ghetto,

admiran a Selena,

quieren sacarse el Lotto,

son pesadas sus sombras,

grises sus biografías,

visten de polyester con ropa made in China,

pies ligeros de Adidas

y sonríen con dientes en andamios,

granos en sus mejillas,

grasa sobre su frente.

Hoy son cuerpos en marzo,

primavera en sus dedos,

fuego por su mirada,

la agresiva belleza de sólo veinte años,

dueños de sus caderas,

urgencias por sus lenguas,

la insolencia del sexo inundando su ingle,

el fulgor de la sangre retrasando relojes

y el descarado valle de sus pechos

umbrío de semillas.

Esto les califica de inmortales.

Mañana serán ruina,

del Olimpo expulsados para siempre,

cuerpos viejos y lentos,

oídos destemplados,

ojos llenos de tierra,

mutilados sus labios con cristales,

el olor de la rosa evaporado,

su tacto acuchillado,

ya la muerte inquilina del pecho pergamino

borrando la escritura de su sangre.

Ignorando lo hermoso y fugitivo de su tiempo

ellos no se dan cuenta cómo el viejo celebra

la clave de su piel y el lujo de sus cuerpos,

tan cerca de sus manos y a la vez tan lejanos,

ansias que le convidan a la vida,

trampas que le conducen a la muerte.



Poema Sangre de Hilario Barrero



Es la segunda piel, la anónima fachada,

enterrada y bien viva, palpitando,

una envoltura frágil

que encubre su obediente hidrografía.

Sin mar donde llegar

se desvía por montes y caminos,

se enfrente a Polifemo, ruge,

cruza sierras latiendo,

se adentra en la memoria de la vena,

se serena, se defiende si siente el aguijón,

como aceite resbala,

como gacela herida se retira.

Igual que el mar tropieza, retrocede

y está siempre naciendo, a veces, retrasada,

asoma su algodón de escandaloso rojo

en un delta de meses y recuentos.

El cansancio la llena de salitre

y en un osario de asombro milagroso

coagulada se asfixia al salir a la vida.



Poema Sabotaje de Hilario Barrero



Hay peligro de bombas

y oyen desde la alcoba las sirenas

que destrozan la luz en la ventana.

Temerosos salen después al parque

y sin rozarse se saben abrazados.

¿Dónde irá, se preguntan, el temblor de la luz

cuando llenos de sombra no vean la cometa,

no oigan las sirenas, no tiemblen al roce de una boca

y el parque les resulte impreciso y borroso?

El rumor de las hojas

extiende el miedo al atentado.

Crece cerca el aviso metal de la sirena.



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