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Poema Paul Klee de Jorge Cáceres



Para ser cómplice del paisaje que bate a todo vuelo
Como un fuego bien alimentado arriba las manos!
Los niños son culpables de sus ojos verdes sin fin
Ellos han disipado el cielo en pleno día
Con sonrisas encantadoras
Con juegos que no son más inocentes
Las nubes dentro de la bañera el respeto a los mayores
Y las grandes trampas de los cálculos precisos.

Las playas están guardadas por ciegos de ocasión
El sentido del tacto en el ojo de las bañistas
Y la curva de la fiebre sobre las grandes rocas
Ellos han perdido su tiempo en plena costa
Sin una palabra de recompensa permanecen en sus puestos
Sobre la balanza deliciosa del buen tiempo.

El pulpo el lobo el tapir el armiño
No son más que el juego de la memoria
Puesto de relieve por la escala animal
El rostro en el desierto las manos en pleno campo
Han quebrado el anillo de las balanzas.



Poema Paolo Ucello de Jorge Cáceres



Paolo Ucello saliendo del pozo de mercurio
Regateando en tu corazón de gaseosa el fragor de la tormenta
Pero unos ojos perdidos vagan en la superficie negra de
un vaso de vitriolo
Tirando de la noche el hilo a plomo que se enreda en tu frente
Llamando a la puerta del corazón del pájaro por su nombre
Aunque yo te he visto dar vueltas alrededor del mundo tres veces
Aclimatando la cantera al influjo de la turquesa
O tus labios de ópalo silvestre a la noche ultramarina
Ucello el diván ondulado acaba de evaporarse
Y aún sus pestañas me recuerdan tu amor por los pájaros
O tu pie sangrando sobre un bouquet de violetas
Sobre mi corazón pulverizado sobre el espacio en blanco que dejó
el campo al desaparecer
Sobre un seno en el agua mineral
Sobre todo un seno
Levantándose de su cojín como una lágrima
Aún deslizándose a través de una mirada inocente
Una única mirada Ucello
De un seno violeta
Contra la noche violeta.



Poema Los Besos de Jorge Cáceres



Los besos entre las hojas
En recuerdo
De los pájaros que encantaban las estrellas en el filo
de sus alas
Por cada grito picoteaban los guijarros del sol
Los muros que les dan formas familiares
Y gestos que reflejan el clima de los labios
Sobre el camino de los últimos besos
O en el eco de las risas del mar.

Con cada una de las fuentes que se diluyen en las hojas
Con cada uno de los ojos de codicia
Con cada uno de los grandes desiertos abandonados
Solitario yo he compartido mi sed.

A la cabecera de los deltas
En los monasterios que penden de los árboles
Yo escojo las cartas del buen tiempo
Las únicas que han permanecido desnudas
En el fondo de las balanzas de armiño
En plena costa
A todo aire
A toda tempestad
Cuando escucho batir los primeros árboles de coral
bajo la piel que yo sé apresar.



Poema Las Cartas de Jorge Cáceres



Las cartas del buen tiempo de coral
ya no son las mismas cartas de los torbellinos
En la frente de los lagos en la garganta de los deltas
Pájaros repetidos mil veces en la prisma
Plumaje sin fin sonrisa necesaria
En la nostalgia del gran día diluvial
Que se mece en el cielo de hierba fresca
Cuando los asaltantes de nidos caen en las redes de la colina.

Solicitud del pequeño castor
En su pirámide de cristal de roca
Para los ciegos que atraviesan los mercados de sal
Con demasiadas trampas.





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