poemas vida obra i

Poema Improvisaciones En Babel de María Negroni



al estilo de cendrars o del franco alsaciano arp
que posaban de
políglotas

enamorada de las palabras que acentúan
lo inentendible o verosímil

en aras de pequeñas
desorientaciones
imprescindibles

querida:

exponerse por ahí es verdad que luce el gesto / pero fluctuar entre
representar algo y ser eso / ha sido tarea de cíclopes / desde mary
carmichael para acá.
lo que sucede en el n° 3 de mercer street /
(hay un museo holográfico) / no entra en el atadito de sus cosas / y
el calor y la violencia de un corazón de poeta / negocian desde siempre
mal con el cuerpo.
me pregunto / si no tirarse por la ventana
cual anónima / que no pudiera caminar hasta londres bastaría / o si la
guerra con su destino es el leit motiv del canto.
te escucho hablar / como si escribieras tu
epitafio / como si lo hicieras adrede.

(a Virginia woolf)



Poema Invocación de María Eugenia Vaz Ferreira



Oh noche embriagadora
hecha de soledad y de desesperanza,
que brindas en tu copa de azabache y de estrellas
sobre la tierra ardiente en quietud derramada.

Noche de las delicias mudas y negativas
de que gozan los muertos vivos como fantasmas,
abrochando en la sombra su carnal vestidura
marchita de enflorar la fiesta meridiana.

Noche, noche infinita, rincón de los olvidos,
perdón de penitentes que nunca hicieron nada
más que cargar a solas el pesado madero
sobre la ligereza cautiva de sus alas…

Te espero día a día
para esconder mis horas en la paz de tu lápida,
cuando las ondas vivas su vibración aquietan
bajo la fuerza ignota de atávicos nirvanas,

y en invisibles soplos
el numen secular su inspiraci6n levanta
del fondo de los tiempos para siempre extinguidos,
aunque la rueda cósmica traiga sus añoranzas.

Yo no sé lo que dice tu boca abierta y muda
al que doró su tienda con oro de esperanza,
pero yo sé que sabes con amorosa ciencia
tenderte suavemente sobre el alma cansada!

Tu voz dice en silencio tu eternidad futura;
la rúbrica del «Fin» está en tu obscura mancha,
aunque a besarte vengan en sus carros sonoros
con sus aureolas rubias las doncellas del alba.

Todavía los mundos
relucen en la bóveda de tu urna sagrada;
un viejo tesorero se ha dormido en los tiempos
y ha olvidado en tu fondo sus últimas alhajas…

Dale a los benditos que todavía sueñan,
tus áureas lentejuelas y tu hostia de plata,
y a mí, que te deseo inextinguible y única,
dame la eternidad de tu silencio, oh Hermana.



Poema Isótopos de María Eugenia Caseiro



A la Abuela, a mis Hermanas, a mi Madre

Palomas.

Todo es reposo en el hogar
la puerta sin discordia, el pan
sale de sus manos tan llenas de nosotros
siempre a cobijar
las mañanas de sus dedos que relucen
palomas olorosas.

Ángeles.

Guarda como nadie
la destreza de ensartar agujas
arcángel esponjoso
suma de su amar,
amar dotado en trazos de merengue,
ángeles recién horneados
en la efímera paciencia de la vida.

Gota.

Yo que no tengo estrellas que contar
me vuelvo adentro a sus adentros
los míos que recuerdan
el vaivén de sus pulmones,
sus arterias calientes?
ella se agita, me sabe
gota pura;
blanda gota de sus ojos concebida
travesía vertical
hasta el mar de toda hora
en reposo.

Isótopos.

Allá afuera se mueven mis hermanas
colmadas de extensiones purísimas,
isótopos
de mi misma suerte a devanar
hilo comenzable en mi nostalgia.

Riesgo.

Ella entiende la torpeza, el riesgo de su vida
desde antes de nacer desdoblado su fantasma
surcado con su nombre toca en mí
yo no respondo sin saber qué hacer.
Mido la muerte desde allí
Dios es hoy mi padre tranquilamente amarillo y azotado.

Contacto con María Eugenia Caseiro: buhowriter@hotmail.com



Poema Imágenes de María Cristina Orantes



I
Perdido en ese túnel de sí mismo
creyendo ver la luz en la luciérnaga
y el infinito en la línea de la mano,
llevando por delante
solo cinco sentidos…
¡y lo sabía todo!
Angosto y frágil intelecto,
astillado y dudoso.
Hubo que retorcerte la carne y la memoria,
bajar la cremallera del saco que te viste
y exhibirte los huesos,
esa armazón tan pobre como tu propio yo,
para que te miraras al espejo.

