a Rodolfo Dada
I
Si el nadador tristea,
todo el mar es su lágrima,
todo el ruido del mar
es su tonada,
todo el mar es de vino.
II
Prueba otra vez, prueba una y otra vez.
El nadador sube hasta el trampolín,
entre las nubes altas,
los aviones que escriben en el cielo con humo,
las bandadas de patos.
Ya está en puntas de pie, ya flexiona las piernas,
estira bien los brazos.
Prueba otra vez, una y otra, una y otra, se
concentra, respira,
el agua hace silencio.
La ventolera tira sus manotazos y le arranca el
gorrito de baño, escupe en su antiparra.
Pero él insiste y otra vez, prueba una y prueba
otra.
Es un ovillo el nadador entre las nubes altas,
el humo que dejaron los aviones,
las plumas de los patos que emigraron al norte.
Puntas de pie, no vayas a fallar.
Vuela en picada el nadador, su dibujo es perfecto,
su boca entra al desierto.
III
de ser posible, leer con música de fondo
de Bob Marley
Mal rayo me parta, e cielo está muy resbaloso,
el vino escaso, la caricia extraña en estos días,
tu nombre llega como un golpe de vino a la
cabeza,
mal rayo me parta en tan inoportuna ocasión.
Simulo leer un diario bajo el aguacero de tu
cuerpo,
bienganado el diluvio, malhaya la tormenta,
pasa un cuerpo flotando bocabajo
y mal rayo me parta tan lejos de tu cuello.
Los cielos se mezclaron en tu boca pequeña,
los gatos se revuelcan en tu mano,
adelante el insomnio es un campo minado,
hay besos enterrados que pueden estallar.
Corro a campo traviesa con fósforos mojados,
¿qué es esta polvareda sino un fantasma tuyo?
El futuro es un traje pero para otro cuerpo,
los espejos del bar no preguntan por mí.
Hoy cargo mis valijas por el fondo del mar,
tengo pocas palabras
mis dos lenguas tropiezan dentro de una botella
y mal rayo me parta en tan inoportuna ocasión.
IV
Nadador
la verdad es una piedra pulida por el agua,
una estrella aplastada por algún tren carguero,
yace en el fondo, extraña, entre una multitud de
formas ondulantes.
Alguien tejió esa piedra para que te miraras con
tu viejo sombrero, tu sonrisa maltrecha.
Alguien dice tu nombre en la oscuridad de esa
piedra,
y te narran girando por los espesos caldos del
alcohol.
Se agotó la paciencia de tus labios que ahora
viven adentro de una piedra.
Los pliegues de tu miedo van a pudrirse allí.
Tu quieres preguntar y para preguntar primero
hay que morirse.
Nadie puede bailar en esos pasadizos.
Nadador,
mira como se apagan tus gestos en los bordes
redondos de esa piedra.
Empolla en esa piedra la canción del naufragio.