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Poema Entonces No Sé Qué Decir de Julio Torres Recinos



Voy por las calles,
me sacudo llantos de la piel,
me desprendo los últimos muertos que no quisieron morir.
Voy como alma en pena,
como un rayo sin trueno,
escapándome de la vida,
buscando un lugar donde morir.

No es la soledad,
no es esta triste muerte,
no es el recuerdo de mi pequeño hijo.
Es esta huerez debajo de mis ropas,
es el seco sonido de cada golpe,
es la miseria y el asco detrás de cada oficina,
es la T. V. y la Magazine y su Daily Report,
es la carencia en mis huesos,
es la sensación de haberme ido
sin haber dado el abrazo,
sin haber visto con ojos precisos.
Es la idea de haber olvidado
algo en una casa, en cualquier lugar.

Entonces no sé qué decir.
Cuando araña en la memoria
la lenta sonrisa de algún muerto,
cuando me pregunto cuánto cuesta tu muerte y la mía,
cuando sé que no hay muerte más perversa.

Entonces hay que ser payaso o enemigo,
no van conmigo los equívocos,
y decir la palabra Patria
con sus suelos húmedos y el alquiler por pagar,
y ser un Héctor o el de la Mancha.

Entonces no sé qué decir.



Poema El Loco, El Triste de Julio Torres Recinos



El loco, el triste, habla
de maravillas,
de verdades llanas
con severa convicción.
El loco, el triste,
habla, sonríe,
sus labios tienen
del mar los laberintos.
Entiende, escrutina, salta
de juicio en juicio
sin poder los ojos detener,
sin acordarse.
El loco, el triste, no tiene
nombres, títulos;
va de pesca,
nada pesca:
fue una gran aventura,
dice.
El loco, el triste,
ve el mundo,
inquieto;
si más allá un vacío,
una carta, una silueta;
si más allá
un azul inadvertido,
una niebla;
verá de lado,
dirá algo,
sordo seguirá
con el tacto adormecido.



Poema Cien Años de Julio Torres Recinos



Cuando en cien,
doscientos años,
alguien cuente
(invente) esta historia
o la historia de otro
exilio, de otras quemaduras
de este ronco andar,

cuando se refieran
a esta hazaña
y sus desaciertos
y no se diga el dolor
que devoran mis labios
y no se sienta la viudez
de la guerra
los huérfanos, los deshijados
los que murieron
sin abril en sus sendas

en un parque entonces
en un banco al hedor del verano
(las moscas)
los viejos rían
disciernan sobre el progreso,
los principios, el aire
acondicionado,
la libertad de los ángeles
cinco, siete siglos atrás,
cinco, siete años atrás,
se bate un hombre, una mujer,
contra su propia ausencia.



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