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Poema La Vejez En Los Pueblos de Miguel Hernandez



La vejez en los pueblos.
El corazón sin dueño.
El amor sin objeto.
La hierba, el polvo, el cuervo.
¿Y la juventud?

En el ataúd.

El árbol, solo y seco.
La mujer, como un leño
de viudez sobre el lecho.
El odio, sin remedio.
¿Y la juventud?

En el ataúd.



Poema La Boca de Miguel Hernandez



Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.

Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.
Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos fúlgidos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.

Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.

Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.

¡Cuánta boca enterrada,
sin boca, desenterramos!

Beso en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.

Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.

He de volverte a besar,
he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.

Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.



Poema Los Días Y Los Pájaros de Miguel Florian



a Diego Granados

Los días se parecen a los pájaros
?vienen y luego van? y siempre dejan
una herida de luz. Huele a musgo
su vuelo, a países de escarcha,
a savia de madroños escondidos…

(Hay una fuente oculta que derrama
blancos ríos de sed, y un campanario
azul, mecido por el viento).

De qué cielo, de qué elevada dicha,
los pájaros descienden. De qué amor.
Los días se parecen a los pájaros,
igual tristeza dejan cuando pasan,
la misma oscuridad, igual silencio.



Poema Lluvia de Miguel Florian



El agua deslíe la conciencia, una a una
empapa las imágenes, se agitan sus reflejos,
tiemblan sólo un instante sobre la herida. Nunca
acabará la lluvia. En la memoria llueve,
vuelvo a ver los charcos de la infancia, una manta
empapada sobre vagas cabezas, y un rostro
muy fugaz de mujer. Siempre estuvo lloviendo,
los pájaros perdidos buscaban entibiarse
en nuestra sangre. Aquella boca de tibia luna
enmudecida y fría, sobre la yerba húmeda…
¿A dónde lleva el agua esas semillas?, ¿en qué mar
desembocan?, ¿en qué madre germinan?, ¿acaso
el alma es tierra y luego, ya en sazón, fructifican
bajo el temblor de la memoria? Tocar el mundo
con nuestras manos ciegas, y luego, en el recuerdo,
otro mundo renace más intenso. Aquella
mano posada sobre el tiempo, aquella frente
con su gesto de arcilla, y este turbio afán
del hombre por alzar su casa derruida
bajo la tempestad, esta inquietud de abrir
en las ondas de todos los regatos la entraña
encendida del musgo. Sí, ¿en qué océano
en qué lecho se vierten las palabras?, ¿qué muelles
refugian a sus barcos? El cielo es agua quieta,
y el polvo, y los vestigios que espejean y abrasan
en su luz la conciencia. Náufragos todos bajo
idéntico aguacero, peregrinos del sueño,
creciendo sobre el pecho del tiempo, sosteniéndonos
sobre la mano incierta de un dios que nos ignora.



Poema Lejos De Córdoba, Ibn Hazm Prevé Su Muerte de Miguel Florian



Estas aguas no son aquellas aguas,
ni es esta la ribera. Y mis manos
¿son las mismas que antaño acariciaron
la estela de su cuerpo? Otro fulgor
de acero incendió las pupilas.

Que al fin todo es efímero. En el agua
la muerte me reclama. En sus reflejos
adivino un arrullo de sirenas.

Pasan blancas muchachas, con su aroma
de adelfa, con su piel que hace temblar
el mediodía. Como palomas pasan,
y un instante, arrasan la memoria.
Y este dolor de saberme perdido
pasará. A la tarde, mis palabras
sólo serán cenizas. Afligirme
no debo. Aunque en verdad, imaginé
?más allá de este río? otro destino.



Poema La Visita Del Ángel de Miguel Florian



Ángel desnudo, mujer inacabable,
demonio mineral que llevó hasta mis labios
el fruto más sabroso, la delicia
ardiente de su beso.