II

Me he mudado de barrio
y de casa y de ropa;
cambié mi maquillaje y mi peluca
para ver si me encuentro
y me estrecho la mano.

III

Hoy he visto un fantasma
mirándome de frente con sus cuencas vaciadas
y alargando la mano
su dedo descarnado
señalaba el abismo
que llevo por conciencia.
Visión retrospectiva entre la nebulosa.

IV
Me he detenido.
Recogí los pedazos que quedaron dispersos
allí, frente a mi casa.
Quise tomar los cabos sueltos
de la oportunidad que voló de mis manos
y apretar ese sueño que no llegó a cuajarse.
Desde mi pequeñez busqué
el tiempo perdido…
Fallido intento.
La espina se clavó más adentro,
el tiempo sigue allí, tan vivo como yo.
Esa es la diferencia…

V
Hay que revisar el calendario
de atrás hacia adelante
para ganarle al tiempo la batalla.
Sufrir lo no sufrido,
pensar lo no pensado,
vivir lo no vivido
y darle otro sabor,
anticipándolo.



Poema Iceberg de María Cristina Orantes



Se iniciaba el ritual.
La espada viva abrió aquel vientre flor
y comenzó la búsqueda…
Fue abriéndose camino
hasta llegar al cáliz.
Se hizo la luz
al detenerse el tiempo,
no se supo si fue solo un instante
o cupo la eternidad en aquel sueño…
El trueno y el relámpago
sacudieron la piel asidos de la mano
y la vieja tormenta solitaria
se irguió en el centro de la vida.
Se derramó la fuente en la caverna.
Silencio.
El iceberg de sus ojos
cayó sobre la noche.
Sobre su cuerpo, la flor adormecida…



Poema Instrucciones Para El Uso De Los Recuerdos de Margarito Cuéllar



Los restos del pasado se reúnen
como los desperdicios de la playa.
Enrique Lihn

Recíclalos, pásales las llantas de un auto, arrójalos por la ventana de un avión. Ofértalos, instala una fábrica de collares, sazónalos con lágrimas del cielo. Arráncatelos, qué se marchen con un poco de piel (corazón o memoria). Que se desangren y mueran en la raya llenos de moscas. Olvídalos, expúlsalos de tu bestiario, desinféctalos, despójalos de su inoportuna melancolía. No te engañes, como las costras, nada de su piel exterior vale la pena. Desrecuérdalos, atígralos y jáulalos. Que vuelvan a nacer en su espiral de nada desde el árbol de las preguntas.



Poema Instante de Marco Fonz De Tanya



Entre los dedos la cabellera
que cae como cien trompas de elefantes negros
alas de ángeles dentro de un pozo.

La seda es curiosidad de cocineras
el aliento entre las manos del campesino
es una bailarina de tul en una cueva.

Jalón de este a oeste
en la mirada de un chino
donde el sudor lo hace rey del tornasol.

La inquieta mano del sastre
busca agujas y olfatea orificios
la nariz es la flecha de la destrucción.



Poema Invocación de Manuel Jose Othon



No apartes, adorada Musa mía,
tu divino consuelo y tus favores
del alma que, nutrida en los dolores,
abrasa el sol y el desaliento enfría.

Aparece ante mí como aquel día
primero de mis jóvenes amores
y tu falda blanquísima con flores
modestas u olorosas atavía.

¡Oh, tú, que besas mi abrasada frente
en horas de entusiasmo o de tristeza,
que resuene en tu canto inmensamente

tu amor a Dios, tu culto a la Belleza,
alma del Arte, y tu pasión ardiente
a la madre inmortal Naturaleza!



Poema Idilio Salvaje de Manuel Jose Othon



I

¿Por qué a mi helada soledad viniste
cubierta con el último celaje
de un crepúsculo gris?… Mira el paisaje,
árido y triste, inmensamente triste.

Si vienes del dolor y en él nutriste
tu corazón, bien vengas al salvaje
desierto, donde apenas un miraje
de lo que fue mi juventud existe.

Mas si acaso no vienes de tan lejos
y en tu alma aún del placer quedan los dejos,
puedes tornar a tu revuelto mundo.

Si no, ven a lavar tu ciprio manto
en el mar amarguísimo y profundo
de un triste amor, o de un inmenso llanto.



Poema Inscripción En Un Cráneo de Manuel Acuna



Página en que la esfinge de la muerte
con su enigma de sombrea nos provoca:
¿Cómo poderte descifrar, si es poca
toda la luz del sol para leerte?



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