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Poema Este Sabor De Lágrimas (37) de Julia Prilutzky



Yo digo: estoy cansada de la lluvia,
de la neblina, de la bruma incierta.
Quiero volver al sol y estar contigo
simplemente, en la arena.
Comienzo a odiar el gris, me estorba el humo
y sé que la ceniza es harapienta.
Quiero mares de añil, y no estos ríos
hechos como de lodo y de miseria.
cansada de llevar el duelo
de todas las penumbras, y las nieblas;
quiero un cielo con nubes en retazos
y una noche de estrellas.
Ah, no sentir temor de ser la llama:
no, ni de arder, ni de quemarse en ella.
Toda la vida fue un interrogante
sin eco ni respuesta,
todas las horas fueron lejanías:
hoy quiero ser por fin, una presencia.



Poema Este Sabor De Lágrimas (35) de Julia Prilutzky



Yo le diría, amor, yo le diría
que no esté tan seguro de su abrazo,
tan fuerte de mi pena,
tan firme de mi lágrima.
Yo le diría, amor, que no me duela
con la certeza de tenerme tanto
porque yo sé también cómo te pierdes
sin un reproche, sin una palabra,
a veces, casi, casi con dulzura
y de pronto, no estás. y no está nada.
Yo le diría, amor, yo le diría
que no se sienta fuerte de mi llanto,
que la pasión se hunde
como arena en el agua;
que tenga miedo, amor, como yo tengo
de la noche sin alba,
de las hojas que aún parecen vivas
y ya no tienen savia,
de ese momento cuando se atraviesa
el borde del espanto,
del despertar sin recordar siquiera,
del límite entre el muro y la esperanza.
Yo le diría
que llegará una tarde sin mañana,
la tarde en que la lluvia sólo es
agua:
apenas una cosa entre las cosas.

Y tengo miedo, amor. Y estoy callada.



Poema Este Sabor De Lágrimas (33) de Julia Prilutzky



Ni una palabra quedará, siquiera,
amor que eras mi amor, que eras mi vida.
Ya no te digo adiós, ni hay despedida
ni volveré a llorar por lo que fuera.

Dónde quedó el terror frente a la espera,
dónde el pretexto fácil de la huida:
estoy de pronto, como adormecida,
brazos ausentes, párpados de cera.

Amor que eras mi amor, estas tan lejos
que tu imagen se vela en los espejos
y está la niebla donde había llamas.

Oigo que rondas pero no te veo,
vuelvo a escuchar tu voz, pero no creo.
Ya no importa si estás ni si me llamas.



Poema Este Sabor De Lágrimas (32) de Julia Prilutzky



Alguna vez, de pronto, me despierto:
Un dolor me recorre tenazmente,
un dolor que está siempre, agazapado,
por saltar, desde adentro.
Entonces tengo miedo.
Entonces, me doy cuenta que estoy sola
frente a mí, frente a Dios, frente a un espejo
lleno de mis imágenes,
de rostros polvorientos.

Estoy sola, pero siempre estoy sola:
Es lo único cierto.
El amor era un huésped,
la soledad es siempre el compañero
que permanece al lado, inconmovible.
Lo único seguro, verdadero.
Oigo mi corazón, vieja campana
que dobla y que golpea,
que rebota en las sienes y en la nuca
y en la boca y los dedos.
Es cierto, tengo miedo.
Miedo de no poder gritar, de pronto,
de que ya sea demasiado tarde
para un ruego.
La costumbre ahoga las palabras
y alarga el desencuentro.
Ah, tantas cosas quedarán ocultas,
perdidas, sin recuerdo,
tantas palabras que no fueron dichas,
tantos gestos.

Unos dirán: Yo sé, la he conocido,
fue una ardiente rebelde,
se desolló las manos y la vida
por defender los que creyó más débiles.
Otros dirán: Yo sé, la he conocido,
era dura, malévola,
avara de ternura, con la boca
mostraba su desprecio.
Alguien dirá: Y cómo sonreía…
Qué importa
lo que vendrá después del gran silencio.
Claro que tengo miedo.
Así, en la madrugada
mientras algún dolor -un dolor, siempre-
va hincando sus agujas en mi cuerpo,
abro las manos en la sombra dulce
para atrapar mi soledad, de nuevo,
y me quedo a su lado, sin moverme,
con los ojos abiertos
la vida detenida.
Toda mi sangre es un temor inmenso.



Poema Este Sabor De Lágrimas (29) de Julia Prilutzky



Alguna vez, de pronto, me despierto:
Un dolor me recorre tenazmente,
un dolor que está siempre, agazapado,
por saltar, desde adentro.
Entonces tengo miedo.
Entonces, me doy cuenta que estoy sola
frente a mí, frente a Dios, frente a un espejo
lleno de mis imágenes,
de rostros polvorientos.

