poemas vida obra johann wolfgang von goethe

Poema El Rey De Los Elfos de Johann Wolfgang Von Goethe



Van cabalgando en altas horas
entre la lluvia y el misterio,
y como el niño está miedoso
lo arrima el padre contra el pecho.

-¿Qué tienes, hijo, que así tiemblas?
-Al rey de los silfos contemplo
con cetro real y manto undívago.
-Solo son nieblas por el cielo.

-Vente conmigo, niño hermoso,
a mi palacio azul de ensueño;
Con trajes de oro y pedrería
en los pensiles jugaremos.

¿No sientes, padre, cuál me llama
con dulces voces en secreto?
Deja el temor. Lo que tú escuchas
son hojas secas en el suelo.

¿Por qué demoras? De mis hijas
tendrás los mimos y los besos,
y con sus cantos y sus danzas
te arrullarán entre tu lecho.

Del rey las hijas no contemplas
en la penumbra, a lo lejos?
-No llores más… Son lentos sauces
que se columpian en el viento.

-Si tú no vienes, a la fuerza
te tomaré porque te quiero.
-Me ahoga, padre, entre sus brazos
el rey de los silfos, violento…

Aguija entonces el caballo
y asiendo aún más al pequeñuelo
llega a su hogar… Cuando se apea
halla, oh dolor, que el niño ha muerto…

Versión de Nicolás Bayona Posada



Poema El Pescador de Johann Wolfgang Von Goethe



Hinchada el agua, espumajea,
mientras sentado el pescador
que algún pez muerda el anzuelo
plácido aguarda y bonachón.

De pronto la onda se rasga,
y de su seno-¡oh maravilla!-
toda mojada, una mujer
saca su grácil figurilla.

Y con voz rítmica le increpa:
-¿Por qué, valiéndote de mañas,
hombre cruel, tiras de mí
para que muera en esta playa?

¡Si tú supieras qué delicia
allá se goza bajo el agua,
tal como estas te arrojarías
al mar, dejando en paz la caña!

¿No ves al sol, no ves la luna
cómo en las ondas se recrean?
¿Doble de hermosos no parecen
cuando en las agujas se reflejan?

¿No te seduce el hondo cielo
cuando su azul, húmedo muestra?
Cuando este aljófar lo salpica,
¿del propio rostro no te prendas?

Hinchada el agua, espumajea,
del pescador lame los pies;
siente el cuidado una nostalgia,
cual si a su amada viera fiel.

Cantaba un tanto la sirena,
todo pasó en un santiamén;
tiró ella de él, resbaló el hombre,
nunca más se dejó ver.



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