(Volvería a nacer sólo por apresar
el fulgor encendido de aquel cuerpo).

Como un eco de diosa inmarcesible,
la memoria, como un mar de infatigables gozos,
me ha traído el fantasma de aquel beso.

Beso redondo y blanco, frontera de otro beso,
hasta hacer un anillo de sus labios
que precipite mi boca en el silencio.

Y mi palabra sea su beso redimido,
renovado más allá del límite del beso,
la promesa cumplida en la cadena
sin final de su boca en los espejos.

Que ya no habrá más besos me decía,
que ya no habrá para el amor más tiempo.



Poema Letra de Miguel De Cervantes Y Saavedra



¡Bien haya quien hizo
cadenitas, cadenas;
bien haya quien hizo
cadenas de amor!

¡Bien haya el acero
de que se formaron,
y los que inventaron
amor verdadero!
¡Bien haya el dinero
de metal mejor!
¡Bien haya quien hizo
cadenas de amor!



Poema Los Que Resplandecen En La Noche de Miguel Arteche



Están aquí en la noche
más jóvenes que nunca, albores de sus venas,
fulgores de sus ojos inviolados:
llamas que arden sin arder, pies y manos
sellados por el óleo:
esplendores que giran sin moverse
con el sol nocturno que corona sus cabezas:
interminables cuerpos
de fuego que se extingue y no se extingue;
transparentes de ser cuerpos
que nos tocan:
bocas gloriosas que desprenden estrellas:
están en todas partes y no están en todas partes,
y están sin espacio,
sin espacio sin espacio sin espacio
de nunca estar estando: ágiles
como todo el relámpago: purísimos
de ser siempre nuestra compañía: tiernos
cuando nos tocan en el sueño,
cuando nos besan y decimos que es la brisa.

Están aquí para que los miremos sin mirarlos,
los únicos que nos borran la tristeza de estar vivos,
los únicos que nos dicen que a la Casa no hemos regresado.
Están aquí más jóvenes que nunca
en sus radiantes cuerpos,
en sus perfectos cuerpos esta noche,
vestidos por el agua y por el fuego,
más jóvenes que siempre en la sustancia de la luz,
los Resplandecientes.



Poema La Dama Sola de Miguel Arteche



Qué tiempo aquel dorado de mi Dama la sola,
cuántas olas oscuras viniéronla a abrazar:
en qué secretas cámaras vi su cuerpo desnudo,
y en su cuerpo la noche que a veces tiene el mar.

Qué playas de este mundo, qué soles cuando siento
que muy sola mi Dama me convida a beber
su vino del pasado, y el vino en mi garganta
me hacen joven de nuevo con otro amanecer.

Qué lluvia hay en las sienes de mi Dama la sola.
Me levanto y le digo: cuánto frío hay aquí.
Y en el fondo del vino miro volar un pájaro
negro, y está nevando, y deseo partir.

Y la Dama me sigue: qué insistente es mi Dama:
cuánta niebla en sus manos, cómo sus ojos son
países desolados por el hambre y la luna
y las redes bermejas que le lanza el terror.

Cuánta nieve de antaño me ha traído mi Dama.
Cómo sus ojos brillan si la trato de tú.
Y siento que envejezco cuando me da una rosa,
la rosa que cortara allá en mi juventud.



Poema Los Que Llamaron A La Muerte de Miguel Arteche



Los que llamaron a la muerte en la muerte han caído.
Los que cavaron la fosa yacen dentro de la fosa.
Estériles alimentos nos trajeron, pesadumbre de panes:
de culpa fue su palabra, su boca y su mirada.
Sobre las cordilleras se lamentan ahora,
dispersos por el mundo, rodeados por el llanto de las moscas.
Devorados serán los que ejercieron la noche,
ahogadas sus lenguas.
Creyeron que vivirían para mirar mil soles,
y ahora yacen en tinieblas.
…La nieve
brilla bajo la luna.



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