Estoy sola, pero siempre estoy sola:
Es lo único cierto.
El amor era un huésped,
la soledad es siempre el compañero
que permanece al lado, inconmovible.
Lo único seguro, verdadero.
Oigo mi corazón, vieja campana
que dobla y que golpea,
que rebota en las sienes y en la nuca
y en la boca y los dedos.
Es cierto, tengo miedo.
Miedo de no poder gritar, de pronto,
de que ya sea demasiado tarde
para un ruego.
La costumbre ahoga las palabras
y alarga el desencuentro.
Ah, tantas cosas quedarán ocultas,
perdidas, sin recuerdo,
tantas palabras que no fueron dichas,
tantos gestos.

Unos dirán: Yo sé, la he conocido,
fue una ardiente rebelde,
se desolló las manos y la vida
por defender los que creyó más débiles.
Otros dirán: Yo sé, la he conocido,
era dura, malévola,
avara de ternura, con la boca
mostraba su desprecio.
Alguien dirá: Y cómo sonreía…
Qué importa
lo que vendrá después del gran silencio.
Claro que tengo miedo.
Así, en la madrugada
mientras algún dolor -un dolor, siempre-
va hincando sus agujas en mi cuerpo,
abro las manos en la sombra dulce
para atrapar mi soledad, de nuevo,
y me quedo a su lado, sin moverme,
con los ojos abiertos
la vida detenida.
Toda mi sangre es un temor inmenso.



Poema Este Sabor De Lágrimas (26) de Julia Prilutzky



Ni una palabra quedará, siquiera,

Amor que eras mi amor, que eras mi vida.

Ya no te digo adiós, ni hay despedida

Ni volveré a llorar por lo que fuera.

Dónde quedó el terror frente a la espera,

Dónde el pretexto fácil de la huida:

Estoy de pronto, como adormecida,

Brazos ausentes, párpados de cera.

Amor que eras mi amor, estas tan lejos

Que tu imagen se vela en los espejos

Y está la niebla donde había llamas.

Oigo que rondas pero no te veo,

Vuelvo a escuchar tu voz, pero no creo.

Ya no importa si estás ni si me llamas.



Poema Este Sabor De Lágrimas (15) de Julia Prilutzky



Gris y más gris. No estás, y yo estoy triste

De una tristeza apenas explicable

Con palabras, y de una imperturbable

Soledad, que por ti nace y existe.

Siempre de gris, mi corazón se viste:

Polvo y humo, ceniza abominable

Y la envolvente bruma irrenunciable

Que estaba ayer. Y hoy. Y que persiste.

Gris a mí alrededor. Contra mi mano

La nube espesa se va abriendo en vano

Porque el fuego que soy, no está encendido

Y hay niebla en lo que miro y lo que toco.

Ah, yo no sé… Tal vez te odio un poco

Porque está gris y llueve y no has venido.



Poema Este Miedo De Ti, De Mí… De Todo, de Julia Prilutzky



Este miedo de ti, de mí… de todo,
miedo de lo sabido y lo entrevisto,
temor a lo esperado y lo imprevisto,
congoja ante la nube y ante el lodo.

Déjame estar. Así. ¿No te incomodo?…
Abajo ya es la noche, y hoy has visto
cómo acerca el temor: aún me resisto
pero me lleva a ti de extraño modo.

Déjate estar. No luches: está escrito.
Desde lejos nos llega, como un grito
o como un lerdo vértigo rugiente.

Me darás lo más dulce y más amargo:
una breve alegría, un llanto largo…
sé que voy al dolor. Inútilmente.



Poema Está Bien. Seré Dulce. de Julia Prilutzky



Está bien. Seré dulce y obediente
o lo pareceré. Te da lo mismo:
Necesita, de pronto, tu egoísmo
que yo me quede así, sumisamente,

Sin sufrir, sin dolor, sin aliciente,
sin pasiones al borde del abismo,
sin mucha fe ni un gran escepticismo,
sin recordar la esclusa ni el torrente.

Necesitas las llamas sin el fuego,
que el fuego del amor no sea un juego
y que esté el rayo aquí, sin la tormenta.

Quieres que espere así, sin esperarte,
que te adore también sin adorarte
y estar clavado en mi, sin que te sienta.



Poema Dame Tu Brazo, Amor, Y Caminemos, de Julia Prilutzky



Dame tu brazo, amor, y caminemos,
dame tu mano y sírveme de guía.
Ya no quiero saber si es noche o día:
mis ojos están ciegos. Avancemos.

Dame tu estar, amor, en los extremos,
tu presencia y tu infiel sabiduría:
por los caminos de la sangre mía
ya no sé si es que vamos o volvemos.

Y no me digas nada. No es preciso.
Deja que vuelva al pórtico indeciso
desde donde no escucho ni presencio:

Todo fue dicho ya, tan a menudo,
que ahora tengo miedo, amor, y dudo
de aquello que está al borde del silencio.



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