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Poema Un Cierto Despertar de Hjalmar Flax



Esta mañana de metales mórbidos
la brisa duerme. El humo de las fábricas
inserta el horizonte
de inmensas rosas malvas deshojadas.

Pero mi corazón está tranquilo.
La noche le rindió sus apagadas
distancias, sus luceros
iluminaron besos y miradas.

Se levantan los ruidos. Resplandece
el sol de la ciudad.
La brisa duerme aún y malvas rosas
adornan las montañas.

No alzaré las cortinas. Ella duerme
y el recuerdo del sueño dura en mí.



Poema Ráfagas de Hjalmar Flax



(a J. G. R.)

¿Y se perdió tu aliento
cuando la tierra se tragó tu carne?
¿O se quedó en el aire
porque al aire regresa lo que es aire?
Invisible presencia que sorprende…
Brisa que alivia y sana…
Aura que le abre paso a las auroras…
Áspero vendaval de los desiertos…
Hosco huracán que rompe, arrasa, inunda…
Pomposo ventarrón del aguacero…
Tromba que surca mares y llanuras…
Elucubrados vientos marineros…
y otras extrañas ráfagas
que soplan en el sol y entre galaxias…

¿Cómo escindir un aire de otro aire
si todo es aire?

Acaso te respiro,
te he respirado todos estos años
desde que no te miro, escucho, beso.

Quizá me hiciste falta cuando niño.
Quién recuerda esas cosas tan profundas.

En esta tarde de ceniza el cierzo
sacude las ventanas,
se oculta detrás de las cortinas,
mueve las verdes plumas del helecho,
levanta los papeles,
roza mi piel y me acaricia el pelo.

Pero a mí, que he vivido tantos climas
en este apartamiento,
no me tientan las húmedas corrientes
aunque me traigan motivos poéticos.
No saldrá de una manga de borrasca
la ráfaga que raje el pensamiento.

Por eso sigo piedra.
Pero hay días
que me siento ser barro blando, quieto,
confundido en el barro de esta orilla
donde se dice adiós sin entenderlo.

Entonces, necesito
decirme ciertas cosas y no puedo.
Paso las horas sentado en esta silla
esperando, buscando, deseando
sacar del aire el soplo de tu aliento.



Poema Fin De Otoño de Hjalmar Flax



(al regresar de East Hampton,
luego de visitar al poeta David Ignatow
)

Un hombre ataja por un campo abierto.
Su abrigo es color tierra.
Le florece el aliento a cada paso.
El viento lo despeina.

El campo abierto es ancho para el hombre.
Para los astronautas es pequeño.
Y si de cerca es una cosa triste,
también es cosa triste desde lejos.

Desde lejos el hombre se confunde
con la tersa textura del terreno.
Y desde cerca el hombre se confunde
con sólo atravesar un campo abierto.

Esto no piensa el hombre que camina.
Piensa que ha de llegar hasta su fuego.



Poema En El Tren de Hjalmar Flax



Quedó Zagreb al otro
lado del río.
Se mueve el tren. Paisaje
ante mis ojos pasa. Lo cercano
rápidamente, lo distante
apenas.

San Juan,
lo más distante.

Sarajevo,
doblemente extraña.



Poema El Padre Nuestro de Hjalmar Flax



Padre nuestro que estás en la oficina,
reverenciado sea tu nombre.
Benefícianos en tu herencia.
Hágase tu voluntad en casa
como en el despacho.
Danos hoy el filete, las papas fritas
y el mantecado de chocolate.
Perdónanos las coles de Bruselas
y nosotros perdonaremos a la cocinera
si el filete le queda muy cocido
y las papitas mongas.
No nos tientes con promesas falsas.
Regálanos coches deportivos.
Ampáranos de la policía.
Excúsanos de servir en el ejército.
Pues tuyo es el país,
el poder y los pesos,
por los siglos de los siglos,
amén.



Poema Determinaciones de Hjalmar Flax



Depresión
es el término siquiátrico
para decir desgano, pesimismo.
(Los más pedantes dicen:
sicosis maniaco-depresiva.)

También es argot metereológico:
nubosidades, lluvia, poco viento.

Los médicos patólogos lo emplean:
Depresión en el hueso occipital
causada por objeto contundente.

Y por último es jerga de geólogo
que significa (más o menos)
un hoyo en la tierra.



Poema Círculos de Hjalmar Flax



En verdad no han sido tantas
si no cuento las que no pude amar
porque no pude, o porque nunca
bajo el sol y en la tierra
coincidimos.

Pero de las que han sido
toda mi vida en cierto modo es de ellas.

Por eso hoy toda mi vida es tuya,
porque tú eres la última
y en cierto modo
la primera.



Poema Arte de Hjalmar Flax



Quiero pensar
que alguna vez pudiere
abrir la ostra hermética
donde mi alma duerme.
Rociarla
con el jugo agrio de la tarde.
Comérmela,
y sacar una perla de mi boca.





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